Ficha Spies Come from Half-Cold


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Críticas de Spies Come from Half-Cold (2)




bigladiesman

  • 9 Dec 2017

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El Dr. Goldfoot ha vuelto con otro nefando y absurdo plan, y esta vez son tres los agentes que le van detrás. Lo malo es que son aún más torpes que los de la anterior entrega.

Antes de empezar aviso que he visto la versión americana de la cinta, que es bastante distinta de la italiana, más corta y centrada en Price y en su co-estrella Fabian, que sustituye a Frankie Avalon. Aunque el crédito único de la dirección es para Mario Bava, esta versión se hizo sin su supervisión (tampoco creo que le preocupara mucho).

Mario Bava dirige pues esta secuela de “El Dr. G y su máquina de bikinis” que devuelve a Vincent Price a Italia un par de años después de “El último hombre sobre la Tierra”. El hombre disfrutaba haciendo estas comedietas para jóvenes, rompe el cuarto muro, se pone montones de difraces y además tiene un segundo papel como jefe de la OTAN tuerto y tartamudo. Fabian es otro de los agentes del SIC y el dúo cómico Franco e Ciccio son sus dos rivales dentro del cuerpo, los recién licenciados agentes 477 y 478, dos tipos egoístas y con mucha mala sombra. Me recuerdan a una especie de mezcla entre los Hermanos Calatrava (uno serio y muy señor, el otro haciendo caras y muecas raras, en general estilo de humor parecido a juzgar por los gestos…) y el Dúo Sacapuntas (Franco recuerda al Pulga y Ciccio al Linterna). Y con ellos un montón de chicas guapas, literalmente explosivas, lideradas por la hermosa Laura Antonelli, con el tiempo una de las mejores actrices de reparto de Italia: quizá sea por ello que parece junto a Price la única que sabe que esto no puede ser tomado en serio ni como comedia.

El dúo de guionistas de “italianadas” formado por Giuseppe Moccia y Franco Castellano desarrolla una idea original de propio productor James Nicholson, después adaptada al mercado americano por el mismo guionista de la primera parte, Robert Kaufman. Con todo este lío, el guion solo puede ser una cosa: una monumental parida. Es tan surrealista, con todos los ruídos comiqueros, Price hablando directamente a los espectadores y disfrazandose de monja, Franco haciendo sus caras, las escenas en cámara rápida, los personajes siendo unos tontos del culo, el descaro con el que se carga escenas enteras del original para hacerlas AÚN MÁS BIZARRAS, como ahora convertir parte del último cuarto de hora en una película muda (en la versión italiana hablan) así de sopetón… Que se ríe uno por la absurdez general, lo reconozco. Esto es un desmadre sesentero que tiene aún menos sentido que las dos de Flint, Modesty Blaise y Casino Royale ’67 juntas.

Arkoff y Nicholson decidieron realizar esta secuela en Italia con menos recursos que la anterior película, y se nota: FX y escenas de estudio pasan de la serie B de la primera parte a la Z de esta, con especia énfasis en el clímax. Al menos la banda sonora es mejor que la de la versión italiana, con un Les Baxter en plena forma.

Es malísima. Mucho. Pero como he dicho antes me ha tenido sonriendo bobaliconamente como un gilipollas todo el rato por algún motivo. Es tan rematadamente mala que he disfrutado como un enano. Lo voy a hacer. Me voy a abstener de calificar algo tan bizarro y tan divertido. Me pregunto quién convenció a Mario Bava para hacer esto, pero estoy entre condenarlo sumariamente o santificarlo directamente. Entra con honores en la lista de mis películas malas favoritas presentes en esta base de datos junto a “Maniac” (1934) o “3 Dev Adam”.

Hacednos caso a Tano y a un servidor: a poco que os gusten las frikadas y la psicotronia, esta supera DE MUCHO a la simpática y decentemente hecha ¨Dr. G y su máquina de bikinis¨ en este par de aspectos. Recomendada a los muy frikazos que no se tomen la vida en serio.



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TANO

  • 4 Mar 2014

6


Frikada muy divertida y entretenida, que uno no puede tomarse en serio.
Montones de chicas guapas, escenas muy muy locas, al igual que la historia, que no hay por donde cogerla, y un magnífico Vincent Price que se nota que disfrutó el papel.
Atención a la escena de la larguísima y absurdísima persecución de cerca del final, no tiene desperdicio.



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