Primer gran proyecto de Roger Corman, producido por la Fox por un considerable presupuesto. El Tío Roger quería realizar una aproximación semidocumental al famoso asesinato múltiple, sus personajes y su tiempo.
El reparto contiene a varias figuras del naciente ¨Nuevo Hollywood¨ en combinación con habituales de la ¨Troupe Corman¨: así, por un lado tenemos al excelso Jason Robbards como un Al Capone con terribles explosiones de carácter que ni físicamente ni en personalidad se parece en nada al auténtico: es una versión mitificada y dentro de ello y del mundo Corman, Robards hace muy bien su trabajo; no menos brillante está Ralph Meeker como su rival Bugs Moran, austero irlandés que quiere vengar a unos viejos amigos; George Segal y David Canary (famoso por ¨Bonanza¨) son los vacilones y violentos hermanos Gusemberg, lugartenientes de Moran, o Frank Silvera
Por el lado de la ¨Troupe Corman¨, tenemos a un joven Bruce Dern, al ex de Shirley Temple John Agar - estrella del baratillo cincuentero - o Joe Turkel como diversos gangsters. Jack Nicholson, Jonathan Haze y Dick Miller hacen sendos cameos.
La narración, parte integral en la acción para dar efecto documental corre a cargo, quién si no, de Paul Frees.
El guion del escritor y editor de revistas pulp Howard Browne pretende ser realista y minucioso. Acierta en muchas cosas (así como tiene un par de errores bastante gordos), algo señalado incluso por los más enconados detractores de esta película, pero se toma unas exageradas licencias dramáticas que casi se cargan el aire documental pero que incorporan entretenimiento a raudales, sobretodo la ya nombrada reconstrucción histriónica de Capone.
Los refuerzos técnicos que aportó la Fox fueron gente de la casa, y de altos vuelos: La música corre a cargo de Fred Steiner (hijo de Max Steiner) y Lionel Newman, de la famosa saga de compositores, y la fotografía es del prestigioso Milton Krasner, uno de los primeros grandes fotógrafos del cine en color. Al estar rodada en interiores, los decorados son muy importantes, y no defraudan: Jack Martin Smith y Walter M. Scott (que suman 9 Oscars entre los dos). Entre todos crean un ambiente creíble, lo que incluso sus fans consideramos como insólito en la carrera de Roger Corman.
Pese a recibir críticas polarizadas (precisamente casi todo aquello que sus detractores odian de ella es lo que aman sus fans) y con Corman dando la razón en casi todo a sus detractores, pues nunca ha estado satisfecho con ella - ¨Machine-gun Kelly¨ es la niña de sus ojos por lo que respecta a sus incursiones en el cine negro, y con razón -, la película ocupa su sitio entre las primeras películas del nuevo cine de gángsteres, que pretendía devolver al subgénero a sus raíces realistas, cínicas y violentas junto a la mucho más mítica, afamada y ambiciosa ¨Bonnie y Clyde¨, un camino que culminó el sempiterno ayudante de Corman Francis Ford Coppola cuando lanzó ¨El Padrino¨. Esta visión que se mueve entre el realismo y el pulp (de manera parecida a la serie ¨Los intocables¨) se ha ganado estátus de culto, y, francamente, creo que vale la pena echarle un vistazo. Entretenida, lo es un rato.
Película muy propia de Roger Corman, quien adapta la célebre matanza del día de San Valentín de 1929, directamente dirigida por el mítico Al Capone (aquí, Jason Robards). Corman elige un tono bastante alejado de la elegante serie negra de los 40 y tampoco cercano al rudo y violento thriller de los 60, para adoptar un tono de reportaje periodístico dónde un sólido, solvente y magnífico reparto, unido al eficaz y gran olfato de cineasta que siempre tuvo Corman y a un correcto reparto y equilibrio del resto de elementos dan como resultado una película interesante, entretenida y hasta sólida. Ahora bien, no es lo mejor del autor ni de lejos.
muy entretenida y realista peli de corman con una gran carga de violencia aqui el 14 de febrero siempre nos ponen el dia de los enamorados alli en estados unidos les podrian poner esta al menos a la familia bush les gustararia
Críticas: 4
Mad Warrior
8
Todo parecía normal aquel 14 de Febrero de 1.929. Bajo la nieve, Norteamérica aún no tenía ni idea de la gran crisis que afrontaría en breve. Otros problemas sucedían bajo las aceras.
Se preparaba un suceso que cambió la Historia de la nación, en un almacén de la calle North Clark a las 10:30 a.m..
Tal vez no fue el posterior ¨crack¨, sino la matanza dentro de aquel garaje lo que llevó la era de la locura, el desenfreno, el ¨jazz¨ y el alcohol a cauces más lúgubres. Aunque dichas matanzas siempre estaban circulando por culpa de los gángsters, tan famosos y respetados como odiados y temidos. En una época en que los grandes estudios apuestan por inyectar sangre nueva a sus productos, Roger Corman se dispuso a tratar aquel evento, la ¨Masacre del Día de San Valentín¨, pero desde un enfoque lo más realista posible; despreciado por 20th Century Fox años atrás, es irónico que volviera a su seno con un contrato que le aseguraba el mayor presupuesto de su carrera.
Por fin, después de una década curtiéndose y asegurándose una amplia legión de fans desde lo más bajo, y de su disputa con Columbia, tiene a su cargo un equipo enorme y casi 2 millones de dólares para recrear con todo lujo de detalles el despiadado asesinato de algunos de los gángsters más notorios de la parte Norte de Chicago durante la Prohibición; para ello recurre al hábil autor de ficción Howard Browne (director de la mítica revista Amazing Stories), quien ha escrito el mismo suceso para un programa de televisión, y con un impresionante trabajo de documentación.
Ya desde el mismo inicio podemos deleitarnos con él. Desde un travelling en descenso, bellamente filmado, a la ciudad de Chicago, alfombrada con la nieve de Febrero, un narrador de voz tosca empieza a ponernos en situación sin olvidarse una sola coma; se trata de una de las mejores introducciones de todo el cine de gángsters, a la que acompaña una secuencia con la que se deja patente la repugnante catadura de éstos. Corman hubo de soportar las clásicas presiones que tanto odiaba de los estudios, sin salirse del esquema de producción, sin poder rodar en Chicago ni tener a Orson Welles para dar vida a Al Capone...
No obstante también pudo presentar su historia como deseaba: sin concesiones ni subterfugios, sin verse obligado a introducir a un personaje romántico que luchara contra el crimen. Éste y Browne elevan el género a un nivel moderno inusual y vital para entender su mutación posterior, donde la mirada se produce siempre desde dentro, en dos sentidos, y ninguno bueno: la de George Moran y la de Capone, los caciques que a la ciudad tienen temblando por sus sangrientas luchas en plena calle. Corman no escatima en violencia. Al principio se nos muestra a Peter Gunsenberg acorralando a un barman para comprarle alcohol, y la sensación de opresión es tal que al final de la secuencia hemos de exhalar profundamente por la falta de oxígeno.
Crudeza pura que ni Coppola, pupilo del anterior, igualaría en ¨El Padrino¨, tal vez debido a su elegante estética; eso no quiere decir que el de Michigan no exprima su capacidad artística al máximo. Su filmación es sobria y estilizada, con una producción rica en detalles y la elaborada fotografía de Milton Krasner, rugosa pero de colores vivos; Browne, que de vez en cuando relata hechos pasados (donde introducirá un ¨flashback¨ dentro de otro), describe a pie de acera (recordando en la lejanía a la técnica de Kazuo Kasahara) a un personaje tras aparecer en pantalla igual que si escribiese una crónica documental, aunque eso implica permitir sólo un corto espacio a cada uno ya que actúa un reparto coral muy amplio.
Así Sorello, el mecánico Johnny, la salvaje Myrtle o el esencial Aiello (cuatro Gaqqq Frank Silvera, Bruce Dern, Jean Hale y Alexander DArcy) se merecían más minutos en pantalla. A quien nos acercamos es a los dos capos enfrentados, Capone y Moran, y a su particularmente cínica filosofía de profesión. Jason Robards, muy alejado físicamente del mafioso real, ofrece una actuación sublime y dura, que no consigue igualar Ralph Meeker, pero ambos transmiten la esencia de los gángsters y su microcosmos, tan alejado de las reglas del mundo real.
Ni un sólo gramo de lealtad o piedad. Aquí se hace un retrato de inhumanidad riguroso siguiendo el texto de Browne; no hay héroes ni romances innecesarios, ya que a las mujeres las usan o las maltratan (Hale será la única ¨chica de gángster¨ típica que veamos y sólo se enzarzará en peleas demasiado incendiarias a ojos del espectador de hoy día, que por cierto terminaron en daños físicos para los actores debido a esa autenticidad que buscaba Corman). Aquí el romanticismo se resbala por la carne chamuscada que dejan las Thompson en las frías aceras.
Corrupción política y policial, mansiones de lujo pagadas con sangre, burdeles de barrios suburbiales, crueles atentados, traiciones y trapicheos en garajes destartalados, arrogancia, nihilismo y egolatría que causan asesinatos en callejones oscuros o vagones de trenes vacíos; habitamos un submundo de monstruos astutos y megalomaníacos y muertes solitarias, y por ninguno de esos personajes podemos sentir compasión. De hecho el director desea lo contrario: nos fuerza a sentir una fiera repulsión; mafiosos que no son los tipos ¨coolfellas¨ que traerá Scorsese en los 90, sino los forajidos ruines pretendidos en importantes hombres de negocios del periodo que se recrea.
Un clímax que desgarra las tripas por esa inhumanidad tan bien lograda asegura la reafirmación de maestría de aquél, que ya dejó impresa en su saga de Allan Poe, pero que terminó de subrayar en una de sus más elaboradas obras...pese a no resultar el gran taquillazo que los de Fox esperaban, lo que volvió a desplazar al anterior a la producción independiente.
Conexión de sucesos: un antes y un después en el papel de los gángsters sobre la sociedad estadounidense y un antes y un después en el cine que a éstos retrataba. Nada sería igual, y todo gracias a Roger Corman.
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