Dirigida por Yvan Attal, “Jugando con fuego“ es un thriller que intenta explorar la complejidad de las relaciones humanas, pero que no logra alcanzar su objetivo. La historia sigue a Mathieu (interpretado por Attal), un hombre cuya vida perfecta en la Costa Azul se ve sacudida al descubrir la infidelidad de su mejor amigo, Vincent (Guillaume Canet). Cuando la amante de Vincent es hallada muerta, la tensión entre los dos matrimonios se intensifica, desatando un torbellino de traiciones y mentiras que deberían mantener al espectador al borde del asiento. Sin embargo, la ejecución deja mucho que desear.
A pesar de algunos momentos interesantes en el desarrollo de los personajes, la película avanza con lentitud, y la voz en off que intenta dar profundidad a la historia resulta demasiado intrusiva. Solo tras quince minutos de metraje, gracias a la carismática Alma Jodorowsky, empieza a despertar la atención del público. Aun así, los personajes masculinos son retratados como figuras débiles y manipuladoras, lo que dificulta la conexión emocional del espectador con ellos. Attal y Canet realizan un buen trabajo, pero sus personajes carecen de la complejidad necesaria para hacer que realmente nos importe su destino.
En contraste, son las mujeres quienes realmente se roban el protagonismo. La interpretación intensa de Maïwenn como la esposa traicionada y el papel de Marie-Josée Croze como la mujer que confía en la estabilidad de su relación añaden matices a una narrativa que, de otro modo, se siente estancada. La película intenta evocar la atmósfera de clásicos del thriller, pero no logra capturar la tensión que caracteriza a esos maestros del cine. La música de Dan Levy, aunque evocadora, no puede salvar una trama que se enreda en giros innecesarios y clichés.
Al final, “Jugando con fuego“ deja la sensación de ser un filme que no cumple con las expectativas. No es ni el thriller emocionante que prometía ser ni una reflexión profunda sobre las relaciones humanas. Con un balance final de 5 sobre 10, la cinta se queda como una oportunidad perdida que podría haber sido mucho más, pero que, lamentablemente, parece destinada a ser olvidada.
Longlegs
5
Dirigida por Yvan Attal, “Jugando con fuego“ es un thriller que intenta explorar la complejidad de las relaciones humanas, pero que no logra alcanzar su objetivo. La historia sigue a Mathieu (interpretado por Attal), un hombre cuya vida perfecta en la Costa Azul se ve sacudida al descubrir la infidelidad de su mejor amigo, Vincent (Guillaume Canet). Cuando la amante de Vincent es hallada muerta, la tensión entre los dos matrimonios se intensifica, desatando un torbellino de traiciones y mentiras que deberían mantener al espectador al borde del asiento. Sin embargo, la ejecución deja mucho que desear.
A pesar de algunos momentos interesantes en el desarrollo de los personajes, la película avanza con lentitud, y la voz en off que intenta dar profundidad a la historia resulta demasiado intrusiva. Solo tras quince minutos de metraje, gracias a la carismática Alma Jodorowsky, empieza a despertar la atención del público. Aun así, los personajes masculinos son retratados como figuras débiles y manipuladoras, lo que dificulta la conexión emocional del espectador con ellos. Attal y Canet realizan un buen trabajo, pero sus personajes carecen de la complejidad necesaria para hacer que realmente nos importe su destino.
En contraste, son las mujeres quienes realmente se roban el protagonismo. La interpretación intensa de Maïwenn como la esposa traicionada y el papel de Marie-Josée Croze como la mujer que confía en la estabilidad de su relación añaden matices a una narrativa que, de otro modo, se siente estancada. La película intenta evocar la atmósfera de clásicos del thriller, pero no logra capturar la tensión que caracteriza a esos maestros del cine. La música de Dan Levy, aunque evocadora, no puede salvar una trama que se enreda en giros innecesarios y clichés.
Al final, “Jugando con fuego“ deja la sensación de ser un filme que no cumple con las expectativas. No es ni el thriller emocionante que prometía ser ni una reflexión profunda sobre las relaciones humanas. Con un balance final de 5 sobre 10, la cinta se queda como una oportunidad perdida que podría haber sido mucho más, pero que, lamentablemente, parece destinada a ser olvidada.
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