“La autorrevelación es la aniquilación del ser”
Abel Ferrara es uno de los cineastas más audaces de la última época, toda su obra está marcada por su visión personal y única de lo que nos rodea. Lo cual le ha granjeado, por supuesto, fans acérrimos y detractores.
En The Addiction nos muestra una Nueva York en tonos de luz y sombras, una rareza estética que no deja de remitirnos al expresionismo alemán, en fondo y forma, pues la trama decurre entre una caída a los infiernos y la búsqueda de una posible redención. El Vampirismo es solo una excusa para explorar el alma humana, la drogadicción, la soledad existencial, el sentimiento de culpa. Somos malvados porque la maldad es intrínseca a nuestra condición humana, somos pecadores en esencia, es nuestra naturaleza y es ingenuo pretender escapara a ella.
Los vampiros de Ferrara están por encima del bien y del mal. Se reconocen entre ellos y a sí mismos como lo que son. ¿No hay redención? En la última escena veremos que la Luz siempre vence al final
¿Vampiros existencialistas? Es una buena idea pensar que si existieran y le dieran a la filosofía serían así pero, ¿realmente hace falta introducirse en seres imaginarios para que esto sea real? ¿No son los vampiros una agria metáfora del ser humano?
No se puede negar que la película es pedante como pocas y eso ya puede causar rechazo a la gran mayoría del público, en mi caso, no son pocas las obras que me han provocado esa sensación por su contenido pretencioso.
No es el caso en este film de Abel Ferrara, es más, aquí justifico la pedantería de su obra, desde su fotografía hasta el contenido.
¿Historia? No hay, no voy a engañar a nadie, es cine con otro tipo de contenido al convencional, por lo que quien busque simplemente una historia que busque por otro lado porque aquí no hay. Esto se acerca más a una tesis aunque con algo de contenido cinematográfico.
Para acompasar al incómodo contenido se decidieron por los vampiros, y para darle aun más énfasis al aura pútrida que se respira en su guión, se eligió una fotografía en blanco y negro que consigue transmitir visualmente la decadencia de los mismos vampiros. Finalmente no está de más algo de sangre que a pesar de ser muy ligera, aumenta su eficacia con esos trucos audiovisuales y ya está. Un gran acompañante del guión que solo por ello merece una mención honorífica.
Quedando resuelto ese asunto, los vampiros son la representación de la misma sociedad donde se representa especialmente la decadencia del hombre según Nietzsche y su representación del superhombre en los vampiros, aunque al filósofo alemán dudo que le gustara el final, pero lo justificaría en que Ferrara no buscaba guiar al espectador a través de un solo pensamiento (O varios, no es poca la literatura de diferentes filósofos nombrada) y decide apostar por una visión del perdón a través de la fe. Bueno, cada cual que razone a su manera sobre el contenido del film, son demasiados matices como para comentarlos y sobre todo para ponerse pedante.
Lo único que comentaré acerca del film es que me ha encantado, tanto en su contenido como visualmente
Aunque eso sí, no trasciende nada al género vampírico, no solo por lo que ya he comentado sobre su utilidad aquí, sino que además no se salen del perfil más clasicista, es más, cada vampiro representado tiene un perfil parecido a los de ¨Entrevista con el vampiro¨.
Vampiros existencialistas. ¿Quién mejor para cuestionar la existencia y sus entresijos que un ser llevado al límite que ha de justificar el ¨mal¨ y la muerte por imperativo vital? Desde luego si admitimos que el vampiro existe (cinematográficamente hablando), hemos de presuponer que su drama trasciende lo cotidiano, y que entre sorbo y sorbo entregue su tiempo a la reflexión (quien soy, a donde voy...) debe ser visto como un ejercicio enfocado hacia la conservación de la salud mental, en el hipotético caso de que esta no se haya evaporado junto a la mortalidad, y no como una banalidad diletante; el drama del yo interpolado.
The addiction es una apuesta por lo novedoso, la sangre bien puede ser una excusa más o menos estética para explorar el corazón humano. No somos malvados porque pecamos, pecamos porque somos malvados.
Abel Ferrara puede ser considerado un director undeground, o de cine de arte y ensayo. Para mi personalmente no vale nada y no pasa de ser un tipo sobrestimado.
Vale que una pelicula no tenga medios economicos, vale que sus actores sean noveles, improvisados ó hasta colegas tuyos; pero si encima la pelicula es MALA, con un mal guion, una idea vacia y una falta total de contenido entonces no me tomes el pelo Abel Ferrara y dedicate a otra cosa.
Extraña película que si no eres de mucha paciencia puede fácilmente antojarse demasiado lenta, pesada y aburrida. Su historia o argumento pienso que sigue siendo bastante original a día de hoy. Muy carente de acción, sangre y violencia únicamente la recomiendo para personas algo crecidas o ¨maduras¨.
rara y excentrica peli de ferrara como no interesante esta historia sobre vampirismo yen definitiva sobre la condicion humana pese a su ritmo lento su reparto compensa
He quedado gratamente impresionado por esta pelicula, los temas estan muy bien tratados y la analogia que se hace sobre la necesidad de sangre y la adiccion a las drogas...muy bien
Como me aburri, Dios! Un plomo esta pelicula, parece clase z asi que ni me la tome en serio.
Mi calificacion: 0!
maravillosa pelicula de Abel Ferrara (en mi opinion su mejor film) que trata el tema del vampirismo desde una optica totalmente original y fascinante. las referencias filosoficas y religiosas dan a la pelicula una profundidad y un calado muy poco habitual en este tipo de cine. el director demuestra claramente que lo que algunos llaman libertad (falsa libertad desde luego) puede arrastrarte a la adiccion y a la esclavitud mas atroces. las interpretaciones son magnificas (sobre todo Lili Taylor) el guion es inteligente y el estar rodada en blanco y negro le da un mayor realismo a la historia, en definitiva una pequeña obra maestra que demuestra que el cine de terror cuando quiere puede ser muy grande. o
Una obra maestra de ese señor llamado Abel Ferrara, capaz de hacer señores bodrios como " el asesino del taladro " o " El ángel de la venganza ", y maravillas como esta o " Teniente Corrupto ".
Un film perfecto, filosófico,y por supuesto plenamente religioso ( algo ya de merito, porque escupir a la religión para hacer buenas pelis lo hace cualquiera), con constantes referencias a Nietche, Heidderger, Sartrer, al mismísimo Jesucristo, o a las mejores escrituras de Fernando Pessoa, dónde la adicción es lo " menos " importante, aunque sea el consecuente , o el " Leiv motiv " del tema principal de Ferrera, el " perdón ", mediante la redención ( quizá eso sea lo que menos le mole a la gente de esta peli, porque hasta ese momento la cosa a veces se pasa de macarra ), lograda tras una catársis violenta o/y una asunción del dolor y la reflexión de la propia culpa.
Aunque no venga mucho a cuento, esta frase de " Teniente Corrupto " viene a definirnos esta maravilla.
" Hoy los vampiros están de suerte, pueden alimentarse de los otros, nosotros tenemos que consumirnos, debemos de consumirnos las piernas para tener energía para poder andar , tenemos que venir para poder ir, tenemos que succionarmos, tenemos que consumirnos hasta que solo nos quede el apetito, darnos, darnos... y darnos, tenemos que dar para que nuestra vida tenga sentido... no vale la pena, Jesucristo lo dijo tantas veces, nadie lo entenderá jamás porqué, porqué lo hicistes, en el futuro te olvidaremos... que pena "
En definitiva, una nueva dimensión para un tema que pocos revuelos metafísicos ha aportado ( aún recuerdo a " Martin " de Romero, y poco más )
Una de las mejores películas de vampiros que he visto, con un prima diferente y un Cristopher Walken tan genial como es habitual. Enfoca el vampirismo como un verdadero horror y drama personal. Altamente recomendable para los jugadores del juego de rol Vampiro, La Mascarada.
Genial vision sobre el vampirismo, rompiendo todos los topicos y dandole una nueva dimensión.
Extraordinaria.
Una muy buena pelicula en blanco y negro con una vision diferente del vampirismo.A destacar la escena de la fiesta(vaya festin!).
Críticas: 14
Mad Warrior
6
Es preciso recordar la disertación de Kathleen, en la penumbra de su dormitorio. Ya no es ¨Pienso, luego existo¨, ahora es ¨Peco, luego existo¨.
¿Desde cuándo esa idea sustituyó al precepto universal?, ¿y cuál fue primero?
Pensamiento, intencionalidad, vivencia, construcción. De la voluntad de destrucción a partir de una adicción; ¿cuál sería la necesidad básica de esa totalidad de la dirección de nuestras decisiones cuando el origen de la necesidad se halla perdido en una conciencia desgarrada por el ansia de autodestrucción? Kathleen ya no puede abandonar su deshumanización, está consumida, entre las sombras de una enfermedad, la adicción, que mecaniza sobre el desastre y conduce la vivencia a defender un valor moral erróneo. El fin consciente de la Humanidad. Ese es el propósito por el que luchamos.
Abel Ferrara lanza su perorata, directo y petulante, desde los confines de ese cine independiente en el que se ha vuelto a sumergir tras una no tan enriquecedora experiencia ¨mainstream¨ para Hollywood; se vuelve a rodear de un equipo pequeño, fija tres semanas de filmación en las calles de New York y afronta un subgénero muy explotado desde un original punto de vista gracias al guión, complejo, analítico y repleto de referencias elevadas, de su inseparable Nicholas St. John, que emplea como una herramienta de expiación propia, pues él también ha sido consumido por la adicción, a la heroína, condenada de manera explícita.
El reflejo de la misma se liga a dicho subgénero: las fábulas de vampiros, un cine perdido, según el director, en las corrientes comerciales, tirando para desvíos cómicos o alimentados por la reciente romántica epopeya de Coppola. Y como el terror no es su medio preferido tiene la audacia de deconstruirlo y armarlo conforme a interesantes ideas; es por tanto muy conveniente que su protagonista sea estudiante de filosofía, a quien acompañamos en una horrible proyección sobre la masacre de My Lai y el hombre, William Calley, condenado por ello.
Reflexiona St. John en boca de la chica: un suceso de este calibre no puede ser atribuido a una sola persona, la guerra crece y evoluciona a partir de otra. Un suceso trágico que se repite en la Historia. ¿La causa? En la disertación aparece Annabella Sciorra (Casanova) y la historia cambia de dirección de forma abrupta; Ferrara utiliza el granulado en un blanco y negro de expresión gótica, que modela magistralmente Ken Kelsch, y nos golpea con una de las secuencias más asfixiantes de la Historia, o al menos del cine de terror. Se produce una transmisión vampírica a ras de acera; Kathleen es elegida de la nada, víctima arbitraria de la violencia, incapaz de rechazar a su atacante, que le hinca los dientes en el cuello.
Es como si, sin dejar de sostener el plano lateral, el director nos hubiera arrastrado a una realidad paralela de monstruos en la sombra, que emanan desde los rincones del mundo que consideramos real y nuestro. ¿Y esta violencia de dónde viene? Este es el aspecto más relevante de ¨The Addiction¨: lo inexplicable, que evita revelar el origen de la tragedia. La conversión en Kathleen comienza, ¿pero quién convirtió a la mujer que la convirtió, quién le transmitió el ¨virus¨? A colación de los desastres de la Historia bien representados en las crudas imágenes del Holocausto no hay un culpable único, la violencia es parte de la Historia porque es parte del ser humano.
Porque la llevamos dentro, pero la filosofía, que divaga en innumerables pensamientos, no ayuda a conocer el origen de la deshumanización. Lili Taylor logra una imagen icónica tras sus gafas de sol, pelo revuelto y físico demacrado, buscando víctimas para saciar su sed, en las calles de esa Manhattan que Ferrara radiografía con su particular nervio, un agujero humeante y oscuro de seres que deambulan entre tinieblas sin saber qué son, mientras conecta la adicción a la heroína con el ansia vampírica (la jeringuilla que va transmitiendo la sangre de un cuerpo a otro). Al igual que todos sus personajes, Kathleen no es más que eso, otra adicta (también lo era Frank White al poder o el teniente corrupto a las drogas).
Si el guión se muestra caótico y mediocre presentando personajes sin cesar que, o bien aparecen para morirse o para decir cuatro frases y largarse, la película se eleva a las alturas con la introducción de Christopher Walken en un papel pequeño pero inmenso para con la propia historia (si bien tenía en un principio el que acabó interpretando Sciorra). Otro momento de pura ruptura; tras las cacerías nocturnas y los ataques, Kathleen encuentra a otro ¨adicto¨, pero uno consciente de lo que es, el lado racional y con la intención de revertir el proceso para aspirar a la humanización.
Cual maestro enseña a la chica en su búsqueda antes de que el ansia confunda sus intenciones. Vence, no obstante, el lado de la violencia de la voluntad y la asunción del Mal que representa Casanova. Es porque, como nos ha ido bombardeando a través de las numerosas referencias y citas filosóficas, St. John insiste una vez más en la maldad sin origen, maldad inherente al ser y la intención que hay que despertar con la vivencia. El director, por su parte, desata la locura durante un clímax de orgía sangrienta y visceral, y por fin nos brinda la oda apocalíptica que tanto pedía a gritos la protagonista y el propio film.
Remitiendo a Romero y Tourneur hace del vampirismo una enfermedad incurable mientras llena la pantalla de imágenes poderosas y extrañas, de sensaciones cruentas, sonidos penetrantes y olores fuertes, una experiencia de registros de gran potencia psicológica y visual rematada con el clásico anhelo de redención cristiana típico de su cine y de los guiones de St. John. Pero no sabemos si se consigue...
Kathleen mira su ¨tumba¨; aniquilado su ser ya puede aspirar a la autorrevelación. El director deja algunos de sus demonios más profundos en este cuento callejero enfermizo, inclasificable en el género, en la década, incluso en su filmografía...
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