Ficha Equus

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Críticas de Equus (3)




Mad Warrior

  • 12 Mar 2022

8



Apartados en la oscuridad, ¿cómo podemos ver? Pero no tanto una oscuridad metafórica como una absolutamente palpable, la oscuridad de una sociedad que se aferra a las garras opresoras y pertinentes del conformismo.
Puede que el rendirse ante la desafección sea el modo más rápido de anular todo rastro de pasión. La desafección emocional, psicológica y espiritual...

A veces cruzar a otro plano de realidad en mitad de la sociedad puede resultar agotador y el método más seguro para producir una autodestrucción de los valores ¨traidicionales¨; Alan cruza sin problemas, pero el horror se apoderará de él cuando sea contemplado por el Dios que le resguardaba. Seis víctimas inocentes caen bajo su éxtasis de crueldad, seis preciosos caballos, el perfecto símbolo de la burguesía inglesa que la ha distinguido durante siglos completamente inválido, destruido; el judío nacido en Lancashire, Peter L. Shaffer, teorizaba sobre los motivos que habían llevado a un joven a perpetrar tamaño crimen sucedido realmente.
Su construcción y reconstrucción empleando su genio de dramaturgo, ya consumado, cristalizaron en una de las piezas teatrales más complejas e impactantes del siglo XX, aplaudida y analizada con el mismo ahínco, y representada infinidad de veces desde su estreno oficial en Londres en 1.973; a éste y a otras representaciones había asistido Sidney Lumet, quien quedó maravillado con el torrente de emociones y la profundidad psicológica que emanaba la obra. El de Philadelphia está en un punto álgido de su carrera; si bien el gran éxito de taquilla le es algo esquivo, los críticos y la Academia le adoran.

Ello quedará demostrado en la feroz ¨Network¨, uno de sus logros más eficaces y duraderos. Se produce el extraño milagro; entre esta película arrolladora y la decepcionante versión musical de ¨El Mago de Oz¨ aparece ¨Equus¨, que el director concibe junto al mismo Shaffer, pues de otro modo habría resultado imposible, y consciente de la necesidad de compromiso y profesionalidad, Peter Firth y un Richard Burton en cada vez peor estado de salud y vida personal son fichados debido a sus brillantes interpretaciones de la obra en repetidas ocasiones.
Empieza la historia. El director, un maestro en eso de llevar el teatro al cine, adapta la rigurosidad, minimalismo y expresión metafórica de los escenarios a la pantalla y no puede hacerlo si no es por medio de una poderosa inventiva visual, trasladada al realismo más crudo y a las escisiones de fuerte carga onírica; Burton vuelve a meterse en la piel del doctor Dysart, y recita sus graves monólogos sin problemas. Cuando le conocemos ya está inmerso en las tripas del confuso universo que se ha alzado a su alrededor por culpa de su paciente Alan, ya somos testigos de cómo le ha afectado conocer al chico; su conflicto interior es corrosivo y agotador.

En una revisión simplista, podríamos enlazar esta historia con otra anterior de Lumet, ¨La Ofensa¨ (también una obra teatral), situando en un mismo nivel al torturado sargento Johnson de Connery con el atormentado psiquiatra Dysart de Burton, conscientes de que una fuerza se remueve en su interior, violenta y despiadada, contra todo aquello que se perfila en perfecto orden en el exterior que habitan, y que únicamente precisa de un encuentro inesperado para impulsar su salida. En esta ocasión el exterior es el de un centro psiquiátrico donde se intenta convertir en seres ¨normales¨ a los que no lo son.
Más allá de estos muros no poco opresivos parece erigirse una sociedad fría, estéril, hostil y distante, mayormente gris. Alan aparece para desbaratar la existencia tan minuciosamente edificada sobre el hastío y la desafección en la cual Dysart se ha prestado a vivir sirviéndose del resignado mutismo; Firth, habiéndose metido en la piel del joven ¨criminal¨ tantas veces, no le cuesta hacerlo frente a la cámara, que lo enfocará desde todos los ángulos posibles para magnificar su interpretación. Cuando llegan las primeras confrontaciones entre ambos podemos quedarnos tan impresionados como el veterano doctor.

Mientras tienen lugar sus disertaciones personales a modo de cuidadosos y graves monólogos, éste no tarda en profundizar en la psique del muchacho.
Empieza la primera fase de revelación: una familia disfuncional es uno de los resortes básicos del desastre, esa combinación perfecta de un padre indiferente y distante y una madre ultracatólica, sobreprotectora y quizás abusadora, que engendran un niño retraído, temeroso y antisocial; de repente la fascinación religiosa, los primeros símbolos, así como terribles secretos, fobias y filias que salen a luz poco a poco.

Como en todo drama protagonizado por un psicólogo y un paciente, el primero no tarda en sentirse absorbido por el complejo mundo que ha elaborado el segundo. Empieza la segunda fase de revelación: creación de un dios a partir de la adoración ligada al sufrimiento, la bíblica en todo caso, así como una obsesión que conecta la pulsión sexual con la belleza, pero una belleza superior a todos los elementos mundanos, nunca decorativa o meramente seductora, sino sacrificial y antecámara de la muerte, la destrucción, la autodestrucción y la resurrección. Si tal adoración se corresponde con el sacrificio y el dolor, no podría quedar simbolizado de mejor manera que en la figura del caballo.
La bestia que quizás mejor represente la libertad, encadenada como esa imagen de Jesucristo encaminándose a su calvario; ¿es un anhelo del ser humano domesticar lo sagrado, destruirlo o poseerlo? Equus emerge como el dios esclavo de la pasión, la consagrada al éxtasis por el placer de la liberación espiritual y emocional, seguramente la que no se ata a ninguna convención establecida en el mundo humano, un placer basado en arrollar a la creación y sobreponerse a todos sus límites, un placer dionisíaco que eleva la mera obsesión sexual a un ritual sagrado. Empieza la tercera fase de revelación.

Frente a esta consagración de gozo último, el doctor Dysart. Un conflicto que se remonta a lo mitológico, Dionisos y Apolo, lo sagrado y lo terrenal; éste cree vivir a través de lo elevado, pero no vive. Dysart ve toda su existencia debilitada por la pasión de Alan; una vida matrimonial presa del hastío, una vida profesional entregada a la rutina, una vida emocional estrujada hasta las últimas consecuencias y que intenta sustituir con el uso de la razón, sobreponiendo la falsedad y la autoconsciente carencia. Mientras Dysart sueña con una civilización sagrada el joven Alan la construye y la extrapola a la realidad, mientras el doctor está atrapado en la oscuridad el joven surge a la luz con una energía visceral.
Uno permanece ignorante en la caverna atado a una sociedad esculpida en piedra de la que al final sólo quedan ruinas (como la de los antiguos imperios que veneraban a un estricto orden de dioses, tan admirados por Dysart), el otro ha salido tras dominar a la entidad superior que allí rige sobre todas las cosas. Dysart como sacerdote del dios de la ¨normalidad¨, que le obliga a extraer la esencia de cada individuo (las tripas que extrae en los niños de su pesadilla) y hacerlos siervos ante él, Alan como mensajero del dios Equus, que lo impulsa a buscar el anhelo de la pasión y el deleite. La joven Jill como una Eva moderna, el placer mundano y sucio, terrenal y pagano, el cuerpo sin emoción, sólo impulso.

Llega la cuarta fase de revelación: al sucumbir Alan a su poder de atracción resulta una gran traición contra la divinidad de Equus a la cual había entregado su espíritu. Los ojos del dios-esclavo se vuelven vengadores como el dios bíblico, el que se eleva sobre la raza humana y la aplasta.
Lumet plasma la frontalidad alegórica teatral en elaboradísimas secuencias, visualmente poderosas e intensas (sobre todo en sus primeros planos), pero la culminación de su estilizada puesta en escena llega con uno de los momentos más terroríficos de su filmografía y la Historia cinematográfica en general, que hace literal lo que era simbólico en la obra.

Y queda transformado en un espectáculo de horror indigesto a la vez que acto de mayor sacrificio, el del mismo dios. Dysart comprende que una parte del alma de Alan se irá para siempre, y que el único modo de hacerle ¨regresar¨ al mundo de la razón y confortabilidad mundana es extirpándole su pasión, para luego arrojarla y analizarla como ruina histórica. En la quinta y última fase de revelación aquél comprende que se halla tan encadenado como Equus, a un mundo alzado a su alrededor en posesión de un dios cruel. Quizás el ser humano ejerce el dominio y tira de sus riendas.
El Johnson de ¨La Ofensa¨ quedaba absorbido por sus propias tinieblas; si éste desea salir de la oscuridad debe deshacerse de las cadenas de la opresión...debe acabar con lo humano y erigirse por encima de sus límites, ser su mismo dios, consagrado a la pasión. Una experiencia emocional y visual que desde luego no deja indiferente, tanto por su impecable factura técnica como por la fuerza de sus imágenes y discurso; Lumet nos pone a prueba con una de sus más extrañas producciones, y más próxima a la lista de duros y oscuros dramas psicológicos que realizó en la década anterior.

Nuevo fracaso de taquilla pero también elogiada por crítica y la Academia, que la nomina a varios premios.
Es también una de las más potentes interpretaciones de Burton en su larga carrera.



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Necromaster:

  • 8 May 2018

5


Comprendo la crítica de ¨lowell freeman¨, pero con la diferencia que a mí no me intrigó tanto, ni tampoco me acabó de convencer mucho. De hecho, cuando me dí cuenta de que esta surrealista película iba por derroteros en plan de ¨Arte y ensayo¨, ya perdí gran parte de interés en seguir el incomprensible argumento. No es un mal film, puesto que posee cierta calidad artística; pero tiene varios defectos: excesiva duración (¡más de 2 horas!), historia espesa, extrañísimos diálogos, y varias cosas raras más. Hay que tener mucha paciencia para verla entera, pues puede causar aburrimiento; aunque durante el delirante trayecto hay momentos apreciables, como todas esas locuras obsesivas del protagonista, y ese salvaje clímax final que no está nada mal... pero poca cosa más se salva. Y encima está rodada con un tono pseudo-teatral (de hecho está basada en una obra de teatro) que la acaba estropeando en gran parte. Así pues, ¨Equus¨ es una película atípica, original, inclasificable... pero también fallida, y sobretodo muy poco entretenida. Si la queréis ver, allá vosotros; yo ya os he avisado. -RESERVADA PARA FANS DE CINE FILOSÓFICO y EXPERIMENTAL. Puntuación: 5.



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Lowell Freeman

  • 18 Mar 2008

7



Una pelicula que me ha superado y me ha dejado en fuera de juego. A pesar de sus 137 minutos, la vi dos veces en una semana porque me dejó tan desconcertado y perdido que no supe que pensar de ella.

Le doy puntos por todo lo misterioso que envuelve a la historia, pero no puedo darle demasiado porque quizá se pierde en una trama tan compleja, que queda en la nada. Si tuviera que definir el género de esta película lo haría así: De género inclasificable, que mezcla con morbosidad el paganismo, la religión, los traumas sexuales, la locura, la psicología, la psiquiatría, la zoofilia, el sexo, la violencia, el suspense, el misterio y el terror. Casi nada.

Al ser una adaptación de una obra de teatro, la película muestra cantidad de monólogos, sobre todo del psiquiatra, donde prácticamente son indescifrables y surrealistas, y habría que trasladarse a su cabeza para poder descifrarlos. Deja este film mucho a la psique del espectador para que explore en su interior, y saque sus propias conclusiones.

Intentaré explicar cual es el significado general del film SPOILER: Equus es ese espíritu en forma de caballo pasional que nos ataca para dar forma a un trauma u obsesión que en la vida no has podido superar. Cuando el joven tiene de niño el encuentro con el caballo, sufre un trauma sexual, y el espíritu de Equus lo sustituye. Cuando el psiquiatra consigue curarlo, se da cuenta de que Equus ahora lo ataca a él, pues su vida matrimonial no funciona y es un lastre que arrastra desde hace años, y Equus se lo hace ver FIN SPOILER

Destacar los surrealistas monólogos, la aparición de Jenny Agutter, que sale preciosa como en ¨La fuga de Logan¨, y que su actuación en el film tiene una consecuencia primordial en el argumento por lo que provoca; también la morbosa y desagradable escena con los caballos en el establo (puede herir sensibilidades).

En general, rara, rara, rara, difícil de ver, de entender y de criticar... Pero interesante.



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Críticas: 3


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