El imprevisible Antonio Margheriti empezaba a destacar: en esta peli cuenta nada menos que con Claude Rains como protagonista y con un jovencísimo Giuliano Gemma - el Emperador del Mamporro - en un papel secundario.
Una de las muchas space-operas que Italia produjo en ese tiempo, sus ambiciones chocan con un guion aburrido e incluso poco coherente - con una virtud que he podido ver en las escenas en italiano: una cierta ironía - y acción a ritmo de caracol deprimido. El trabajo del reparto no puede apreciarse, ya que la película se rodó, como era costumbre, sin sonido para después ser adaptada a cada mercado. Solo tengo la certeza de que Rains se dobló a si mismo, y su papel no es muy lucido esta vez: en lugar de los matices que solía ofrecer este actor y su prodigiosa voz, aquí hace un papel muy simple y poco agradecido como científico alocado y con una tagarnina barata entre los labios. Solo hacia el final nos ofrece alguna escena histérica al estilo de ¨El hombre invisible¨, pero es un ¨one scene wonder¨. Para lucir en este tipo de pelis ¨medio mudas¨ (hay decenas de ellas que son excelentes, apunto antes que nada: la Trilogía del Dólar de Leone es el máximo ejemplo) se necesitaba una gestualidad y carisma del que el reparto adolece.
En el aspecto técnico, los FX son tirando a normalillos. No están mal para un producto de esa época, pero tampoco son nada memorables. De hecho, las escenas de batalla en la segunda mitad de la peli (que creo que son en blanco y negro) aunque bastante repetitivas son una de las pocas cosas mínimamente interesantes que hay en ésta. La música es tan inconexa como el mismo guion. En los sets se intenta echarle algo de imaginación, pero todo queda en buenas intenciones salvo en el tramo final, donde vesturario y sets se convierten en un delirio pop que vale la pena ver.
Algunos dicen que es una de las aproximaciones más serias a la ci-fi anteriores a ¨2001¨... Francamente, las comparaciones son odiosas: la película de Kubrick es bella y tiene cohesión, llegando a ser francamente entretenida si a uno le gusta la ci-fi hard. Pero esto es tedio puro que se nos vende como una especie de ¨La guerra de los Mundos¨.
Cuando una buena idea es mal ejecutada no ofrece nada al espectador. Y esta peli de serie B resultó demasiado pretenciosa para su propio bien: de entrada no se puede hace una épica aventura especial sin medios para ello, y no los hay. Si encima le sumamos un ritmo mal llevado, unos diálogos soporíferos y un desarrollo incoherente, el resultado es, simplmente, deprimente salvo por el último cuarto de hora: os recomiendo que lo veáis, es un rayo de esperanza para la peli y un avance de la ci-fi psicodélica que vendrá en esos maravillosos 60.
Críticas: 2
Miguel Arkangel
5
“Il pianeta degli uomini spenti” (también conocida como “El Planeta De Los Hombres Verdes“) nace de la colaboración entre el escritor Ennio De Cocini (que ganaría un Oscar por “Divorcio a la italiana”) y el director Antonio Margherit (acreditado como Anthony Dawson) y pretendía ser una space opera a la italiana.
Un cuerpo astral desconocido, al que llaman “el outsider”, del tamaño de un planeta, está en curso de colisión con la Tierra, lo que no sorprende a un viejo científico cascarrabias, interpretado por un Claude Rains comprometido con su personaje, que liderará un poderoso equipo de investigación que intentará salvar a la Humanidad.
Los efectos especiales son graciosos, pero creativos dado el bajísimo presupuesto, (atención a las escenas de batalla entre los platillos voladores y las naves humanas), la escenografía de Massimo Tavazzi destaca cuando la expedición llega al interior del Outsider. El tono pretendidamente serio y dramático de algunos diálogos, resultan cursis y aburridos. La banda sonora de Giorgio Giovannini es discordante. Es una película de su época, y aunque parezca extraño, ejerció cierta influencia en el cine, desde Alien de Ridley Scott hasta Lifeforce de Tobe Hooper.
Destaco una escena en que el viejo científico intenta comunicarse con la mente-computadora extraterrestre en una búsqueda para “penetrar el secreto de sus fórmulas inmortales“, mientras ríe como un loco, afirmando “¿qué importancia tiene la vida, si vivir es no saber?“
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