Ficha The Girl who Leapt through Time


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Críticas de The Girl who Leapt through Time (1)




Mad Warrior

  • 22 Mar 2024

6



La chica que saltaba a través del tiempo, Kazuko, atrapada entre amores adolescentes, entre problemas cotidianos y entre grietas que se abren en el espacio hacia realidades ya vividas o quizás imaginadas...
Todos conocen ya su historia, de alguna manera u otra.

Aunque resulte fácil llegar a la increíble aventura de esta chica tan especial gracias a la archiconocida película de anime que catapultó a Mamoru Hosoda en 2.006, “Toki wo Kakeru Shojo“, en su origen un relato de Yasutaka Tsutsui de 1.965, publicado por entregas en la revista juvenil Gaku-shu Kenkyu-sha, cuenta con muchas adaptaciones anteriores y posteriores. La presente, aunque casi totalmente desconocida para Occidente, en Japón sigue siendo un amado icono de la cultura popular de los años “80; y también fue un proceso accidental...
El todopoderoso Haruki Kadokawa, con los derechos adquiridos desde hacía tiempo, deseaba realizar una versión propia; el detonante fue su amor incondicional hacia Tomoyo Harada, una estudiante de 14 años de Nagasaki que soñaba con convertirse en toda una “idol“. Por desgracia, y aunque acabara tomando los roles protagonistas para las versiones televisivas de “Nerawareta Gakuen“ y “A Sailor suit & A Machine-gun“ (ambos, curiosamente, interpretados en el cine por Hiroko Yakushimaru), la suerte le iba dando de lado en proyectos más importantes, quizás por su apariencia tan poco “exótica“ y moderna...

Llevar la novela a la gran pantalla por primera vez fue el regalo de Kadokawa a Harada, quien casi deja para siempre la industria del entretenimiento; y al ilustre Nobuhiko Obayashi, responsable de grandes éxitos para la productora, y siempre con historias ocupadas por jóvenes, lo requieren casi con súplicas para encargarse de la de “TokiKake“ (repitiéndose exactamente el mismo proceso que en la adaptación de “Nerawareta Gakuen“). Es también un regalo para él, ya que recibe total libertad sin verse obligado a respetar el complicado material original (en realidad pocas opiniones coinciden sobre el gusto por la mezcla de ciencia-ficción, fantasía, drama adolescente y humor negro que imaginó Tsutsui, con sus habituales salidas de tono, tan controvertidas).
Su guión, en colaboración con Wataru Kenmochi, tardó casi un año en desarrollarse, sin embargo el rodaje fue más apresurado de lo que hubiera querido: sólo un mes, para poder estrenar la película junto a “Tantei Monogatari“ (protagonizada por Yakushimaru) y asegurar el éxito comercial. Lo que entonces decide el director es utilizar la novela sólo de sugerencia lejana; cualquiera que conozca su estilo personal lo verá grabado en todos los planos de ese inicio en mitad de un escenario nevado y en blanco y negro. Es la presentación del trío protagonista, Kazuko, Goro y Kazuo, amigos y compañeros estudiantes.

El cielo estrellado a lo lejos, la nieve, las miradas inocentes, los jóvenes que imaginan un futuro soñado más allá de la aburrida rutina. Obayashi se pierde, y se perderá, en estos pequeños instantes íntimos enfocando en primer plano el rostro de sus debutantes actores; Harada, aun no tan magnética como otras actrices de su generación, desprende una dulzura atemporal, y la cámara, al parecer sabiendo que el film está por entero dedicado a ella, se regocija en destacar su hermosa presencia. Flota en el aire una levedad que poco recuerda al libro; esta versión es muy personal y profunda.
El principal motivo es que está rodada en Onomichi, ciudad natal del director, como sucedió en su obra anterior, “Tenko-se“, con la que comparte no pocos puntos en común temática y estéticamente. Aquí deja de nuevo que la sensación de nostalgia se apodere de todo, creándose una atmósfera más propia del melodrama romántico clásico; aunque se produzca temprano el desastre en el laboratorio de química que trastocará la vida de Kazuko no habrá cambios de ritmo, y los fans de los locos desvaríos del nipón se darán de bruces con un cuento de amor adolescente que fluye a través de una poesía evocadora.

Este ritmo, muy pausado, puede ser un inconveniente. Hasta que la protagonista pasa de su confusión por culpa de la engañosa realidad en la que está habitando una y otra vez a tomar conciencia de los poderes que posee para deslizarse por las grietas del tiempo ha transcurrido más de la mitad de metraje, y dando el guión una atención especial a la relación de los tres personajes principales.
La novela se servía de la ciencia-ficción como base sin profundizar demasiado en detalles, pero el exceso del toque romántico es cosecha de Kenmochi y Obayashi, que prefieren centrarse en el aspecto más humano de la historia.

Y es curioso cómo el argumento falla precisamente en esto. La pareja utiliza la ciencia-ficción en su versión cual escape de fantasía y a la vez metáfora sobre la vida; aquí Kazuko se ve incapaz de salvar a los seres que más quiere, puede, sin saber muy bien de qué manera, predecir el futuro, pero tampoco hace nada por evitarlo. Esto es un sinsentido. En lugar de avisar con antelación a Goro del terremoto y el incendio decide esperar a que suceda la misma noche...¿pero serviría de algo o sólo cambiaría una tragedia por otra? Podría o no. No lo sabemos porque ni siquiera lo intenta.
Otra diferencia primordial con el libro es que Goro sí conocía los poderes de “teletransporte“ de Kazuko (y éstos no los revela Kazuo, sino el profesor Fukushima, que aquí tiene menos protagonismo...), pero en este guión se transforma en una especie de simple anhelo; ella parece estar enamorada de él, él parece estar enamorado de ella, pero no lo expresan. Mientras construye un romance mitificado y sugerente, el director sólo esboza a los personajes, sin profundizar en ellos como es debido, sin desarrollarles como seres humanos reales; la evolución de Kazuko, por ejemplo, se va sucediendo a causa del incidente.

Libro y guión coinciden en las pocas explicaciones que se aportan sobre los hechos fantásticos y la implicación de la protagonista con respecto a sus poderes (básicamente Tsutsui la hacía regresar en el tiempo para deshacerse de ellos y ya está), pero éste debería haberse tomado mucho más tiempo tratando los aspectos psicológicos y los temas esenciales de la amistad, la soledad, la distancia familiar, el amor, los celos y el destino que nos presenta. Kazuo también parece funcionar como un símbolo, no sólo del amor no correspondido, igual que Goro, sino del amor ideal e imposible.
La presencia de este personaje es todo un misterio; incluso cuando la película regresa atrás para revelar su relación con Kazuko en la infancia, da la sensación de necesitar más explicaciones. Kazuo es, de hecho, lo que hace que la trama se desmorone, también aquí y en el libro; en ambos casos sucede un giro sorpresa absolutamente increíble, apareciendo éste como un viajero del futuro, y, por ende, condenado a vivir un romance imposible con Kazuko. Esto estaría muy bien si fuera su historia, pero no es suya. Así como así le roban a ella el protagonismo y se lo dan al chico.

No es sólo un insulto a la heroína, sino a la inteligencia del espectador; pareciera otra película que se mete de por medio sin pedir permiso. Para compensar esta ofensa a la estructura narrativa Obayashi nos bombardea con su magia en ciertos instantes catárticos, siendo el más memorable el clímax de los “saltos“ en el tiempo, un fascinante delirio de técnicas visuales innovadoras para su momento y que pone de manifiesto la libertad creativa de la que gozaba el maestro.
Incluso para los créditos finales se saca de la manga un vídeo musical complaciendo los deseos de Kadokawa: Harada es alabada como la nueva “idol“ del momento por todos sus compañeros en una catarata de alegría colectiva.

Destaca entre tanto joven la presencia de dos leyendas del cine japonés, Ken Uehara y Takako Irie, a quienes el director les ofrece unos hermosos personajes ausentes en el libro, y a través de los cuales enfatiza el hecho de que por mucho que se deseen cambiar las cosas y “traer de vuelta“ a alguien desaparecido, la vida toma otros caminos más crueles...
La película, pese a la cantidad de errores de guión que tiene, y a un rodaje lleno de accidentes y complicaciones por culpa del ajustado plazo, batió récords en taquilla sorprendiendo a toda una generación de adolescentes que sólo pretendían disfrutar con la aventura de Yakushimaru y por partida doble también encontraron otra chica muy interesante...y, por qué no, excitante. Obayashi, por otro lado, se ganó el apelativo de “El cineasta de la juventud”, lo que seguiría manteniendo en años futuros...



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