Ficha El Estudiante De Praga (The Student of Prague)

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Críticas de El Estudiante De Praga (The Student of Prague) (5)




Parnaso

  • 5 Dec 2019

8


Adaptación de un relato del maestro Poe que sale victoriosa en todos sus aspectos. Para empezar, la puesta en escena está muy lograda, y las actuaciones de los actores, muestran un expresionismo muy bueno, el actor principal conquista la pantalla y en líneas generales la historia sobre el embrujamiento de la codicia está muy bien, la gente pierde el norte cuando posee cientos de millones comprando caprichangas que después dejan abandonadas sin haberlas utilizado siquiera una sola vez, es vergonzoso Por otro lado, la escena final es excelente.



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mahotsukai

  • 29 Jan 2019

10



Contundente y notable obra maestra de inicios del Expresionismo Alemán, co-dirigida y protagonizada por Paul Wegener.

Balduine es un talentoso estudiante y espadachín, que accidentalmente rescatará a una hermosa condesa del suicidio, quedando prendado de ella. Sin embargo, debido a su origen humilde no podrá competir con el prometido de la condesa, también noble, por lo que aceptará el trato de un extraño hombre, a cambio de riquezas.

A inicios de la década de 1910, surgiría en la siempre vanguardista Alemania los primeros intentos por materializar el arte expresionista ya presente y consolidado en la pintura, la escultura, la literatura y el teatro en el recientemente creado cinematógrafo que, hasta ese momento, y salvo una que otra notable incursión como “L’ Inferno” (1911) de Giuseppe De Liguoro, Francesco Bertolini, Adolfo Padovan, aún tenía un carácter algo amateur y feriano, alejado aún de la exquisita naturaleza narrativa y visual de lo que será la época de esplendor del extraordinario Cine Expresionista Alemán (1919-1929). En ese sentido, como uno de los primeros y exitosos intentos por establecer los principios de este movimiento cinematográfico, “Der student von Praga” (1913) terminará por alzarse y ser considerada como la primera película artística del cine alemán.

“Der student von Praga” (1913) surgirá en tiempos convulsos en donde el Imperio Alemán había alcanzado el estatus de potencia de Europa y concretaba sus aspiraciones imperalistas, muy a pesar de sus vecinos Francia y Reino Unido, lo que tensionaría el ambiente hasta el estallido de la I Guerra Mundial. En ese momento, ciertamente, el Expresionismo, que cultivaba principios artísticos contrarios al Impresionismo y Naturalismo, exploraba el arte de una forma subjetiva y de realidad deformada, dando más importancia a los sentimientos por sobre la descripción. En ello, ciertamente el naciente cine alemán explorará la narrativa gótica, pero será definitivamente la derrota del ex Imperio Alemán y la naciente República de Weimar, y el duro presente socioeconómico tras la firma del Tratado de Versalles (1918) que el Cine Expresionista Alemán establezca sus principios dogmáticos que lo llevarán a la cumbre del cine mundial entre 1919 y 1929.

Sin embargo, es necesario volver a la época anterior al estallido de la I Guerra Mundial. Por aquel entonces, el escritor alemán Hanns Heinz Ewers, autor del clásico “Alraune” (1911), llevada al cine en varias ocasiones posteriormente, buscaba fascinado incursionar en el naciente cine y para ello se asociaría al director danés Stellan Rye. Hanns Heinz Ewers había escrito un guión con marcados tintes dramáticos, terroríficos y fantásticos sobre la historia de un estudiante pobre que, tentado por un extraño sujeto mayor, acepta, sin saberlo, vender su reflejo (su alma) a cambio de riquezas para cortejar y enamorar a una noble. La historia, inspirada libremente en el relato “William Wilson” (1839) de Edgar Allan Poe, el poema “December Night” (1833) de Alfred de Musset y el clásico “Faust” (1808-1832) de Johann Wolfgang von Goethe, explora la temática del doble o doppelgänger, un clásico de la literatura romántica y, al mismo tiempo, los alcances del psicoanálisis.

De esta forma, Ewers se sumerge en las antiguas leyendas nórdicas y germanas para realizar un tratamiento esencialmente maligno de la figura del “doble andante” o “doppelgänger”, que según la tradición señalan su presencia como augurio de tragedia o muerte. Y ciertamente ello se materializará en la aparición de su doppelgänger que terminará por arruinarlo trágicamente cuando éste intervenga en el duelo que sostendrá con el Barón Waldis Schwarzenberg y defina su suerte, al romper la promesa que Balduine hizo al Conde Von Schwarzenberg de no asesinar a su rival, a pesar de sus conocidas botes de espadachín.

En el campo del psicoanálisis, en tanto, el guión incursiona en la figura del doppelgänger como un elemento represivo sexual, en donde el doble de Balduine surge precisamente en cada instante en que pretende avanzar en la conquista de la condesa, lo que se refleja claramente en que el estudiante se esfuerza por llevar a la noble a lugares apartados y terminar irremediablemente cediendo a sus instintos sexuales, pero sin resultados satisfactorios. En ese sentido, no deja de ser elocuente que Balduine se sienta más incómodo por la presencia de su doble que la de la gitana Lyduschka en sus encuentros clandestinos con la condesa.

En relación a la estructura narrativa del protagonista, Balduine encarna y se traduce en una modernización del mito faustiano, aunque aborde cuestiones más mundanas. Si el Fausto supuestamente real, Johann Georg Faust (1480-1540) y el de literalizado de Goethe habían pactado entregar su alma al Diablo a cambio de conocimiento ilimitado, Balduine lo hará para obtener riquezas y tener una opción que le permita pretender a la condesa Von Schwarzenberg, que como indica el guión está comprometida con su primo, el Barón Waldis Schwarzenberg. En ese aspecto, se parece más al protagonista de “Peter Schlemihl wundersame Geschichte” (“La increíble historia de Peter Schlemihl”, 1814) de Adalbert von Chamisso “Die elixiere des teufels” (“Los elixires del diablo”, 1816) de Ernest T.A. Hoffman, de “El estudiante de Salamanca” (1840) de José de Espronceda, e incluso tiene referencias a “Iqrok” (“El Jugador”, 1866) de Fiódor Dostoievski y “Bezhin lug” (“El prado de Bezhin”,1852) en que más bien se trata de un hombre cualquiera que aspira a cuestiones más terrenales que existenciales, y en donde ofrece su reflejo o su sombra a cambio de esos favores.

Balduine es un estudiante famoso por sus dotes de espadachín en la Praga de 1820, que despierta el interés de varias mujeres, sin embargo, sus pretensiones de optar a una vida mejor no lo dejan tranquilo, siquiera antes de conocer a la condesa. Claramente, su encuentro fortuito, en que el estudiante salva la vida de la condesa que pretendía suicidarse antes de ceder a la presión paternal de casarse con su primo, será el punto de inflexión narrativo, que el espectador bien puede entender como un hecho predestinado por el propio antagonista, el extraño Scapinelli, que no es más que un ser demoníaco y tentador que logra finalmente embaucar al ambicioso pero ingenuo Balduine que no tiene idea de la tragedia que se le avecina. Dentro de un gran número de escenas sencillamente notables, no puedo dejar de mencionar la escena en la que Balduine, antes de pactar con el siniestro anciano, mira su reflejo en el espejo al practicar con su espada y le acusa de ser el mayor de sus males, sin saber lo premonitorio y fatal de sus palabras.

A pesar de los conceptos estáticos de cámara, propios de su época de cualquier modo, cabe destacar la bella fotografía de Guido Seeber (“Sylvester”, 1923) que saca buen partido de los exteriores del Castillo de Beldevere y el Cementerio Judío en Praga, actual República Checa. Seeber principalmente trabaja la acción en primer plano que es donde, en general, Rye define las acciones y hace que los personajes se acerquen a ella, pero junto a Wegener compensa ello con decorados efectivos y un metraje que no supera la hora, ya que se cree que sólo se perdieron 2 minutos a lo sumo de la versión restaurada que disfrutamos hoy en día.

Sin embargo, el mayor aporte de Seeber estará en los impresionantes efectos de doble exposición, que además del uso pionero y maestro del claroscuro, regalarán las más sobreacogedoras postales de “Der student von Praga” (1913). Entre éstas, cabe resaltar muchas impresionantes escenas, como aquella en que el reflejo de Balduine abandona el espejo y sigue a Scapinelli, cuando el doppelgänger acosa a Balduine y la condesa, cuando toma el lugar de Balduine en el duelo con el barón y, por supuesto, la magistral escena en que ambos, hombre y doble juegan una partida de cartas y Balduine pierde en una premonición de lo que será el desenlace fatal. No puede tampoco dejar de mencionar la escena en que el siniestro Scapinelli se burla sobre el cadáver del desgraciado, una escena terrible e impactante.

Paul Wegener está sencillamente espléndido como Balduine, cubriendo cada escena con una elegancia y prestancia que lo convertirían en uno de los grandes actores del Expresionismo Alemán, incluso dejando de lado la teatralidad obvia de las actuaciones de entonces. Dado a participar en todos los ámbitos posibles, no sólo encarnaría al protagonista, sino que apoyaría decididamente a Rye en las labores de dirección, trabajo que repetiría en otro gran clásico del mudo alemán “Der Golem, wie er in die welt kam” (1920) junto a Carl Boese.

En el reparto, también encontramos al director y actor de cine y teatro austríaco John Gottowt (“El Jorobado y la Bailarina”, 1920; “Nosferatu”, 1922), quien debutó precisamente en este film, como Scapinelli. Su papel es fundamental para entender el derrotero de las decisiones del protagonista, alzándose como una suerte de antagonista, más que de villano, ya que oficializa como tentador o embaucador. Lo anterior no le impide constituirse en un antecedente innegable del demente Caligari en el clásico de Robert Wiene, “Das Cabinet des Dr. Caligari” (1919).

También encontramos en el reparto a Lothar Körner (“Liselotte von der Pfalz”, 1935) y Fritz Weidemann (“El Asistente del Diablo”, 1913) como el Conde von Schwarzenberg, padre de la obsesión de Balduine y el Barón Waldis-Schwarzenberg como el primo y prometido de Margit, respectivamente. En el reparto femenino, aparecen las divas Grete Berger (“Dr. Mabuse, el jugador”, 1922; “Phantom”, 1922; “Metropolis”, 1927) y Lyda Salmonova (“El Golem”, 1920; “El Jorobado y La Bailarina”, 1920), que interpretan a la Condesa Von Schwarzenberg y la gitana Lyduschka, mujeres que representan dos mundos opuestos (el de la aristocracia y el de la pobreza) pero que convergen en un mismo interés: Balduine.

A pesar de haber tenido dos eficientes versiones posteriores, destacando la de Henrik Galeen de 1926 por sobre la de Arthur Robinson de 1935, el film dirigido por Rye y Wegener sigue siendo la versión clásica definitiva de este cuento macabro sobre el destino y la ambición, principalmente por la fuerza visual de sus escenas, que la constituyen en una de los primeros ejemplos del Expresionismo Alemán. La versión que llegó a nuestros días es una restauración realizada en 1987, con música de Josef Weiss.

En resumen, una película cautivante, inquietante y póetica en su historia e imágenes, uno de los ejemplos más tempranos y claves de lo que será el Expresionismo Alemán, que demuestra la concepción compleja del cine alemán y su atemporalidad, ya que trata cuestiones que si bien no son tratadas con el romanticismo de aquel tiempo, siguen estando vigentes, como es la consolidación de objetivos a cualquier precio.



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gines

  • 13 May 2012

9


una gran pelicula con una historia muy buena y oscura, con unos efectos para la epoca logrados, con unos actores que para ser una pelicula muda pues.... ahi lo hacen

me ha sorprendido gratamente y es una gran pelicula muda de principios del siglo 20



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bigladiesman

  • 26 Feb 2011

7


Paul Wegener en su salsa ya en sus inicios con un filme de ambiente opresivo, buenos FX (doble exposición, fundidos) y conseguida ambientación, sobretodo en exteriores. El argumento es el típico ¨el único que puede pactar con Satanás con garantías es Chuck Norris, así que si lo haces de todas maneras atente a las consecuencias¨. Tópico actualmente, fue novedoso en el cine de la época.



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TANO

  • 31 Jul 2007

9


Un clasicazo bastante bueno, con una gran historia buenos efectos visuales, teniendo en cuenta que la película es de 1913. crea un ambiente de persecución que engancha, y acaba tal y como debe... Vale la pena verla.



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Críticas: 5


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