Pieza seminal del tokusatsu que el gran Teruo Ishii realizó para la Shintoho y que se convirtió en pieza de culto mundial gracias al avispado productor Walter Manley, que lo trajo a la tele yanqui y a los cines de todo el mundo. Esta primera entrega compila dos mediometrajes de 1957 de esta serie de bizarradas con el superhéroe Super Giant (Starman en EE.UU., Spacemam en Europa y Superman, así, con dos cojones, en España), un androide de lo más majete que procede del planeta Esmeralda ,enviado para preservar la paz mundial.
Ken Utsui, actor por otro lado de mucho prestigio en Japón ya en ese tiempo, es el protagonista principal. Parece que su Starman tiene dos caras, una robótica y fría cuando se enfrenta a los malosos y otra sonriente y gentil cuando está entre la gente. Creo que en efecto debe ser un buen actor, pero muchos apuntan que se toma demasiado en serio el papel. Tampoco puedo decir mucho más porque en esta versión americana esta doblado por un señor que tiene una voz que parece una versión casposa y bizarra (en el sentido DC Comics) de Humphrey Bogart. También dobla al malo, creo: parece la misma voz, sin disimulos. Nada que decir sobre el resto del reparto.
El guion americano parece seguir poco más o menos el original, pero corta unos 20 minutos de los mediometrajes originales. La verdad es que los malvados magolianos son de traca: una mezcla entre yanquis, rusos, chinos, nazis (usan el saludo romano) y satanistas (parecen rendir culto a una figura que recuerda a lo que imaginamos como Lucifer) que se visten de condones mutantes y quieren - ¿Qué me dise usté? – conquistar el mundo con su arma nuclear.
El principal defecto y encanto de esta película es el aspecto técnico: a los lrisibles FX se le suma la torpe realización americana, musica reciclada y una dudosa calidad de sonido. Lo único positivo aquí es la ya habitual habilidad de Ishii y sus compañeros a la hora de rodar sórdidos exteriores urbanos, lugar ideal para una película de acción.
Inclasificable y absolutamente recomendable para todo fan del cine trash asiático que se precie de serlo. Ayuda mucho la intervención americana, que empeora-mejora el resultado final, haciendo el producto aún más ridículamente divertido y adictivo.
bigladiesman
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Pieza seminal del tokusatsu que el gran Teruo Ishii realizó para la Shintoho y que se convirtió en pieza de culto mundial gracias al avispado productor Walter Manley, que lo trajo a la tele yanqui y a los cines de todo el mundo. Esta primera entrega compila dos mediometrajes de 1957 de esta serie de bizarradas con el superhéroe Super Giant (Starman en EE.UU., Spacemam en Europa y Superman, así, con dos cojones, en España), un androide de lo más majete que procede del planeta Esmeralda ,enviado para preservar la paz mundial.
Ken Utsui, actor por otro lado de mucho prestigio en Japón ya en ese tiempo, es el protagonista principal. Parece que su Starman tiene dos caras, una robótica y fría cuando se enfrenta a los malosos y otra sonriente y gentil cuando está entre la gente. Creo que en efecto debe ser un buen actor, pero muchos apuntan que se toma demasiado en serio el papel. Tampoco puedo decir mucho más porque en esta versión americana esta doblado por un señor que tiene una voz que parece una versión casposa y bizarra (en el sentido DC Comics) de Humphrey Bogart. También dobla al malo, creo: parece la misma voz, sin disimulos. Nada que decir sobre el resto del reparto.
El guion americano parece seguir poco más o menos el original, pero corta unos 20 minutos de los mediometrajes originales. La verdad es que los malvados magolianos son de traca: una mezcla entre yanquis, rusos, chinos, nazis (usan el saludo romano) y satanistas (parecen rendir culto a una figura que recuerda a lo que imaginamos como Lucifer) que se visten de condones mutantes y quieren - ¿Qué me dise usté? – conquistar el mundo con su arma nuclear.
El principal defecto y encanto de esta película es el aspecto técnico: a los lrisibles FX se le suma la torpe realización americana, musica reciclada y una dudosa calidad de sonido. Lo único positivo aquí es la ya habitual habilidad de Ishii y sus compañeros a la hora de rodar sórdidos exteriores urbanos, lugar ideal para una película de acción.
Inclasificable y absolutamente recomendable para todo fan del cine trash asiático que se precie de serlo. Ayuda mucho la intervención americana, que empeora-mejora el resultado final, haciendo el producto aún más ridículamente divertido y adictivo.
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