El ser humano ha de continuar su existencia como sirvientes, buscando a un nuevo húesped para seguir perpetuando una maldición cuyo origen se halla en la más poderosa concentración de odio que hayamos visto nunca.
El nombre del portador original es Sadako Yamamura, y su historia es un horrible cuento de terror.

En 1.990, Koji Suzuki recibe el Premio de Novela de Fantasía, inaugurado un año antes, por ¨Rakuen¨; en ese momento está terminando de escribir una historia anterior llamada ¨Ringu¨ que no va a tardar en publicarse, y si bien no bajo una gran acogida, el boca a boca será suficiente para hacer crecer su popularidad y su prestigio. En efecto se convierte rápido en la sensación del momento y ya será todo un ¨best-seller¨ cuando decidan realizar una adaptación de ella; sin embargo no va a ser Hideo Nakata el que lleve a cabo esa tarea...
En la memoria colectiva aún palpita aquella que a finales de los 90 relanzó el terror asiático y sirvió como principal influencia de una nueva ola de este cine que, visto lo visto, ha terminado hundido en la mediocridad. Pero a mitad de década, y todavía son muchos los que no saben esto, ya surgieron deseos de plasmar la novela en pantalla, y todo empezó por la pequeña; en Fuji TV asignaron tal hazaña a uno de sus directores expertos en el género, Chisui Takigawa, quien contaría con un guión realmente fiel al texto. Por tanto las comparaciones entre ambas obras visuales son odiosas.

Desde el primer momento esta ¨Ringu¨ sorprenderá, pese a sus evidentes limitaciones de presupuesto y medios, por el estilo de Takigawa, quien, con la ayuda de su operador Kazumi Iwata, crea ambientes donde rebosa la angustia mientras el uso de aberrantes primeros planos y ángulos rarísimos con su cámara tensa y mareante logra capturar el impacto de la violencia, tomando inspiración de Dario Argento, Sam Raimi, Takashi Miike o Shinya Tsukamoto (la impagable presencia de Tomoro Taguchi contribuye a ello). Pues con esa conocida escena inicial del asesinato de Tomoko parece que es el horror de clase ¨B¨ a lo que se acoge esta historia.
Sin embargo Taizo Soshigaya y Joji Iida respetan la esencia del libro y no planean un ¨slasher¨ al uso, sino una intriga de misterios insondables que se abre poco a poco cual figura origami, aunque ésta se construya a partir de un suceso terrible: el de las muertes sucedidas a la misma hora de cinco amigos jóvenes, una de ellas presenciada por Kazuyuki Asakawa, tío de Tomoko y reportero degradado que ve en todo ello una oportunidad única para volver triunfal a su antigua profesión. Dicha ambición, bien expresada en el personaje encarnado por el muy digno Katsunori Takahashi, cambiará de repente cuando lleguemos al primer punto de inflexión de la trama.

Y es el descubrimiento de la famosa cinta de vídeo; el director, que experimenta con las formas y las atmósferas sin atarse a ninguna norma de contención, se acerca mucho a Raimi, atrapándonos como al protagonista en una brecha que escinde la realidad y por la que entran espíritus condenados y monstruos de otro mundo transmitiendo una advertencia de muerte y símbolos que deberán ser descifrados (una erupción, un dialecto desconocido, la figura de una anciana, de un recién nacido...). A partir de este instante de puro delirio el argumento halla una de sus bazas en la amistad de Asakawa con el profesor de filosofía Ryuji Katayama, a quien da vida el gran Yoshio Harada.
Iida y Soshigaya se acogen a los patrones y descripciones de Suzuki pero han de hacer ciertas concesiones con este viejo amigo y responsable del fracaso profesional del anterior. Esta amistad se basa en una unión por el beneficio recíproco, es decir, ambos personajes persiguen su obsesión individual (uno salvar su vida y la de su esposa embarazada Shizuka; el otro, descubrir la esencia maléfica y paranormal que alberga el extraño vídeo) gracias a la cooperación mutua. La historia de Suzuki juega bien sus cartas al conceder atención absoluta y dejar que el misterio repose sobre la pareja Heihachiro Ikuma y Shizuko Yamamura.

Con ellos el autor modela una versión más dramática aunque poco disimulada de Chizuko Mifune y el parapsicólogo Tomokichi Fukurai, quienes protagonizarían uno de los escándalos más notorios a finales de la era Meiji acerca de la supuesta veracidad de la clarividencia y el poder psíquico (y que terminaría en suicidio); pero en la tragedia histórica, que encuentra su reflejo en la situación de Katayama (las imágenes especulares y similitudes se repiten significativamente hasta el punto de formar un fatal anillo de moebius que trasciende el tiempo y el espacio), se añade un elemento inesperado: una hija desaparecida.
Ésta, Sadako, abre un nuevo camino en la trama, iniciado desde la remota isla de Izu. Nakata convertirá a este carismático antagonista en una proyección fantasmal y monstruosa mitificado por la enigmática de su existencia, por el contrario nunca se profundizará en él a nivel emocional y psicológico como decidieron hacer aquí; Sadako, con el precioso rostro y cuerpo de la modelo Ayane Miura, es incomprendida y despreciada debido a su condición de ser andrógino por el cual no tardamos en desarrollar cierta empatía (aun presentándose emocionalmente inestable y sexualmente depredador). El indagar en su pasado provocará que la trama se aparte del cuento de fantasmas que prometía ser para desembocar en una tragedia humana terrible y perturbadora.

En ella se cruzan la exclusión social, la repulsión, el suicidio, la relación incestuosa, la violación, la muerte y el miedo y el rechazo al amor verdadero; y cuanto más averiguan los protagonistas más se hace palpable la presencia de unas esferas ahogadas por el desaliento y la náusea, de pura sofocación (los colores de la fotografía de Iwata contribuyen a provocar estas sensaciones en el espectador), que por momentos recuerdan a los descorazonadores dramas de Shohei Imamura y la extrañeza de los relatos de Kiyoshi Kurosawa. Un último tramo enfocado en el pozo donde cayó Sadako ayuda a recuperar parte del ritmo perdido entre los ¨flashbacks¨.
En este punto tanto los protagonistas como nosotros estamos totalmente absorbidos en el universo de Sadako; descender por el pozo significa descender a su mundo mientras se desplazan las líneas de la lógica hacia el plano de lo metafísico y el puro terror (aunque no es el terror literalmente lo que persigue la historia). El autor decide entonces burlarse y hacer de toda esta épica y profunda intriga algo parecido a una farsa que ofrece su solución antes de tiempo sin que ninguno de los implicados se percate; una jugada maestra de malicia ¨hitchcockiana¨ que apuesta por lo inesperado y trastoca todo el sentido de la narrativa.

Podemos entonces finalizar esta aventura con la reflexión ¿Y qué es la maldición de Sadako? Suzuki hace de su proyección psíquica del odio y la venganza un ¨virus¨ capaz de reproducirse por medio de la tecnología para de este modo extenderse y no morir nunca; al final la película nos estrujará las entrañas con una duda moral acerca de la individualidad del ser humano para salvar su existencia. El poder de Sadako desafía nuestra conciencia y ética para que, descendiendo a nuestros instintos primarios de supervivencia, nos convirtamos en monstruos como ella (hemos de extender la muerte para preservar la vida...absolutamente demoledor).
¨Ringu¨, que en sus últimos instantes se ha desatado con una serie de giros inesperados (algunos de ellos increíbles, en el mal sentido), nos deja con esta incógnita sin resolver al igual que el futuro de Kazuyuki y su esposa. Iida será llamado a dirigir la secuela del film para resolver este ¨cliffhanger¨ masivo...sin embargo deberá hacerlo tomando de punto de partida lo hecho por Nakata, quien trastocará toda la estructura, el argumento y la esencia de la novela con su posterior y tergiversadora versión, motivo por el cual ¨Rasen¨ será un sonoro fracaso comercial.

La experiencia cinematográfica del ¨remake¨ de 1.998 deja relegada a ésta como a la misma Sadako dentro del pozo, pero el trabajo de Takigawa, menos ¨bello¨, atmosférico y sutil, más contundente, físico y sangriento, tiene su propia forma de expresión, sus propios códigos para, pese a sus grandes carencias, resultar atractivo y absorbente.
Aquí, como bien afirma el protagonista, se encuentra el verdadero comienzo de la venganza de Sadako. Un gran comienzo lleno de ricos detalles que los fans deben descubrir.

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Primera adaptacion de la novela Ringu de Koji Suzuki. Una pelicula en formato televisivo, Ringu: Kazenban es bastante entretenia. No da miedo como uno esperaria, pero por lo menos cumple la funcion de entretener. Las actuaciones son satisfactorias. La trama comienza algo lento pero avanza con rapidez. El final es bastante, me dejo conforme.

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