Ficha Faust


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Críticas de Faust (1)




bigladiesman

  • 29 Jul 2013

8


Tened clara una cosa: esta película no es más que la célebre versión del Primer Acto del ¨Fausto¨ de Goethe del cebradísimo y al mismo tiempo controvertido actor y director teatral Gustav ¨Mefisto¨ Gründgens, oscuro personaje que tuvo una extrañas relaciones de amor y odio con el nazismo: en efecto, es ese personaje que encumbró a Klaus Maria Brandauer y oscarizó a István Szabó en la adaptación de la exitosa y controvertida novela pseudobiográfica del propio cuñado de Gründgens: Klaus Mann (hermano del Nobel de Literatura Thomas Mann). Y es aquí donde el actor aparece caracterizado como un maléfico pierrot en una memorable actuación (e inmortalizando a todo color su imagen icónica). Su trabajo pasó a la posteridad gracias a este producto casi autoproducido (el director es su propio hijo, que tan solo coordinó y dio formato a la obra. Gran trabajonel suyo) que combina las bambalinas de la escena con los encuadres y FX del séptimo arte, alejándose del típico formato televisivo de ¨Estudio 1¨. Aquí se pretende que el espectador se sienta en medio del escenario.

No hay un guion propiamente dicho: es una versión abreviada de la obra original, por lo que como público nos centramos en las actuaciones y en los hallazgos visuales. Así pues, se abre el telón.

El protagonista Will Quadflieg, Gründjens y Hermann Schomberg hacen papeles múltiples (Schomberg hace tres) y nos introducen la obra. Gründjens, en tanto que versionador de la obra, es el que introduce más cambios a su personaje: En su manera de interpretar a Mefistófeles se ve en todo momento un amaneramiento y unas maneras afeminadas (remarcadas por el maquillaje y vestuario de pierrot que luce todo el rato que indica que su diablo es como mínimo bisexual) e introduce algún gag visual (usa gafas de pasta de diseño moderno en pleno siglo XVI. Woody Allen repetiría el gag con gran efecto en su ¨Boris Grushenko¨) por tal de dar un aire distinto al personaje. En su versión teatral ya introdujo estos cambios.

La estética es en todo momento minimalista, y mezcla elementos barrocos con otros contemporáneos (gafas de pasta, lámparas eléctricas) e incluso vanguardistas.

Aunque es visualmente interesante, está muy bien interpretada y puede llegar a considerarse toda una obra maestra, no llega al nivel de la épica versión que Murnau dirigió en 1926.



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