Ficha School in the Crosshairs


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Críticas de School in the Crosshairs (1)




Mad Warrior

  • 22 Mar 2024

5



Publicada originalmente en 1.973, “Nerawareta Gakuen“ fue una de las más exitosas novelas del prolífico Takuji Murakami, un experto en literatura de fantasía y ciencia-ficción, sobre todo enfocada a adolescentes...

Su visión de un instituto descarriado siendo manipulado por invasores del futuro que poco a poco se autoproclaman líderes de un nuevo orden fascista hizo furor en los jóvenes de la época, precisamente cuando la sociedad japonesa vivía en crisis, las revoluciones estudiantiles estaban a la orden del día y los ideales de izquierdas se defendían fervientemente. Ya adaptada al formato televisivo, a Haruki Kadokawa le apetecía realizar una versión cinematográfica...pero como él quería.
Lo primero era que la protagonizara una chica destinada a convertirse en “idol“, y sin duda esa debía ser Hiroko Yakushimaru, conocida sólo gracias a sus apariciones en televisión y unos cuantos papeles secundarios (aún no había llegado el gran milagro de “A Sailor suit & A Machine-gun“); lo segundo era pedir a un equipo de guionistas cambiar la historia original para que se centrara en ella; y lo último elegir a alguien que la hiciera brillar como nunca, y estaba claro que el sr. Nobuhiko Obayashi, el cineasta más loco del siglo, era el indicado. No quedan dudas.

Una introducción psicotrópico-espacial inaugurada por su “marca de la casa“ (el cuadro que siempre anuncia “A Movie“) ya nos transporta a un mundo que no sabemos bien si es o no real, y mientras utiliza sus habituales delirios visuales, Hiroko-chan (así le gustaba llamar a la actriz..y ella lo detestaba) salta y sonríe bajo las bellas melodías del “Mamotte Agetai“ de Yumi Matsutoya, brilla con luz propia, cual símbolo de una generación que personifica el optimismo y la alegría de vivir el presente, y por eso aquél se recrea en un humor tan gamberro y picante como inocente.
Hay que entender esa escena en la que los niños intentan ver la ropa interior de las colegialas desde esa perspectiva única que tenía la atmósfera de los “80. Pese a tratarse todo de un encargo, el director lleva a su terreno el texto de Murakami...y entre eso y el propósito tan específico de Kadokawa, de dicho texto no queda prácticamente nada; mientras, por mandato del segundo, el guión arrebata el protagonismo al personaje de Koji y se lo da a su compañera Kazumi (rebautizada Yuka), el primero celebra la rebeldía juvenil, lo llena todo de colorido, humor e incluso números musicales, hasta traspasar los límites de lo absurdo. Así, los golpes cómicos y las sobreactuaciones del elenco son más propias del estilo del manga y el anime.

Y esto termina provocando lo inevitable: que la trama se vaya a la deriva en poco tiempo. Porque esta “Nerawareta Gakuen“ no sigue ninguna línea narrativa concreta ni se centra en nada que no sea hacer que Hiroko-chan brille en pantalla; su heroína parece desarrollar poderes telepáticos, psíquicos o vaya usted a saber, pero no existe un interés ni un proceso de adaptación a ellos. Por otra parte Koji es relegado a un idiota que, aparte del mejor de la clase de kendo, es agobiado permanentemente por su controladora familia, que quiere hacer de Yuka su profesora particular (subtrama innecesaria e incomprensible). En el libro se convertía en representante de su clase, aquí es sólo el tonto que sigue a la chica guapa a todas partes.
Por otro lado la malvada Michiru (Masami Hasegawa, de gélida belleza) aparece de la nada, y recién transferida tarda unos días en manipular a todo el mundo; a su homóloga literaria le llevó dos años lograr esto, y la reestructuración fascista del centro era, por supuesto, mucho más violenta en palabras de Murakami. Para más inri, y ya me gustaría saber por qué, Obayashi pierde por completo la cabeza y transforma a Kyogoku, el misterioso chico que ayudaba a Michiru en su conquista, en una especie de demonio, o de ser del Espacio, o del futuro (o dondequiera que sea), que primero seduce a Yuka, pero se supone que actúa como su enemigo...

Toru Minegishi, una vez más junto al director, se ridiculiza con toda la alegría del mundo sin saber qué está haciendo, como el resto del reparto. Lógico: nadie tenía ni idea de lo que se estaba gestando durante el rodaje, sólo aquél, que iba uniendo las secuencias en la sala de edición como un puzzle para oligofrénicos. Ya preocupa que lo realmente interesante, la llegada de Michiru, suceda con la película muy avanzada, pero es que la gran historia de Koji y la reconquista del instituto junto a sus amigos, salpicada de esa metáfora social tan incisiva de Murakami, termina cayendo aquí en un sinsentido de proporciones épicas.
A los jóvenes que vieron esto en cines se les tuvo que fundir el cerebro y resbalarse por sus orejas ante la avalancha de catárticos desvaríos visuales que se desatan durante el enfrentamiento climático entre Yuka y el demonio del Espacio (o de dondequiera que sea); Obayashi no pretende ser espectacular de forma seria, él quiere que el efecto resulte tan fascinante como grotescamente inocente, igual que un anime para niños. A mí no consigue fascinarme, ya que dicho clímax se acaba antes de que empiece y queda la sensación de que todavía faltaban muchas cosas que contar y mostrar.

Si este desastre sin pies ni cabeza terminó siendo un éxito (y discreto, no el bombazo que esperaba Kadokawa...) fue por su estilo desenfadado y delirante y por tener a guapos protagonistas adolescentes, en especial a Hiroko-chan, quien nunca pudo llevarse bien con el director ya que fue incapaz de comprender nada sobre sus intenciones, el guión o su personaje.
Él, sin saberlo, inauguró lo que se acabaría llamando “cine de “idols“ “ (films de género hechos para explotar la popularidad de un/a joven que también era cantante o modelo), y haciendo méritos para ser considerado como “El cineasta de la juventud“ de los “80, lo que finalmente logró tras su versión de “The Girl who Leapt through Time“...



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