Narciso Ibáñez Serrador estaba en pleno apogeo en 1964, año de la producción de esta película para televisión que él se encarga de dirigir. En esos años estaba en efervescencia su inmortal serie ¨Historias para no Dormir¨, y alguna otra incursión en la televisión como las también series ¨Mañana puede ser verdad¨ y ¨Tras la puerta cerrada¨, en la que se ubicó este telefilm. A caballo entre España y Argentina, Chicho Ibáñez Serrador iba dejando una huella imborrable en el género fantástico realizado para televisión, que tendría su colofón en el cine, con las impresionantes ¨La Residencia¨ (1969) y ¨Quien puede matar a un niño¨ (1976)... Aunque aún nos guardaría alguna sorpresa más adelante.
En esta ocasión, Chicho realiza una increíble labor adaptando el relato original de Edgar Allan Poe, ¨El Corazón Delator¨, dándole un toque personal y sacando el mayor partido posible a un relato corto, que en esta ocasión gana muchísimos enteros al estar magníficamente ambientado y con un trabajo actoral sublime.
El telefilm es de un presupuesto irrisorio, y se mueve en un formato teatral muy remarcado, sin exteriores (apenas unas primeras secuencias en el mercado de la ciudad), y con un rodaje al estilo televisivo excesivamente remarcado, inevitablemente. Pero aún así, los decorados de época, el vestuario y los personajes están perfectamente caracterizados.
Manuel Galiana como ¨Sidney¨ y Narciso Ibáñez Menta (el padre de Chicho) como el relojero Thorbor dan una lección magistral de como llevar el peso de una historia cuando no hay nada externo a la propia trama y a los personajes, que enmascare el metraje. Es decir... Sin efectos especiales ni equipo técnico para hacer gran cosa, excepto rodar, con unas cámaras más diseñadas para filmar programas de televisión..muy rudimentarias, y cuatro decorados interiores. Por tanto, Ibáñez Menta y Manuel Galiana se echan al hombro todo el peso del film y lo sacan a flote... Tanto, que hasta tuvo un gran prestigio internacional.
El argumento, basado en el relato de Poe, mantiene al espectador sumergido en un apabullante estado hipnótico dentro de la misteriosa relojería... Con Sidney a merced de aquel enigmático y siniestro relojero... Y con todos esos tic-tacs sonando en todo momento (ese sonido es de lo más logrado del film). El espectador cree que hay algo detrás del personaje del relojero y que en la relojería se esconde un misterio sin resolver.
Lo más desconcertante es ese giro final donde las cosas no eran lo que parecían. Las últimas secuencias, con Sidney enloqueciendo ante los dos policías son de antología. Y como nos hace reflexionar a los televidentes sobre la conciencia humana, que nos puede delatar en un momento determinado... Y sobre lo que en realidad marca nuestra vida... El tic-tac de nuestro reloj humano, que un día, irremediablemente se detendrá: Nuestro corazón.
Toda una reliquia que merece ser rescatada del olvido y deleitarse con tranquilidad ante esta inquietante historia, narrada de forma pausada, pero con gran intensidad. Una de las pequeñas joyas que encierra el baúl de los recuerdos de TVE.
Críticas: 2
Gilles De Rais
8
Se nota descaradamente, en su último tramo, la firma de Poe, en este fantástico episodio de la exitosa serie de la época, ¨Historias para no Dormir¨, del tristemente fallecido, hace bien poquito, Chicho Ibáñez Serrador, y su padre, Narciso Ibáñez Menta, haciendo de relojero cascarrabias. Y su sobrino, un jovencísimo y casi irreconocible Manuel Galiana, que nos suelta en su tramo final un monólogo de esquizofrénico paranoide simplemente antológico. Lo curioso de todo, es que esta serie la he visto al completo en varias ocasiones y de este episodio no tengo ni el más mínimo recuerdo. Pero bendito sea así, así no tenía la más mínima idea de todo lo que me iba encontrando, y, la verdad sea dicha, se me ha hecho cortísima. Otro estupendo episodio de esta mítica serie española.
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