Simpática, aunque casposa e infantiloide film de aventuras medievales, a cargo de Bert I. Gordon.

El aprendiz de brujo George, desobedeciendo la voluntad de su madre, la bruja Sybil, se embarcará en una peligrosa aventura para rescatar a la princesa de la cual está enamorado, de las manos del malvado hechicero Lodac. Sin embargo, tendrá que cuidarse aún más del caballero Branton, quien también pretende a la princesa.


El director y encargado de efectos especiales responsable de clásicos cutres de monstruos como “The Cyclops” (1957) y “War of the Colossal Man” (1958) se aventuró a inicios de los 60s en la temática fantástico medieval con una adaptación familiar de la leyenda de San Jorge y el Dragón, la fabulosa historia del soldado romano de las huestes del emperador Diocleciano (siglo III D.C) que liberó a la ciudad libia de Silca del asedio de un feroz dragón. Un producto de muy bajo presupuesto y carente de un gran nivel narrativo y técnico, que sin embargo entretiene y no hace pesada.

Un olvidable Bernard C. Schoenfeld fue el encargado de guionizar el film, en donde prescindirá de varias cuestiones básicas, incluso si uno no se olvida que se trata de una historia de fantasía medieval, como el hecho de George engañe de la manera más infantil posible a su madre adoptiva dejándola encerrada en el sótano de su guarida, o la paradójica actitud del héroe con el caballero Branton, quien abiertamente intenta deshacerse de él en el lago de aguas venenosas sin que éste le encare siquiera su frustrado intento de homicidio, o que Lodac se presenté sin más en el castillo, amenace al rey y la guardia real ni siquiera intente hacerle frente.

Otro elemento que no le juega mucho a favor a “The Magic Sword” (1962) es su flojo ritmo de tensión, considerando que se trata de una película de aventuras en donde George debe enfrentarse a la magia de Lodac y la rivalidad de Branton, más aún cuando el héroe cuenta con una importante ayuda de parte de su madre (que el ingrato, sin más, encerró cual niño malcriado en el sótano porque ésta le hace ver la estupidez de sus intenciones), una armadura y espada mágicas, además de 6 caballeros a su servicio, Sir Ulrich (Alemania), Sir Dennis (Francia), Sir Pedro (España), Sir Patrick (Irlanda), Sir Anthony (Italia) y Sir James (Escocia), quienes le ayudarán a enfrentarse a un impresentable “ogro” con apariencia de macaco gigante, tipo King Kong, y una bella francesa, que termina siendo una horrible y desfigurada bruja al servicio de Lodac, interpretada por la legendaria actriz de culto de los 50s, Maila Nurmi, Vampira.

Otra escena que bien vale la pena destacar son las interacciones de los duendes que terminan por ayudar a George y que se encontraban enjaulados por los secuaces de Lodac. También, conviene reconocer que el film posee una buena ambientación medieval, a pesar del bajo presupuesto, que logra emular, en términos generales, las icónicas películas de temática medieval de los 50s y 60s, y en donde vemos salones adornados, caballeros con armaduras, pantanos tenebrosos y castillos. También encontramos, como ya adelanté, los típicos personajes que una trama medieval debe tener, aparte del rey, el dragón, los caballeros y los hechiceros, ogros y enanos, estos últimos regalando una de las escenas más ridículas e involuntariamente cómicas, que cuando intentan asaltar sexualmente a la princesa Helena y más bien terminan asustándola por su fealdad.

En tanto, el clímax con el dragón en las puertas del castillo de Lodac, nos lleva al momento más hilarante del film, en donde vemos a George enfrentándose a un inmóvil dragón bicéfalo, que increíblemente expulsa fuego por la nariz, en lugar de la boca. A pesar de que Gordon intenta hacer parecer que el héroe se enfrenta a la temible bestia de igual a igual, la doble exposición resulta muy desfasada, incluso más que en la escena en que George y sus caballeros enfrentaron al ogro en el inicio de su viaje aventurero.

Las actuaciones, a excepción de un veterano y competente Basil Rathbone (Saga “Sherlock Holmes”, 1939-1946) y Estelle Winwood (“Alive and Kicking”, 1959; “The Cabinet of Caligari”, 1962), son muy malas. El experimentado y gran actor británico, famoso por encarnar a Sherlock Holmes en varias películas, es el punto más alto del film, siendo la también experimentada comediante una buena contraparte, resultando bastante más empática que el protagonista. Y es que Gary Lockwood (“2001: A Space Odyssey”, 1968) que encarna al héroe, George, está sencillamente irritante, arrogante e infantil, con nulo carisma. Es el típico “adolescente” (porque está muy pasado de edad) de 20 años que se encapricha con alguien y que está dispuesto a todo para conseguirlo. No obstante, termina siendo auxiliado por la misma madre adoptiva a la cual engañó, si no, no hubiese logrado su objetivo.

También encontramos en el reparto a la bella actriz canadiense Anne Helm como la princesa Helena y Liam Sullivan, como el cobarde y desdeal Sir Branton, respectivamente, que esconde un secreto respecto al secuestro de Helena. Lamentablemente, ambos tienen una interpretación bastante mediocre y nada especial, en especial Sullivan que pudo haber sacado mejor provecho a su personaje de villano.

La música fue compuesta por Richard Markowitz, muy discreta, nada especial, alejada aún de los grandes trabajos que regalaría en series como “The Invaders” (1968-1969) “Murder, She Wrote” (1984) y “Dinasty” (1986).

En resumen, una película con muchas carencias, narrativas, técnicas e interpretativas, pero que resulta entretenida por tener un ritmo llevadero, aunque carente de tensión, que puede resultar más preciada para el público infantil. La evalúo con un 4.5.

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Mr. BIG, Bert I. Gordon, el técnico de FX y directos famoso por sus cutres, baratas y francamente entretenidas películas de monstruos gigantes, se atreve con un cuento medieval basado muy libremente en la leyenda de San Jorge.

Con un ya bastante anciano Basil Rathborne como el pérfido y vengativo hechicero Lodac, la película nos cuenta la historia del joven e insolente aprendiz de brujo George (un jovencísimo y algo soso Gary Lockwood seis años antes de sus problemillas con HAL), enamorado sin remedio de la princesa del reino donde habita, Isabelle – más tonta que un zapato e interpretada por la polifacética Ann Helm, que, no se puede negar, luce muy sexy -, que ha sido capturada por Lodac para dársela de pienso a su dragón. George decide lanzarse a por todas por salvar a su amada pese a los consejos de su madre adoptiva, la bruja Sybil (la veterana cómica Estelle Winwood, simpatiquísima y robando toda escena donde aparece). Cabe destacar en el reparto un breve cameo de Vampira, la mítica presentadora televisiva de origen finlandés, colaboradora ocasional de Ed Wood. Salvo por Rathborne (a ratos) y Winwood, el reparto lo hace bastante mal, muy mecánicamente.

Uno de los principales defectos de esta película desde el punto de vista serio es el nefasto guion. Pero por el lado friki, que es el mío, es tan malo que resulta bueno: los diálogos y situaciones son exagerados, demasiado infantiles (y es que la película se dirige a este sector de público) e involuntariamente cómicos (a destacar especialmente el hilarante conato de violación de Isabelle por parte de dos enanos, uno de los cuales es el mítico Angelo Rositto) y los chistes malos le dan encanto al conjunto, que se paladea muy bien como producto de aventuras de serie B (de bizarro, of course). De todos modos, hay una virtud: el ritmo narrativo es trepidante y fácil de seguir, y eso es clave, porque con sus muchos defectos viene una gran virtud: esta película, quizá debido en parte a lo mala que es, no aburre en ningún momento.

A nivel técnico la cosa mejora. Admitiendo que los FX son algo cutres, hay que decir que Bert I. Gordon era un puro artesano que trabajaba con unos presupuestos muy bajos, y sus creaciones se han convertido en algo mítico dentro de la cultura freak. El hecho es que incluso se aprecia una mejora en sus ya míticos efectos de gigantismo/enanismo, con unas conseguidas transparencias, y el resto (espectros, maquillaje de monstruos) resulta competente sin más. La música y otros aspectos no pasan de discretos.

Muy floja película de aventuras medievales, pero que gracias al indudable sentido del entretenimiento de Bert I. Gordon y su equipo resulta lo sufucientemente disfrutable como para aprobar si a uno le va el cine bizarro.

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