Ficha Story of a Wild Elder Sister: Widespread Lynch Law


  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de Story of a Wild Elder Sister: Widespread Lynch Law (1)




Mad Warrior

  • 3 Jan 2022

6



Vuelve una heroína expeditiva e impasible para sacudir los cimientos del submundo mafioso y ajusticiar a aquellos que usan su poder para corromper a los débiles.
Si ya la vimos vengando su estirpe ahora se lanzará a una brutal cruzada de vengaza para defender su honra como mujer.

Un regreso más peculiar que satisfactorio. Reiko Ike, estrella indiscutible de las ¨pinku eiga¨ que desde finales de los 60 como locos decidieron producir en Toei, dio una lección de coraje, libertad y presencia femenina única a la (también imprescindible, cómo no) Meiko Kaji protagonizando ¨Furyo Anego-den¨, versión más radical en su uso de la violencia y el sexo de ¨Lady Snowblood¨. El maestro de las formas y la sordidez visual Norifumi Suzuki (cuyas técnicas sin duda heredó de otro Suzuki más conocido) logró un éxito de taquilla y ello influyó para continuar con las hazañas de Ocho Inoshika.
Sin embargo, pese a estar de nuevo Ike, el encargado de esta ¨Yasagure Anego-den¨ es Teruo Ishii, otro apasionado de los delirios visuales y los contenidos explícitos, quien se maneja a la perfección en dicho campo aun contando con un argumento escrito por Ikuo Sekimoto y Masahiro Kakefuda sin duda inferior, menos interesante que la obra original y más abierto a las posibilidades caricaturescas. Como también lo es esa apertura de lucha con katanas bajo la lluvia, donde Ike, de una forma totalmente gratuita, va despojándose de sus ropas mientras asesina a un puñado de hombres anónimos.

Una secuencia inicial que imita de muy mala manera a la legendaria con la cual abría ¨Blind Womans Curse¨ (con Ishii tras la cámara y Kaji, espectacular, delante) y que nada tiene que ver con esta historia donde se nos vuelve a lanzar a las fauces de una imprecisa era Meiji y dominada desde sus entrañas por la violencia, la lujuria, la lucha de poder, las drogas y la decadencia debido a la presencia de lo extranjero. Nuestra heroína es arrastrada de manera salvaje a los entresijos de una red de tráfico de droga y mujeres cuyo misterio, pese a que su propósito de visitar Kobe era otro, ha de desvelar.
No está sola en esta hazaña, sino que cuenta con la ayuda de algunos individuos, en principio aleatorios. Así, en lugar de centrarse en las acciones de Ocho, Ishii introduce un catálogo de pintorescos personajes alrededor de los cuales se construyen incógnitas reveladas poco a poco, al igual que las razones que unen sus propósitos, ligados por entero a la venganza, tema por antonomasia de la trama. Personajes en sintonía con la imaginería ¨pulp¨ y abiertamente psicotrópica que despliega el cineasta con su usual atrevimiento, haciendo hincapié en el asalto visual por medio de una paleta de colores intensos, donde predomina el rojo (color del sexo y la muerte).

Esferas de trazos estéticos propias de Suzuki (tanto Norifumi como Seijun) donde Ishii se recrea obstinado en la crudeza, lo sucio, en la violencia áspera y grotesca, siempre hacia la mujer (su vagina en especial), haciendo difícil aguantar ciertos instantes, que pueden desgarrar la sensibilidad a más de uno. Ocho, de quien también conocemos una pequeña parte de su pasado (estas escenas son, de lejos, lo mejor del film en términos dramáticos), juega a ser el eje central de un argumento en la que participan y se despellejan una banda de yakuzas, los traficantes de droga y el grupo de mujeres usadas cuales vasijas de transporte sin vida.
Argumento muy apoyado en la presencia, molesta, del humor absurdo y la depravación y una interesante caracterización de las mujeres (fuertes e independientes aun explotadas y expuestas casi todo el tiempo) y los hombres (rastreros, cobardes, salvajes, hipócritas), donde un impagable Ryohei Uchida en la piel de Joji adquiere mayor protagonismo por su conexión con el grupo yakuza del jefe Goda; por desgracia la Yoshimi de Makoto Aikawa, además de ser un patético remedo de la Sasori de Kaji (y de las líderes que ésta interpretó en ¨Stray Cat Rock¨), no tiene una función clara y se dedica a ir y venir sin rumbo fijo.

Que no les engañe el inicio, Ike no es tan protagonista como parece, por mucho que su venganza tenga un peso en la historia, a años luz de la de ¨Furyo Anego-den¨, y de ahí su pérdida de carisma. Lo esencial de esta obra recae sobre la bella ilógica de las formas, ¨kabukianas¨, y el placer (o sadismo) visual, clave para entender la intención de ciertas secuencias, cuya vibrante composición nos atraviesa las retinas y perturba nuestros sentidos, como la sesión amorosa entre Goda y Ocho (Suzuki la envidiaría haber dirigido), los momentos en el manicomio, que parecen heredados de Kinugasa, o el emblemático clímax al que conduce tanta complejidad.
Punto y aparte en el film, en la carrera de Ishii y en el cine ¨exploitation¨ japonés; pocos habrían sabido coordinar los elementos para lograr extraer tal belleza formal de un acto descarnado en un equilibrio perfecto, elevando a la pura abstracción esa concatenación de asesinatos y humillaciones cuya estructura obedece a las modulaciones del arte más que responder a leyes narrativas convencionales. Cual voyeur fascinado por lo excesivo el nipón filma la exposición caótica, visceral y caricaturesca de la violencia entre hombres y mujeres, entre los silbidos de las katanas, los chorros de sangre y la presencia hipnótica de los colores, siendo esencial no sólo sus estilizadas técnicas tras la cámara sino la imaginativa de la dirección artística.

Clímax de locura y delirio lindante con lo fantástico que radicaliza hasta el extremo el de ¨Tattoed Life¨ y que mucho gustaría a Tarantino, Miike o Sono. Por desgracia el resto del film no está a la altura de las secuencias finales, seguidas de un epílogo que hay ver para creer.
En ellas se deja claro la importancia de la expresión visual más que la estructura en sí, menos rigurosa que la de la 1.ª parte; en este sentido Suzuki salió mejor parado al saber combinar ambas cosas. Precisamente por su regular éxito, Ike no regresaría en su rol de la heroína.



Me gusta (0) Reportar

Críticas: 1


Escribir crítica