Empiezo confesando que el sr. Kurando Mitsutake es un tipo muy simpático y agradable.
Le he conocido, sabe escuchar a quien le habla y hacerse escuchar, y cuando alaban sus películas, ya sea el detalle más insignificante, siempre actúa con mucha humildad, nada de arrogancia.

Pero aparte de lo maravilloso que es como persona, sus obras no lo son tanto; el pobre, igual que muchos directores independientes, y sé lo que es eso, carece de presupuesto para hacer lo que le gustaría realmente. Esto es un impedimento que nunca las redondea, aunque no resta importancia al tremendo esfuerzo y pasión que pone en ellas; el mejor ejemplo, al contrario de lo que todo el mundo se niega a aceptar, está en “Gun Woman“, un bache profundo entre (las que considero mejor acabadas) “Karate Kill“ y su debut “Samurai Avenger“.
El motivo fue su enorme compromiso con Asami Sugiura, a quien conoció en una convención en Alemania y prometió entregarle “la película por la que siempre sería recordada“, su obra maestra; y así fue, la actriz contaba no poder leer el guión porque se le inundaban los ojos de lágrimas de alegría. Ella lo sintió así...pero yo no, yo siento la mediocridad golpeándome con violencia durante hora y media, desde ese inicio (y menudo inicio) en el que el toque “amateur“ pesa tanto que tienes miedo de ver el micrófono o a algún miembro del equipo asomando en una esquina de la pantalla. Aun así el presupuesto no tiene por qué influir para narrar bien una historia...

Y la forma de hacerse aquí no es la adecuada de ninguna de las maneras, proponiéndose un diálogo entre asesinos a sueldo al más puro estilo Tarantino, y así es como nace la leyenda de “Gun Woman“: del arte del relato, la fábula. Tras introducir al psicótico hijo de un hombre que pudo entrar en política (menudo homenaje se le hace a Tatsuya Nakadai), un irreconocible Matthew Miller nos introduce en la venganza (tema recurrente del director) que un cirujano lleva a cabo contra él por matar a su esposa, y el argumento se construye por medio de “flashbacks“ y narraciones. Mala elección, aunque más tarde veremos cobrar sentido a todo gracias al milagro del enredo de guión, o “deus ex machina“...
El conductor, cuya función es la de espectador de la película, no aporta nada, y de las carreteras interminables norteamericanas vamos al interior de una especie de almacén (otro mal detalle: el film sólo tendrá lugar en descampados, garajes, almacenes o talleres, dando buena cuenta del presupuesto) donde se sucede el grueso de la trama, que repite el esquema de “Nikita“. Así Mitsutake, fanático de Luc Besson, sopesa que lo mejor que puede hacer el inteligente cirujano es agenciarse a una chica drogadicta, otrora prostituta, y entrenarla para convertirla en asesina.

No hay nada más, el resto es un envoltorio de desviaciones sexuales repugnantes y erotismo y “splatter“ de andar por casa. Esa es la idea, el de Tokyo brinda su tributo a las “pinku-eiga“ que tan populares se hicieron en la industria cuando los mejores directores abandonaron a las principales productoras y la televisión acaparaba la atención del público. Pero el impacto visual ni se acerca al atractivo de aquellos títulos de Yasuharu Hasebe, Kazuhiko Yamaguchi o Teruo Ishii, quienes deslumbraban con su puesta en escena colorida y tan “kitsch“, esto está más en la línea de Naoyuki Tomomatsu, otro colega del “underground“ nipón más farragoso, o Takashi Miike (al inicio de su carrera y en un día que le pillara simpático).
Sin embargo la srta. Sugiura, pese a venir de la pornografía, tiene esa fuerza arrolladora que en sus tiempos desprendían Reiko Ikeda, Reiko Oshida (heroínas del “pinku“) o la mismísima Meiko Kaji, a la que se asemeja gracias a su poderosa mirada. Ella y sólo ella es toda la película, pone su alma, todo su bello cuerpo y su sangre y los explota y exprime hasta la saciedad; más mérito tiene porque muchas escenas de acción las hace ella y completamente desnuda (¡!). El cirujano vengativo sin embargo es un personaje obtuso y extraño que mata por matar, resulta muy desagradable, hace cosas sin sentido y suele hablar con una teatralidad excesiva.

Pero gracias a Dios la protagonista está ahí para maravillarnos con su mala sombra y batallas cuerpo a cuerpo con villanos mediocres, por desgracia durante un clímax 20 minutos más largo de lo necesario en un sitio terrible (por cierto, ella llega allí gracias al poder de “la página de guión arrancada“ y no le importa a nadie) y adornado con florituras como algunas escenas de acción a cámara lenta en homenaje a John Woo o ríos de sangre, balas (Dios santo, digitales, con lo mal que queda eso) y delirio psicotrópico al estilo Rodríguez.
Pero la muestra más grande de la caradura del director (además de introducir flashes del clímax mientras el cirujano explica a la chica el plan para acabar con los villanos, que eso no lo hace nadie...), es intentar dar un giro sin pies ni cabeza a todo haciendo que los personajes del principio no sean quienes parecían y se sucedan una serie de sorpresas pretenciosas que yo ya sabía que iban a ocurrir desde el principio. Todo queda bien encajado, pero de forma torpe y descuidada, no guay, como se pretendía.

Menos mal que nos trajo después “Karate Kill“ y se redimió de este desastre cuyo único placer es Asami, no me cansaré de decirlo (y no precisamente por estar enseñando su cuerpo el 80% de metraje)...
Lo siento si son duras mis palabras, sr. Mitsutake, pero es la verdad. Tenía que decirlo.

Me gusta (0) Reportar

filme oriental de venganzas donde vemos a asami como una asesina imparable, estamos ante un trabajo de escaso presupuesto pero que lo compensa por algunas escenas de crudeza absoluta (a no todo mundo le gustaran estas escenas, pero a mi en particular me parecieron lo que mas suma en el filme).
demas esta decir que asami en sus escenas de accion esta impecable, no todos los dias ves una mujer desnuda bañada en sangre masacrando.
la pelicula a pesar de algunas bajadas de ritmo, logra remontar vuelo rapidamente y se hace dinamica.

Me gusta (0) Reportar

Un resurrección en toda regla del llamado Pinku Eiga subgénero que nació a finales de los sesenta , principios de los setenta en Japón, literalmente traducido por violencia rosa, donde cabe todo los elementos propios de tal sugerencia, sugerencia no apta para los susceptibles o estomacalmente indispuestos aunque a estas alturas ya estemos un poco más que acostumbrados a ver de todo y más. Aún así se avisa.

El argumento es surrealista en la producción que nos ocupa, por tanto no esperes centrar coherencia alguna, algo que se busca a breve. Hay otros motivos para disfrutar de esta película, su casting, ene esencia lo mejor, atención al psicópata japonés de lo más loco que he visto ultimamente.

Sangre por doquier y disparatadas escenas que sin duda convierten a este título en uno más de la saga que mencioné al principio, ¿será un resurgir o un homenaje?

Ya veremos.

Me gusta (0) Reportar

Delirante en su parte más violenta con Asami espléndida en los momentos de acción, no tanto en su parte del entretenimiento como asesina.
Un psicopata japones que es lo mejor del film, personajes que quedan bordados en su locura y descontrol, el loco de turno que viola todo lo que le rodea y el médico que planea su venganza.
Una historia bien trabajada, que flojea en algunas partes pero que tiene la medida de justa de excesos y escenas duras como para dejar un buen sabor de boca al espectador, sobretodo ese final esplendoroso. Con Asami que no habla en toda la película pero su fuerza en fuerte ante la cámara.
No está al nivel de una ¨ Nikita ¨ o ¨ Leon El Profesional¨ pero deja buenas sensaciones.

Me gusta (0) Reportar