Ficha Dead or Alive 2: Sangre Yakuza

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Críticas de Dead or Alive 2: Sangre Yakuza (5)




TANO

  • 21 May 2023

6


¨Una bonita historia de pura amistad entre dos asesinos a sueldo¨, sería la absurda pero realista forma de definir esta película.
Después de la locura de final de la primera parte de esta ¨trilogía¨, Takashi Miike nos trae otra historia de yakuzas, donde repite a los dos actores protagonistas de la primera parte, pero en dos papeles muy distintos -por lo que uno ya se puede hacer a la idea de que no es una ¨continuación¨ como tal.
Se nos presentan a dos personajes, un francotirador que mata mafiosos por dinero por una parte, y un eficaz pistolero por otra, cuya vida se cruza a la hora de perpetrar un asesinato, y después de huir cada uno por su parte a una especie de ¨retiro espiritual¨... se dan cuenta de que han viajado al mismo sitio, y que son amigos de la infancia.
Es una historia bien distinta a lo que uno se podría esperar cuando se pone a ver esta película, más centrada en la comedia, en mostrarnos sus vidas desde pequeños, y con una cantidad exagerada de humor negro por medio.
Curiosa, entretenida y distinta, no considero que esté al nivel de su antecesora, pero ni tan mal.



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[email protected]

  • 13 Jan 2022

7


Secuela igual de buena que su antecesora!
Este film resulta ser una comedia de acción si desperdicio alguno.
Puedo asegurar que es un delirio con situaciones incorrectas desde que empieza hasta que termina.
Está mal actuada pero esa es parte de la gracia de la cinta.
La realización cumple al igual que la historia.
Recomendable!



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Mad Warrior

  • 24 Jan 2021

6



Otra vez vuelve Miike Takashi-san a sumergirnos, hasta asfixiar nuestros pulmones, en sus arrolladores y truculentos relatos de criminales, una vez más dispuesto a dinamitar el género.
Y sí, lo logra, de la mano de sus protagonistas, unidos por la amistad hasta la muerte...que así será.

Con ¨Dead or Alive¨ llevó a extremos inconcebibles el ¨yakuza-eiga¨ y el cine de acción, siendo una de las películas más conocidas con las que finiquitó los 90, aunque irremediablemente aplastada por el éxito internacional de su joya ¨Audition¨, estrenada poco antes; aquella ecléctica locura de instantes inclasificables que atravesaba multitud de géneros sin despeinarse y protagonizaban los simplemente magníficos Sho Aikawa y Riki Takeuchi iba de repente a continuar hasta convertirse unos años después en trilogía, ofreciendo a los fans una sorpresa detrás de otra (lo puedo atestiguar...).
Tan solo un año y cuatro films después (para que comprendan a qué ritmo de trabajo iba el director hace dos décadas) recupera a su dúo protagonista pero no a Ichiro Ryu; ahora es su ferviente colaborador Masa Nakamura (¨The Bird People in China¨, ¨Young Thugs¨, la muy idiota ¨Andromedia¨) el que teje una trama que en absoluto tiene que ver con la de la primera entrega, aunque se comparta el estilo y ciertos detalles inevitables (típicos de la factoría ¨miikiana¨). Detalles como un inicio donde se cruzarán los tics más rematadamente absurdos de su cine.

Se trata de poco menos de un cuarto de hora donde nos propone la presentación de los protagonistas (ahora distintos) que es sin duda todo un regalo para los fans de la vertiente más aberrante y psicotrópica del nipón: violencia arrolladora, velocidad de vértigo, extrañeza alienígena, un sentido del humor de lo más vergonzoso y esencia de cómic en cada uno de los planos y en la forma de ser de los personajes. Es volver a los tiempos de ¨Osaka Tough Guys¨ o ¨Fudoh¨ (y eso nos encanta, ¿verdad?); en esta ocasión el detective Jojima y el gángster Ryuichi son reemplazados por dos hombres al otro lado de la ley: Mizuki y Shuichi.
Ambos asesinos a sueldo sin escrúpulos, y a los que unen los lazos de una gran amistad desde que eran niños. Entonces es cuando Miike, en una de sus clásicas y confusas maniobras, vira en redondo el argumento (sin abandonar sus concesiones a lo bizarro) y se dedica a profundizar en este dúo que acabamos de conocer, y a partir de aquí es el drama el guía de los acontecimientos. La ciudad representa la violencia, la traición, la venganza, la locura, pero la isla donde nacieron y crecieron, a la que se dirigen en barco, refleja un pequeño paraíso alejado de todo eso.

Así que esta escapada insular es sobre todo un viaje de introspección, de reparación, de tratar de curar una herida abierta, de tratar de recuperar un tiempo irrecuperable; el director abre la puerta de la nostalgia y nos sumerge en una especie de entrañable ¨impasse¨ mientras reconstruye a través de frenéticos saltos en el tiempo (gracias al ingenioso guión de Nakamura) la vida de Mizuki y Shuichi y el amigo que se quedó en el pueblo, Kohei, imagen del ejemplo a seguir: uno prospera realmente respetando la tradición (cristiana, en este caso, a lo que se le da mucha importancia) y llevando una vida humilde y recogida.
Las sombras del Kitano más suave e incluso de Koreeda emergen en este nudo donde simpatizamos aún más con los protagonistas, por no haber tenido, como huérfanos, más familia que a ellos mismos, por donar el dinero que ganan cometiendo crímenes a otros niños que lo necesitan, y sobre todo por recobrar aquello que perdieron, su infancia, gracias a los chavales del pueblo. Puede que se produzcan situaciones un tanto esperpénticas (esa simpática función de teatro), pero si Miike y Nakamura hubiesen mantenido esta línea hasta el final, abogando por lo sentimental e intimista, habrían logrado una obra verdaderamente notable...

Pero no, Miike no es así (ya tendrá tiempo de ser así en otros trabajos), y además no es algo que nos pille de sorpresa, pues mientras todas estas cosas suceden en la isla, veremos de manera intermitente a unos gángsters librando una guerra en la ciudad con tal de encontrar a Shuichi por los asesinatos cometidos, y ahí es donde vuelve el realizador a su más negra, indigesta, descolocada y enfermiza exposición del género, alcanzando en ciertas ocasiones un grado de mal gusto que hace recordar una vez más esa máxima de los fans para definirle a él y a su cine: la de ¨esperar lo inesperado¨.
Aun así, ni tan siquiera los que ya estamos muy acostumbrados a sus delirios podemos preveer ciertas cosas (con nombrar sólo lo de la esposa del yakuza súperdotado (o ¨megadotado¨) no sería suficiente), demostrando que pocos saben equilibrar como el nativo de Osaka el bajo presupuesto con la imaginación; este último viaje a la ciudad de Shuichi y Mizuki, es, en respuesta al primero, uno de condenación y muerte, donde por fin se reparten las cartas a los que van a subir al Cielo o descender al Infierno (la metáfora visual propuesta es deliciosa).

Y la forma de finiquitar dicho viaje, con un último retorno a la ¨tierra prometida¨ entre litros de sangre, se debe ver para creer. Por su parte, los buenos de Aikawa y Takeuchi sacan a relucir su faceta más autoparódica (el primero en especial) a la vez que humana, y en esta línea no podemos olvidar el gran trabajo del ¨obligatorio¨ de Miike, Kenichi Endo.
Las geniales intervenciones de Ren Osugi, Noriko Aota y dos que agradecerán los fans del cine japonés, las de Shinya Tsukamoto (en un papel increíble) y Tomoro Taguchi, rematan esta segunda parte de esta inclasificable trilogía, la más psicológica, íntima y humana...pese a estar atravesada por ocasionales destellos de salvajismo y desenfadada demencia.



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Marcos

  • 2 Apr 2008

8


Aunque prefiero la primera parte, esta secuela es casi igual de buena. Obvia por completo la primera parte (después de su final, poco se podía hacer, jajaja!) y es algo que me parece bien. De la primera solo tiene el nombre y los actores protagonistas (Riki Takeuchi y Sho Aikawa, dos auténticos cracks), el resto es distinto pero sigue teniendo escenas de acción bien hechas y divertidas (la pelea que hay a los 10 primeros minutos, con Sho Aikawa repartiendo buenas hostias), y con algunos momentos hilarantes (genial la escena en que 3 tíos le disparan a la vez a la cabeza de un enano con una escenificación del cráneo reventando). No solo es una película de acción, también hace una profundización en los personajes y nos muestran sus recuerdos nostálgicos de su infancia. Lo único que le veo de malo es que el ritmo resulta lento en alguna ocasión, pero por lo demás está muy bien. Tiene inmejorables interpretaciones, una banda sonora bastante buena y buenas escenas de humor negro y acción. Muy buena, original, entretenida y bastante recomendable.



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BODOM789

  • 26 Mar 2008

7


¿Interesante?¿Delirante?¿Metafórica?...Podrían ser algunos adjetivos que han de emplearse sobre esta oda de Miike,que poco tiene que ver con su primera parte,de la que solo comparte el titulo.Con su sello marca de la casa,Miike encuentra tiempo en este metraje,no carente de su particular violencia,para regalarnos algunas de sus imagenes más preciosistas,minimalistas e intimistas.Algo raro,viendo su obra en general.Y lo mejor es,que dichas escenas,estan muy bien resueltas y construidas,lo cual da entender la versatilidad de este(¿incomprendido?)cineasta.Probablemente sean las metáforas más "sencillas" (por llamarlo de algún modo)que haya compuesto,alguna de ellas bastante bonita,por cierto,que dotan de trasfondo a tanto aparente sinsentido.Además la minimalista y preciosa B.S.O. da un profunda dimensión a dichas imagenes,que en conjunto dan lugar a una de las obras más personales,aún si cabe,de este director.¿Para verla? Paciencia y algo de interpretación.



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Críticas: 5


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