¿Nuestras flechas cubriran la luz del sol! Pues lucharemos a la sombra
¿Cómo osa una mujer entrometerse en una conversación de hombres? Porque sólo las espartanas traemos al mundo hombres de verdad.
- ¡Esto es una blasfemia! ¡Es una locura! - ¿Una locura? Esto es ¡ESPARTA!
- Hemos oido que esparta se dirige al combate y deseabamos unir nuestras fuerzas. - Si buscais sangre, sois bienvenidos.
- ¿Piensas enfrentarte a Jerjes con sólo un puñado de soldados? Me equivoque al pensar que el compromiso de Esparta se equipararía al nuestro. - ¿Y no es así? Tú, ¿cuál es tu oficio? - Soy alfarero, señor. - Y tú, Arcadio, ¿cuál es tu oficio? - Escultor, señor. - Escultor, bien... ¿Y tú? - Soy herrerro, señor. - ¡Espartanos! ¿Cuál es vuestro oficio? - ¡AUU, AUU, AUU! - ¿Lo ves, amigo? He traído más soldados que tú.
Espartanos, preparad el desayuno, y alimentaos bien, pues esta noche cenaremos en el infierno.
¡Aquí es donde aguantamos! ¡Aquí es donde peleamos! ¡Aquí es donde ellos mueren!
No les deis nada. ¡Arrebatádselo Todo!
¡¡ESPARTANOOOOOOOOS!!
El yelmo le asfixiaba, no le dejaba ver y debe ver bien. El escudo le pesaba, le hacia desequilibrarse y su objetivo está lejos...
Esto es espartaaaaaaaaaaaaaa
- Imagina el destino que le espera a mis enemigos cuando mataría gustoso a cualquiera de mis hombres por la victoria. - En cambio, yo moriría por cualquiera de los míos.
Tienes muchos esclavos, pero pocos soldados. Pronto, temerán mas mis lanzas que tus latigazos.
No son mis latigazos lo que temen, sino mi poder divino