Ficha Himizu

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Críticas de Himizu (4)




Mad Warrior

  • 14 May 2023

7



Escombros, tierra que huele a cenizas, las cenizas de los cuerpos que ha quedado esparcida por todas partes. Que ha alfombrado el entorno, que ha impregnado el aire. Se huele a muerte, a miseria.
Pero al parecer algunos han surgido de ella, buscando una grieta entre las nubes que descubriera un rayo de sol...

Entre ellos el que peor ha llevado este proceso es Yuichi Sumida. Pero es curioso el modo de encajar a este personaje, que, cosa curiosa, no resulta creado de la nada por el director Sion Sono; en realidad se trata del protagonista del cómic más oscuro y deprimente que pudiera imaginar el mangaka Minoru Furuya, ¨Himizu¨, publicado a comienzos del año 2.000. Casi sin cambios de un formato a otro se presentó una primera versión del guión cuando entonces Japón se vio sacudida por uno de los más traumáticos desastres de su Historia, el terremoto del 11 de Marzo de 2.011, que dejó tras de sí un paisaje de destrucción.
Las casi 16.000 personas fallecidas y las explosiones en la central de Fukushima pesaron mucho sobre la conciencia del cineasta, quien, ya en posesión del libreto, decide cambiar de cabo a rabo la historia original y resituar su contexto, provocando el recelo del autor. ¨Aunque mi equipo no quería, yo sabía que era un problema que no podíamos ignorar¨, afirmó, introduciendo sus cámaras en el mismo lugar del desastre y con sus actores pisando los hogares caídos para captar sus ¨reacciones en bruto¨ como si se tratase de un documental. Así empieza ¨Himizu¨, en las ruinas.

Zona devastada, madera rota, piedras sobre el terreno, versos de François Villon saliendo de la boca de Fumi Nikaido (convertida en la enésima Keiko del cine de Sono); este panorama transmite una sensación extrema de desolación pues es real, no construido en estudio. Sobre esos escombros se asienta y crece la historia del joven Yuichi, uno de tantos desheredados que ha tenido que sobrevivir a la fuerza; el director ubica los elementos con inteligencia: en lugar de quedarse en 2.001, cuando de hecho la nación se estaba recuperando de los golpes durante la Década Perdida, organiza la tragedia humana alrededor del terremoto y todo parece formar parte de un conjunto lógico.
De nuevo familias desestructuradas, odio paternofilial que se pasa de corrosivo, tristeza generalizada, absoluta derrota, ausencia de esperanza, nihilismo y locura como vía de escape. El protagonista y su generación son la nueva versión de los que sobrevivieron al desastre de Hiroshima y la guerra, otra generación marcada, y por si fuera poco la propia amargura, el caos social les rodea e impulsa sus actos. Actos de violencia, porque en ¨Himizu¨ los hay en cada rincón; la brutalidad, física, psicológica y emocional, tan a gusto de Imamura, hincha este universo como un globo al que se le notan las grietas, y el estallido es inminente.

No sólo Yuichi y sus colegas son los más afectados. Alrededor de éste, cuales espíritus del bosque, danzan, gritan, bromean y retozan otros desplazados y olvidados, igualmente víctimas del terremoto; una comunidad que representa la esperanza y la mantienen, contrariamente a la sensación del joven, al menos hasta cierto punto. Marchando en una estructura cronológica sin mucho cambio de ritmo, ¨Himizu¨ se mueve con agobio, cual fiera enjaulada, y cámara en mano registra la realidad cotidiana más cruda, que Yuichi traga con resignación, a los golpes de su padre (psicótico Ken Mitsuishi), a la ignorancia de su madre ninfómana, a las palabras de desprecio de su maestro, incluso a las adulaciones de Keiko, único personaje cuyos pensamientos interiores salen a la luz.
Ella, ser luminoso, tampoco se rinde a la fatalidad, pese a tener otra familia terrible y maltratadora; y mientras es el amor encarnado, Yoruno (que deja de ser el compañero de clase de Yuichi para transformarse en un afable anciano que vive junto a su negocio familiar de alquiler de botes) es la redención, quien trabaja para librar al chico de las sombras que poco a poco le envuelven con más ahínco por culpa de la estirpe familiar, hecha deuda de un grupo yakuza que lidera el despiadado Kaneko (¨Denden¨ Ogata vuelve de malvado para Sono tras ¨Cold Fish¨).

Tetsu Watanabe, al igual que sus sufridos compañeros de reparto, se desata en una interpretación visceral y brillante y es el que más protagonismo gana de los secundarios; parece sin embargo incoherente, mal estructurada, su peripecia individual para ayudar a su vecino a liberarse de las deudas del padre.
Peripecia que mejor deja al descubierto los terribles abismos a los que está descendiendo esa sociedad japonesa post-terremoto, y a cuyas filas se unirá el propio Yuichi tras una de las escenas más descarnadas, filmada en plano-secuencia, que el sr. Sono y el cine japonés contemporáneo nos haya brindado (el asesinato del progenitor en el descampado).

Esta es la ruptura que pedía a gritos la película y su ¨héroe¨. Ahogada en una agobiante atmósfera, la realidad se quiebra por todas partes, interior y exterior, y mientras otras fuerzas maquinan para salvar su alma sin que lo sepa, el protagonista se lanza, como les pasa a todos los personajes del director a partir de un hecho traumático, a su plena autodestrucción, exteriorizando al demonio interior (el cual sólo aparecía en el cómic); pero aquí la pretensión es otra. Mientras el Nobuyuki de ¨Cold Fish¨ terminaba generando la destrucción de otros por venganza, la de Yuichi es por redención.
La brutalidad se presenta en cada centímetro de esta sociedad individualista a la que no han llegado los alegres ecos del ¨Pon-pon-pon¨ de Kiriko Takemura. Todo es grito, locura, convulsiones y ruido estrepitoso, criaturas aberrantes en mitad de la noche urbana, todo es trauma y dolor, pérdida de identidad y pérdida de valores, inmoralidad extrema, cinismo y soledad; putas encadenadas y demonios con cuchillos invadiendo los lugares públicos, todo es ruina, ruina humana sin rumbo fijo, y un estruendo de terremoto siempre de fondo, anunciando el colapso total.

Shota Sometani cruza las calles entre transeúntes reales, sorprendidos, y llega al límite de sus fuerzas con la desesperación de un Yuichi harto de mostrarse pasivo ante el terror. A partir de generar más violencia quiere terminar con ella, buscar a un homólogo y asesinarle, porque así se asesina a sí mismo; pese a todo en los abismos del Infierno él refleja redención y esperanza. No obstante, para desgracia del espectador, esta catarsis llega muy pronto y extenúa demasiado, y hubiese sido mejor para nuestros nervios aplazarlo hasta, por ejemplo, el último cuarto de metraje. La tormenta emocional descargada es lo que el fan de Sono sin duda espera.
Esperar lo inesperado es clave de su cine, pero a una hora de película nuestros intestinos están siendo vapuleados con esta severidad. Nos espera, claro, la degeneración mental y física absoluta, entre pesadillas que son premoniciones de muerte, clímax de violencia (no particularmente ¨gore¨) difíciles de soportar y algunas vueltas narrativas producidas con una naturalidad pasmosa debido al carácter tan inestable de los protagonistas (el yakuza vuelto sabia conciencia, de los giros más ingeniosos del director). En lo que se desvive ¨Himizu¨ es en presentarnos la ardua tarea de aspirar a un futuro en un mundo de impedimentos y maldades.

Futuro que pertenece a una generación en pleno conflicto, pero con posibilidades, tal y como expresa Yoruno. La pareja Sometani/Nikaido, quienes ganaron un galardón a Actores Revelación en el Festival de Venecia y volverían a compartir pantalla pronto, derrochan emociones a flor de piel y evolucionan a un nivel inmenso a lo largo del periplo compartido, a base de docenas de golpes físicos (todos auténticos y muy dolorosos) y no pocos traumas.
Periplo que se distancia una vez más de las oscuras conclusiones de ¨Cold Fish¨ y ¨Guilty of Romance¨ y recuerda, entre preciosas visiones de futuro, a la esperanza de ¨Exposición de Amor¨.

El éxtasis de la vida, la emoción de la libertad, en los personajes fluye hacia fuera en un torrente de lágrimas difíciles de contener asimismo para el público. Sono ha abierto los ojos y su corazón; a partir de ahora caminos más luminosos se abrirán en su cine del mismo modo que se ha abierto el de Yuichi...
Los gritos de ánimo resuenan hasta más allá del lago, hasta los páramos desolados de Tohoku, en tributo a los caídos y para que los supervivientes se levanten y corran a buscar ese futuro de esperanza. No en vano ello figurará en el título de la próxima película del nipón: ¨The Land of Hope¨.



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Daybeat

  • 1 Aug 2018

9


Nos encontramos con un excelente drama de Sion Sono.
Creo que no es una película para todos, ya que es larga y se puede hacer lenta, pero darle una oportunidad, a pesar de ello nos encontramos con una película con un buen guión, actuaciones, fotografía. Me ha encantado la película. Recomendada!



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Tsuki

  • 26 Feb 2013

10



Importante: Leer con criterio y respeto.

Lo que me sorprendió de la película fue la magistral interpretación del joven actor Shôta Sometani.

Shion Sono nos adentra en una realidad sin sentido, aplastante y vacía; a través de los ojos de un joven de 14 años. Con Himizu, acabo de caer en la cuenta de que cuando nosotros apenas vamos, los japoneses ya vienen de regreso. Y he llegado a esta conclusión, ya que me da la impresión de que ellos (los artistas, directores, los mangaka, etc) están plenamente conscientes de su realidad y cada generación alza su propia voz; no se estancan en el pasado o en lo que no vivieron.

Un titulo que enfrenta a los personajes a re-descubrir el sentido de la vida (y a apostar por el futuro de las nuevas generaciones); y el que llanamente se nos revela al final: Vive! Ten un sueño! Se una persona respetable! No tiene nada de malo ser ordinario/común! No te rindas!. El futuro es incierto, pero ¨por el momento¨ tendrán que ponerle un alto a la mediocridad, al sinsentido, y quitarse las cadenas que ellos mismos se han impuesto.



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OYUKI MATSUMOTO

  • 31 Jul 2012

9


Acabo de verla, muy cruda la realidad, el detalle que hay demasiada violencia intrafamiliar e infantil, no hay leyes japonesas que defiendan a un menor?? sumida y keiko aman la violencia, porque solo eso han vivido. Buena fotografía, excelente actuación, buen guión.



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Críticas: 4


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