Cassavetes nos trae un filme oscuro y violento, que parece sacado de lo más profundo y sombrío de la humanidad. Es una peli donde si no haces lo que sea para sobrevivir, estás acabado desde el principio.
Hay diálogos que son pura genialidad, pero otros momentos se sienten forzados y hasta tontos. El personaje de Jamie Foxx parece de otro mundo, pero no explican bien su rollo ni sus dilemas morales. La relación entre los protagonistas, aunque tiene su chispa, parece poco natural, como si algo faltara para conectar bien las piezas.
La peli no es que cuente algo nuevo. Parece una de esas de venganza al estilo serie B de los años 70, mezclada con el “satanic panic“. Es una “road movie“ oscura, buscando esperanza, venganza y redención. A veces, el viaje del guerrero que propone se siente a trompicones.
Pero oye, me ha mantenido enganchado un par de horas. Es de esas pelis que cuando acaban, te dejan pensativo. La violencia es cruda y directa, algo que le sienta bien a la trama. Y Maika Monroe, que ya lo petó en “It Follows“, se sale en cada escena.
La historia es potente y lo suficientemente oscura como para atraparte. Por alguna razón, me ha recordado a “Cold in July“ de Jim Mickle y “8MM“ de Joel Schumacher, con ese toque nihilista y oscuro. A pesar de sus fallos, es una peli bastante interesante.
Esta producción dirigida por Nick Cassavetes y protagonizada por Nikolaj Coster-Waldau, Maika Monroe y Chloe Guy, es un thriller oscuro y moralmente turbio que se aleja del papel más conocido de Coster-Waldau como Jaime Lannister en “Juego de tronos“. La película se basa en la novela de Boston Teran de 2011 sobre cultos y policías, y ofrece una visión sombría y perturbadora.
La trama se inspira en eventos reales, aunque se distancia de las influencias de Charlie Manson presentes en la obra de Teran. La película se desarrolla en una América marcada por la paranoia satánica, decadente y corrupta. La historia gira en torno a Cyrus, líder de un culto satánico interpretado por Karl Glusman, que secuestra a jóvenes y los utiliza para satisfacer sus deseos. El detective Bob Hightower (Coster-Waldau), un hombre recto y devoto, se cruza en el camino de Cyrus en busca de su hija secuestrada, mientras que Case Hardin (Maika Monroe), una exmiembro del culto, intenta hacer lo correcto y evitar que la hija de Bob siga el mismo destino.
“La bala de Dios“ explora la transformación que Hightower debe experimentar para salvar a su hija, a Case y a sí mismo. La narrativa es lineal y sencilla, pero lo impactante radica en el costo de esta transformación. La película presenta un viaje perturbador hacia la automejora, donde la negación es el mayor obstáculo. Coster-Waldau brinda una actuación fascinante encarnando la lucha de un hombre íntegro que se quiebra a través de la autoaceptación y la autorrealización. La cinta nos lleva a un oscuro viaje de autodescubrimiento en un universo lleno de miserias y desafíos.
“La bala de Dios“ se asemeja a un viaje por carretera pausado y sangriento, con momentos de violencia extrema. Cassavetes se toma su tiempo para desarrollar la trama y presenta a personajes excéntricos y extraños que se cruzan en el camino de los protagonistas. A pesar de la sangrienta confrontación final, la película no ofrece una sensación de catarsis, ya que revela que tanto Dios como el Diablo son solo tapaderas para las debilidades humanas. A pesar de algunos cabos sueltos en la trama, la película se destaca por su compromiso en encontrar pequeñas chispas de esperanza en un cosmos oscuro y ofrece una recompensa amarga y conmovedora.
Críticas: 3
Miguel Arkangel
7
“God Is a Bullet” nunca es sutil. Comienza con una impresionante escena de una violación y un asesinato crueles y luego se complace en mostrar escena tras escena de personas, especialmente mujeres, brutalmente golpeadas o asesinadas. La película une elementos de una espeluznante road movie, en medio de un paisaje desértico, árido y apático, con un sucio thriller de acción, deleitándose con su propia naturaleza salvaje y violenta, prácticamente desafiándote a mantener los ojos en la pantalla.
El escritor y director Nick Cassavetes recurre al humor negro para aliviar la tensión de la colisión entre un realismo aplastante y una violencia explícita. Los variopintos personajes, todos amorales y psicópatas, van desde un sheriff en busca de su hija secuestrada y prostituida, una chica adicta y tatuada, hasta el líder de una secta satánica y nos muestran un mundo sórdido e indescriptiblemente terrible.
Maika Monroe ofrece una actuación estupenda y Nikolaj Coster-Waldau también está impresionante. Puede resultar kitsch y excesiva, pero recomiendo ver la versión íntegra, sin cortes ni censuras, para poder disfrutar de toda su demencial propuesta.
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