Ficha Lluvia Negra

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Críticas de Lluvia Negra (1)




Mad Warrior

  • 24 Jan 2021

9



¨Y entonces vi el resplandor......me cegó y ya no pude ver nada [...]. Mi casa fue devastada, mi esposa murió en el acto y la pierna de mi hijo quedó atrapada entre las vigas caídas...yo intenté apartarlas, pero no sirvió. Finalmente llegó el fuego; le dije ¨¡Lo siento, no puedo ayudarte, perdóname!¨, y huí de allí. ¨¡Papá, ayúdame, ayúdame!...¡ayúdame, papá!...¨ ¨.

Este es tan sólo el testimonio de una de las millones de víctimas que contemplaron una bomba cayendo del cielo hasta impactar en Hiroshima aquel lunes 6 de Agosto de 1.945, una bonita ciudad reducida a cenizas y pasando a ocupar las páginas de la Historia. Después de la polémica ¨Zegen¨, Shohei Imamura se volvía a unir con Toei para, junto a Toshiro Ishido (guionista muy afiliado a Nagisa Oshima y Akio Jissoji), adaptar la famosa novela del prolífico autor Masuji Ibuse ¨Kuroi Ame¨, basada en historias reales de los supervivientes de la tragedia y publicada en 1.966, gracias a la cual fue galardonado con la orden al mérito cultural.
Este relato estará narrado en forma de diario por Shigematsu Shizuma, trabajador en una fábrica que convive junto a su senil madre, su esposa Shigeko y su joven sobrina Yasuko en un pequeño pueblo del distrito de Jinseki, al Este de Hiroshima. Cálidas imágenes de montañas y ríos y una familia que se reúne son interrumpidas por una luz que cubre el cielo y el consiguiente estallido que barre absolutamente todo a su paso; allí nos mete de cabeza el director, en la catástrofe, y sus crudas imágenes (magnificadas por la ferruginosa fotografía en blanco y negro de Takashi Kamawata) revuelven las tripas por la gran sensación de realidad que alcanzan.

Audaz, como de costumbre, Imamura siempre trató la 2.ª Guerra Mundial, tanto antes como después de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, en sus trabajos clásicos; sin embargo el film, y si bien su estilo y forma recuerda mucho a su etapa más temprana y modernista (la de los 60), nunca la podría haber dirigido en los años que trabajaba para Nikkatsu. Pero ya habían pasado cuatro décadas y se podía hablar con total libertad de los desastres producidos en territorio nipón por los norteamericanos y por la guerra; por tanto ¨Kuroi Ame¨ es no sólo el epítome de los dramas socio-históricos del director, sino el de aquellos cineastas que también se atrevieron a observar de cerca el desastre y sus directas consecuencias.
Es la historia real que Akira Kurosawa, Hiroshi Shimizu, Yasujiro Ozu, Mikio Naruse o Keinosuke Kinoshita vivieron en primera persona pero nunca pudieron contar como deseaban por culpa de la censura americana de posguerra. De todas formas Imamura no se queda permanentemente en el día de la catástrofe, que por supuesto siempre radiografía desde el punto de vista de las víctimas; en su lugar se concede una elipsis de unos años para tratar las vicisitudes cotidianas de todos los que, aún profundamente marcados, lograron sobrevivir. Los llamados ¨hibakusha¨. Para ello vuelve al pueblo de Shigematsu y Yasuko y crea, como hizo en ¨Cerdos y Acorazados¨ y ¨Mi Segundo Hermano¨, una comunidad.

Una comunidad de individuos (la ¨comunidad de la bomba¨, como bien es definida) que sufren sus existencias al mismo nivel, una comunidad de miseria, pobreza y sin embargo fuerzas para seguir adelante.

La historia se construye centrándose en la urgencia de un matrimonio para Yasuko, heredando así los patrones de los dramas ¨ozunianos¨, aunque ahora estando muy presente la feroz discriminación que los supervivientes sufren por sus propios compatriotas, al tiempo que se plantea una lucha constante entre la modernidad y la tradición (encarnada en los personajes de Yasuko y Fumiko) y el peligro de la superstición (el personaje de la ¨médium¨ es asquerosamente repulsivo).
Alrededor de esta trama principal donde también se hablará del progresivo resquebrajamiento familiar, Imamura observa, uno por uno, la recalcitrante amargura de los aldeanos; a ellos, todavía ignorantes de su desgracia (se preguntarán varias veces por qué la bomba tuvo que ser lanzada sobre Hiroshima), ha llegado la locura, la desafección, la enfermedad y una amenazante degeneración, tanto la física (que llega a Shokichi, Katayama o la misma Yasuko) como la mental (a Yuichi, Shigeko). Personajes inmersos en la ruina que han logrado adaptarse a ella, y el director se concentra en que el espectador sienta su dolor y su pesar.

La estructura narrativa, que va revelando nuevas sorpresas y desgracias de manera sobria y paulatina, se ve atravesada de ¨flashbacks¨ los cuales nos hacen regresar al fatídico 6 de Agosto; y es aquí donde se alcanzan los momentos más intensos y desgarradores, mostrando sin concesiones lo que es ser víctima de un ataque nuclear.
El nipón pareciera realmente haber estado allí filmando los hechos; particularmente arrolladores son esos instantes donde un niño con el cuerpo abrasado intenta convencer a un joven de quien afirma ser su hermano pequeño, una mujer mece en sus brazos a un bebé quemado o un hombre narra a Shigematsu cómo dejó morir a su hijo...

Memorable también ese momento donde a Yuichi, de lejos el mejor personaje del film interpretado por un maravilloso Keisuke Ishida, le asaltan los recuerdos de la guerra (secuencia que por su estilo rupturista podría haber sido rodada por Seijun Suzuki o quizás Bergman) tras hablar con Yasuko, a quien da vida Yoshiko Tanaka, del mismo modo que logran Shoichi Ozawa, Masato Yamada, Etsuko Ichihara y sobre todo Kazuo Kitamura en sus respectivos papeles. Sin duda una bendición que Imamura contase con un elenco tan entregado pese a exponerlos a mil penurias (les prohibió marcharse del set durante todo el rodaje para que se habituaran al estilo de vida de sus personajes, lo que generó bastantes conflictos durante la producción...).
Takashi Miike, entonces joven asistente de dirección y actor en la película, comentó el problema de terminar la historia sin una conclusión como tal; en efecto un final filmado en color y ubicado diez años después en la historia nunca apareció. Pese a esto, ¨Lluvia Negra¨ fue un enorme éxito de crítica y público (como la película de Ridley Scott de mismo título aunque diametralmente distinta estrenada aquel año), y premiada en innumerables festivales; la angustiante crónica de un apocalipsis y negrísimo drama psicológico.

Imamura, que en ese momento cuenta con tres décadas de carrera y más de veinte obras, realiza (se puede afirmar sin temor a equivocación) la mejor de ellas.
Uno de los más aplastantes títulos de la década de los 80.



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