Ficha Big Bang Love

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Críticas de Big Bang Love (2)




Mad Warrior

  • 30 Aug 2022

8



Esquinas oscuras y espectros que surgen de sentimientos que en un lugar lejano no pudieron ser conocidos; en la recóndita penumbra de este cubículo cuyo hedor a testosterona asfixia hasta el último miligramo de oxígeno, dos seres de interiores caóticos se encuentran para experimentar un amor inalcanzable, a más de 4 billones de años luz de distancia...

En este laberinto metafísico e ¨intrafilosófico¨ nos adentra Takashi Miike, ni corto ni perezoso, y después de habernos ofrecido con ¨Waru¨ uno de sus trabajos menos apasionantes, por enésima vez centrado en el mundo de la yakuza; pero nos encontramos en un momento (mediados del 2.000) donde el nipón muestra incombustible sus habilidades creativas, en todo tipo de propuesta, y la superación y la sorpresa parecen ser una tónica en aumento (tanto más cuanto que en aquellas fechas filma ¨Izo¨, ¨Sun Scarred¨ o su escalofriante entrada en la serie ¨Masters of Horror¨).
Vuelve a salirse de todos los límites al llevar a la pantalla otra obra del legendario autor y mangaka Asaki Takamori, un relato fantasma que vería la luz después de su muerte, ¨Shonen ¨A¨ Elegy¨, renombrada como ¨46-okunen no Koi¨ por su colaborador habitual Masa Nakamura. La voz pausada de Kenichi Endo ya se encarga de llevarnos a un plano de realidad lo más alejado del mundo real a través de una poética prosa sobre el tiempo y el espacio; el director, al igual que en ¨Izo¨, rompe paredes y esferas, en danzas y simbología espiritual, emerge de entre escenarios asimétricos su lado más posmoderno, rebelde y experimental...

¨¿Qué clase de hombre quieres ser?¨, pregunta un sabio anciano a un niño. La entrega al destino confluye con la danza butoh de Jo Kanamori, secretando movimiento y masculinidad, por la que la cámara siente una enorme fascinación; no en vano esta una historia habitada por hombres, profundizando de nuevo el director en la intimidad de las relaciones homosexuales, apartando (o más bien asesinando) a las mujeres del entorno, que son recordadas como objetos de culpa. Con gran economía de medios, nos encierra en un escenario esencial sin escenarios, la prisión abstracta que alberga a los peores criminales.
Jun y Shiro son los pilares del extraño romance que se desarrolla en su interior, así como de la investigación sobre la muerte del segundo; con respecto a esto, es una muerte sin explicación que dos detectives (Endo y Renji Ishibashi) deben esclarecer, nada más que un ¨whodunit¨, no inverso, pues si el autor del crimen ha sido Jun sigue siendo un misterio. Una investigación donde se deja al espectador ocupando el lugar del que investiga, para sacar su propia conclusión, al estilo de los jueces ¨invisibles¨ en ¨Rasho-mon¨; pero Miike admitió que su película ¨debería verse con la mente en blanco, como quien observa a un pez tropical en la pecera¨.

Nakamura no podría haber configurado mejor entorno para el relato de misterio de Takamori, que plasma rico en detalles Nao Sasaki y es fotografiado con una belleza hipnótica por Masato Kaneko; aunque aquí el misterio no reside en la propia trama del crimen, sino en la evolución de los dos implicados, ya personajes típicos de la obra del cineasta, en especial el primero (marcado por la fatalidad desde niño, forzado a la violencia, a vivir sin existir y viceversa). Evolución emocional y sexual en este teatro ¨avant-garde¨ de sangre, espectros, sonidos, formas que se engrendran en el inconsciente, entre el surrealismo ¨lynchiano¨, la inventiva de Chan-wook Park y las ideas de Von Trier en ¨Dogville¨, grandes referencias.
Viajando adelante y atrás en el tiempo, a veces con más acierto que otras (el crimen se resuelve de improviso, con un mero ¨flashback¨), echando abajo los muros que separan a personajes y espectadores, abriéndose paso por los agujeros que deja el argumento hacia mundos interiores minimalistas, el Miike de los imposibles de ¨Audition¨, ¨Gozu¨ o ¨Izo¨ atrapa y repugna entre venganzas, obsesiones, desolación, metáforas y preguntas sin respuestas a partir del amor/idealización del amor trágico que experimentan los espiritualmente destrozados Jun y Shiro, pareja alienada en el terrible reverso de la que protagonizó el ¨Happy Together¨ de Kar-Wai...

Mariposas, tatuajes étnicos, una pirámide hacia el Cielo, una nave hacia el Espacio, el tremendo Ryo Ishibashi maquillado como en una obra noh, cual fantasma, director de la prisión y hombre entre tinieblas por el suicidio de la esposa, del que Shiro es responsable (en el film se omite el acto sexual entre ambos), mujer cuya figura ¨kayakizada¨ permite irrumpir en el puro ¨j-horror¨; el único gran fallo (no cometido en el libro) es salir de la prisión, rompiendo el propio concepto de la película, pero sirve a aquél para ejemplificar su naturalidad a la hora de mirar al exterior, filmarlo a ras de acera y a las gentes que por allí pululan.
El mayor fantasma aquí es el de la infancia perdida y la inocencia arrebatada (tema al que Miike siempre vuelve), la naturaleza sexual y el sadismo también invitan a las fatalidades, los celos y el crimen son dispositivos del azar y la culpa, el suicidio la única forma de acabar con el dolor, el triple arcoiris como revelación bíblica, al final el destino es el Cielo. Y mientras, las banales contestaciones de los presos a los detectives sobre el caso, resuelto sin resolver, dejándonos un vacío desolador y confuso, aunque menos perturbador que en ¨Gozu¨...

Bien mirado, ésta podría ser la versión más sentimental y menos delirante de la película de 2.003, sin abandonar riesgos estéticos, narrativos y formales, pues Miike pone su fe ciega en todos ellos. Inclasificable a cualquier nivel, vibrante psicológica y visualmente, hay que habitar la prisión e inspirar su atmósfera desquiciada y romántica hasta que remueva el estómago y la conciencia a uno, cosa que sucede en todo momento.
Aparece en el Festival de Berlín pero confunde a la mayoría y es despreciada; sólo una pequeña base de fans le dará el crédito que merece...y al final, ajena a la odisea interior, en palabras de Ryuhei Matsuda, ¨la vida en el exterior sigue igual, nada cambia¨, la sociedad sigue fluyendo hacia un vacío infinito. A la cuestión ¨¿Por qué la boca del metro en primer plano?¨, tal vez guarde más de un importante significado.



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Black Metal

  • 21 Apr 2008

7


Una de las ultimas obras maestras del cine contemporaneo, dirigida por el siempre magnifico y delirante, ademas de extravagante y sanguinario, Takashi Miike.

Un drama psicologico, confusion y que la verdad, no hay por donde cojerlo, aparte de que solo son 80 minutos para descifrar lo endescifrable. Se pueden sacar teorias, pero con su inicio y conclusion acabas dejandolo por imposible.

Todo un ejercicio de variaciones de la historia, flashbacks, situaciones paranormales. Vamos, que la vida de los personajes es dramatica si, pero el entorno es pura ciencia ficcion.

Lo que nunca falla es el suicidio, algo siempre tipico en el cine de este cinefilo. La violencia, esta vez no es gore, sino violencia en combates, nuestro protagonista, como tambien es tipico y podeis observar en la foto es un Yakuza.

Por ultimo decir que en esta pelicula han contado con artistas de la talla, otros ya no tan conocidos, pero para ser los protagonistas sin unn reconocimiento y con escasa practica cinematografica, hacen un trabajo increible. Algo unico de Oriente es que, los artistas sin ningun tipo de trabajo anterior o con poca practica como interpretes hacen unos papeles realmente increibles, yo en mi vida he visto un actor malo de Oriente.

En fin los protagonistas son Ryuhei Matsuda que anteriormente trabajo en Nightmare Detective; Masanobu Ando que anteriormente trabajo en Battle Royale; Kenichi Endo que anteriormente trabajo en Azumi & Ryo Ishibashi que anteriormente trabajo tambien con Takashi Miike en Audition.



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