Ficha Black Cat Mansion (The Mansion of the Ghost Cat)

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Críticas de Black Cat Mansion (The Mansion of the Ghost Cat) (3)




Mad Warrior

  • 6 Mar 2021

7



Extraños sucesos van a ocurrir para aplacar la ira de los muertos. Una venganza surgida del más allá cuyo ejecutor será un animal nada sospechoso a ojos de cualquiera: un gato.
Sin embargo una bestia sedienta de sangre y justicia. Este es el cuento de la venganza del gato fantasma...

En los 50, que tan maravillosos resultaron para el cine japonés, no sólo encontramos los grandes melodramas de Shimizu, Ozu y Mizoguchi o los frescos históricos de samuráis de Kurosawa e Inagaki; también había cine popular, de bajo presupuesto y en principio destinado a las salas de doble sesión, y uno de los géneros más exitosos en dicho círculo era el horror y el fantástico. Porque ya se hacía cine de horror en Japón cuatro décadas antes de la llegada de Sadako Yamamura, aunque nos resulte francamente difícil de encontrar en nuestros días.
Y entre gente como Ryohei Arai, Bin Kado o el ocasional Tokuzo Tanaka, destacaba Nobuo Nakagawa, un experto del género que con cada trabajo iría allanando el camino de su búsqueda de la perfección estética y formal hasta alcanzarla por fin en ¨Jigoku¨; antes de eso, el nativo de Kyoto adquirió fama como perfecto narrador de leyendas de terror desde su casa, la Shintoho. Después de probarlo con ¨Kaidan Kasane-ga-fuchi¨ y antes de realizar su versión de la mítica ¨Yotsuya Kaidan¨, se le encarga adaptar una novela de Soto Tachibana, prolífico autor que tanto escribía sobre hechos reales de la guerra y dramas como relatos de horror y fantástico.

Pero al contrario de lo que podríamos pensar, esta historia no empieza en un castillo samurái ni en un ambiente feudal, sino en la época actual. El director prefiere abrir su relato desde un interior en plena oscuridad: los pasillos de un hospital, sólo alumbrado por la luz de una linterna; inquietante cuando menos esta introducción a lo Edgar Ulmer en la cual los pasos de los espíritus ya acechan a los vivos desde ultratumba. Entonces somos guiados por un narrador, el dr. Tetsuichiro, sentado en la penumbra e invitándonos a viajar con él a sus recuerdos.
Así la trama se dividirá en la convencional estructura de dos actos con un prólogo y un epílogo; el primer ¨flashback¨ nos lleva al momento en que el doctor y su esposa Yoriko se mudan al pueblo en donde éste ejercerá la medicina. Sin tiempo que perder, Nakagawa ya juega con lo perturbador de las atmósferas, insinuando bajo las apariencias de la tranquila realidad una constante sensación de peligro que somos incapaces de comprender, esto unido al hecho de representar todo este tramo bajo las extrañísimas tonalidades blancas y azules que elabora su operador Tadashi Nishimoto. Como no podía ser de otra forma, los horrores llegan con el negro manto de la noche.

Lluvias, truenos, viento, el constante ladrido de un perro asustado y las pisadas en el barro de una anciana espeluznante que avanza con paso firme a la vieja casa en la que se han instalado Tetsuichiro y Yoriko; Nakagawa siempre demostró una habilidad innata para conjugar los elementos y ofrecer con ello el impacto visual, aunque esto no es nada para lo que nos reserva su ¨Borei kaibyo Yashiki¨. La permanencia en este ambiente puede desquiciar más de lo esperado por la terca ignorancia del marido a las horripilantes visiones que experimenta la esposa y la recalcitrante tendencia al mutismo de ella.
Por suerte un sacerdote del lugar se dispone a revelarnos la razón de estos extraños acontecimientos. El director también demuestra buena mano para la técnica narrativa y así tener al espectador bien atento, en lo que es el uso de un ¨fashback¨ dentro de un ¨flashback¨, y subvirtiendo la forma que se suele aplicar a esta estructura al abandonar el blanco y azul presente y mostrar la ancestral historia del sacerdote en vivo color. Ahora retrocedemos aún más en el tiempo, a un tiempo antiguo sin fecha (reforzando la idea de mito del folklore), y con un duelo cuyo final será la tragedia.

No un duelo de samuráis, sino el de un maestro de go (Kokingo) y el de un daimyo (Shogen), que sirve de parodia de una figura clásica: el señor cruel e injusto del drama feudal; Nakagawa opta por presentarlo como un monstruo gesticulante y repulsivo, menos realista y más caricaturesco. Tras acabar todo en un arrebato de ira y violencia y mancillar el honor de su familia, el deseo de venganza pasará al gato de éstos (muy típico del género) y la pesadilla se desata; el cineasta ya lleva tiempo tratando los temas esenciales de la posterior ¨Jigoku¨ y aquí su presencia será furiosa y visceral.
Esto es: el descenso a la locura de aquellos que cometen crímenes y pecados, las almas de los onryos ajusticiando a los vivos, el mundo real y el invisible confundiéndose en un escenario alucinógeno; aquí juega con todos los trucos a su alcance y se sobrepone al escaso presupuesto para sumergirnos en semejante ambiente: figuras y sombras que se retuercen, colores intensos que asaltan las retinas, manchas de sangre que son brechas hacia otros planos de realidad y formas espectrales que invaden el espacio con espeluznante sobriedad. Las formas inspiradoras del noh derivan en un espectáculo deliciosamente onírico, caóticamente bello; Nakagawa es un maestro de lo sobrenatural, de lo puramente visual.

Haruyasu Kurosawa, genio de la dirección artística, le ayuda a crear este imaginario imposible. Al otro lado unos actores más o menos decentes donde sobre todo yo destacaría a Fumiko Miyata (como la ciega Miyaji) y la veterana Fujie Satsuki (como la madre de Shogen); Takashi Wada cumple su cometido: resultar estomagante como pocos villanos se han visto.
A pesar de un exiguo metraje que no da tiempo a desarrollar como es debido a los personajes y un desenlance propio del melodrama americano que hasta resulta ofensivo, esta obra es un maravilloso pasatiempo para los fans del género, un cuento de terror sin pretensiones. Yo desde luego prefiero estos clásicos artesanales a las películas actuales sobrecargadas de sustos fáciles y efectos digitales...



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ragman

  • 31 Mar 2016

6


Buen filme oriental sobre una maldición. El filme para su época esta muy bien hecha y su falta de recursos no importó para dar una modesta historia. Quizás uno espere un poco mas de ella acostumbrado al ritmo de lo actual,pero es un mero detalle. El filme se divide en dos épocas. Una en blanco y negro actual y a color en el pasado. Un gran hallazgo eecomendable



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TANO

  • 27 Feb 2014

9


Acojonante película clásica de terror japonés de fantasmas, con una historia bastante chula en 2 períodos temporales distintos, que sin necesidad de efectos especiales, consigue crear un aura de mal rollo tremendo.
Muchas, muchas películas modernas han bebido de películas como esta, pero ni con todos los medios disponibles hoy dia se consigue algo así. Muy digna de verse.
Nota: Me quito el sombrero ante el subtitulador de esto, un trabajo magnífico, acostumbrado a tener que imaginarme los diálogos debido al estúpido uso del google translator generalmente.



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Críticas: 3


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