Ah, los hermanos Balcázar… Mi abuelete trabajaba en una empresa de atrezzo que trabajaba con ellos – Mobles Miró – y estaba mucho por sus estudios y por su backlot oestero, Esplugues City. Mi señor padre tiene muchos recuerdos de ir corriendo por hí en ese tiempo. Bueno, el caso es que ni ellos escaparon a la tentación de hacerse su Bond clónico con el inefable Antonio Margheriti dirigiendo.
Un actor habitual de la serie B americana de los 50-60, Anthony Eisley, toma el papel protagonista, un agente de la CIA tan eficiente que el Departamento del Tesoro le da fondos ilimitados para trabajar, luego, es multimillonario. Su jefe inmediato es la joven y sexy capitana Flanagan, que no duda en seducir a su subalterno cuando quiere. La interpreta una cierta Diana Lorys, una señora madrileña muy sexy. Asoma por ahí José María Caffarel, padre de la que fuera directora de RTVE hace una década, gran actor de teatro y doblaje que tenía una habilidad especial para meterse en proyectos cutres. Ninguno de los actores destaca especialmente, la verdad: cumplen con el expediente y ya.
Guion de Alfons Balcázar y un José Antonio de la Loma no acreditado, que es de hecho el nombre que me ha atraído realmente a ver la película. Qué os diré: las escenas de acción parecen de película de los años 30, y la omnisciente narración (al menos en la versión doblada al inglés que he visto) se hace pesada. Sin embargo, la historia, que como todo buen eurospy es una tontería como una casa, está bien trazada, tiene sentido y ritmo.
Con sus cutrísimos sets, montaje más bien flojucho y exceso de imágenes de archivo y la risible carrera contra el reloj que del prota en que las tres cuartas partes son retroproyecciones y planos de un coche de juguete, os vais a pensar que esta película no tiene redención a nivel técnico. Pues sí la tiene: la música. Riz Ortolani generalmente mejoraba todas las películas donde trabajaba con sus irresistibles ritmos basados – generalmente – en el jazz.
Es malísima: el Eurospy más cutre (que no el peor) que he visto pero tiene su encanto especial e incluso me ha llegado a parecer entretenida. Tras dudar entre un 5 y no ponerle nota, me he inclinado por lo segundo: es una de esas cutradas que hay que ver acompañado para que dé más risa y se convierta en una experiencia mucho más divertida. ¿Qué más queréis? ¡Margheriti siempre entretiene!
bigladiesman
--
Ah, los hermanos Balcázar… Mi abuelete trabajaba en una empresa de atrezzo que trabajaba con ellos – Mobles Miró – y estaba mucho por sus estudios y por su backlot oestero, Esplugues City. Mi señor padre tiene muchos recuerdos de ir corriendo por hí en ese tiempo. Bueno, el caso es que ni ellos escaparon a la tentación de hacerse su Bond clónico con el inefable Antonio Margheriti dirigiendo.
Un actor habitual de la serie B americana de los 50-60, Anthony Eisley, toma el papel protagonista, un agente de la CIA tan eficiente que el Departamento del Tesoro le da fondos ilimitados para trabajar, luego, es multimillonario. Su jefe inmediato es la joven y sexy capitana Flanagan, que no duda en seducir a su subalterno cuando quiere. La interpreta una cierta Diana Lorys, una señora madrileña muy sexy. Asoma por ahí José María Caffarel, padre de la que fuera directora de RTVE hace una década, gran actor de teatro y doblaje que tenía una habilidad especial para meterse en proyectos cutres. Ninguno de los actores destaca especialmente, la verdad: cumplen con el expediente y ya.
Guion de Alfons Balcázar y un José Antonio de la Loma no acreditado, que es de hecho el nombre que me ha atraído realmente a ver la película. Qué os diré: las escenas de acción parecen de película de los años 30, y la omnisciente narración (al menos en la versión doblada al inglés que he visto) se hace pesada. Sin embargo, la historia, que como todo buen eurospy es una tontería como una casa, está bien trazada, tiene sentido y ritmo.
Con sus cutrísimos sets, montaje más bien flojucho y exceso de imágenes de archivo y la risible carrera contra el reloj que del prota en que las tres cuartas partes son retroproyecciones y planos de un coche de juguete, os vais a pensar que esta película no tiene redención a nivel técnico. Pues sí la tiene: la música. Riz Ortolani generalmente mejoraba todas las películas donde trabajaba con sus irresistibles ritmos basados – generalmente – en el jazz.
Es malísima: el Eurospy más cutre (que no el peor) que he visto pero tiene su encanto especial e incluso me ha llegado a parecer entretenida. Tras dudar entre un 5 y no ponerle nota, me he inclinado por lo segundo: es una de esas cutradas que hay que ver acompañado para que dé más risa y se convierta en una experiencia mucho más divertida. ¿Qué más queréis? ¡Margheriti siempre entretiene!
Me gusta (0) Reportar