Ficha Nuestra señora de París

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Críticas de Nuestra señora de París (1)




bigladiesman

  • 13 Jan 2012

7


Tras las versiones de Gaumont (1905) y Pathé (1911), la novela de Víctor Hugo es adaptada por tercera vez en Francia en una co-producción franco-italiana de lujo, rodada en parte en la misma catedral de Notre Dame y protagonizada por una pareja estelar: Gina Lollobrigida como Esmeralda y Anthony Quinn como Quasimodo junto a un sólido reparto de secundarios habituales del cine del país vecino.

Lollobrigida es físicamente una Esmeralda perfecta: sexy, de presencia imponente y carácter ligeramente ambiguo. El problema es su marcado acento italiano, que hasta los que no dominamos el idioma francés notamos (se le felicita el intento, de todas maneras). Anthony Quinn está caracterizadísimo, aunque no tanto como Chaney o Laughton, y es que su aspecto físico natural lo aproximaba ligeramente al personaje de Quasimodo, y es fácilmente reconocible, al contrario que los otros dos actores. Interpreta su papel con aplomo y su acento es apenas perceptible (si véis “Crónica del Alba” o su anuncio de Freixenet lo notaréis a la legua). El resto de interpretaciones pecan de ser un tanto teatrales, no siempre para mal: Alain Cuny, actor de gran consideración en todo el Continente y que trabajó para grandísimos directores, es un Frollo patético (en el buen sentido), retorcido, bipolar y psicótico que pone los pelos de punta en algunos momentos, y que es la personificación misma del “amour fou”. Le roba las escenas a la pareja protagonista y constituye el principal foco de atención de la película

Sin ser tan espectacular – teniendo en cuenta la época en que fueron rodadas – como las versiones de Universal y RKO, esta esta rodada en Cinemascope y Eastmancolor, lo que le da un aspecto muy lucido, pintoresco y lleno de colorido.
Los decorados y el vestuario están conseguidísimos, pero lo que creo que verdaderamente marca la diferencia es el guion, que si bien no es ni más ni menos fiel a la novela original que el de otras versiones, sí que es más políticamente incorrecto, con ligeros elementos eróticos y e incluso cierta insolencia ante la figura de la Iglesia (muy light, que quede claro, ningún creyente ni ministro de la Iglesia con dos dedos de frente se ofendería por esta película). Y es que en Francia no había Código Hays, y se podía permitir según qué libertades.

Así pues, obtenemos una película que sin ser tan buena ni espectacular ni mítica como las de Universal y RKO, sigue siendo un notable producto, y se mantiene en un estupendo tercer lugar en las abundantes adaptaciones cinematográficas de la obra de Víctor Hugo.



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