Ficha El Autoestopista

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Críticas de El Autoestopista (3)




Mad Warrior

  • 6 Dec 2020

8



Se alza una sombra, amenazante y tenebrosa, sobre el ardiente y sucio asfalto. Una sombra dispuesta a asaltar a todo aquel que se cruce en su camino.
La víctima podría ser cualquiera, podría ser usted. En ese caso prepárese para el viaje más desesperante de toda su vida...

No empezaba rezando estas palabras, pero se le aproxima en la catalogada por muchos ¨primera película de cine negro hecha por una mujer¨. Y ésta no podía ser otra que Ida Lupino, una de las grandes actrices del Hollywood clásico aunque no seguramente una de las más conocidas a día de hoy; nativa de Londres, llamada la Jean Harlow británica y (por ella misma) la Bette Davis de los pobres, se ganó a pulso su puesto interpretando personajes fuertes, decididos y ambiguos junto a cineastas de la talla de Michael Curtiz, Nicholas Ray, Delmer Daves o Raoul Walsh (cuyo clásico ¨El Último Refugio¨ le catapultaría definitivamente).
Sin embargo otros intereses ubicados en el mundo detrás de las cámaras la asaltan, llegando de súbito su momento como directora al caer enfermo Elmer Clifton durante el rodaje de ¨Not Wanted¨; funda entonces junto a su marido Collier Young la pequeña The Filmakers Inc. y se lanza a probarse como realizadora pionera, sobre todo por abarcar temas espinosos para la época. Bajo el amparo de RKO, ¨El Autoestopista¨ pasaría por su obra más célebre, un desvío de sus anteriores títulos, muy femeninos, para inmiscuirse en los terrenos duros y masculinos del ¨noir¨; podría ser ¨Autostop al Infierno¨, de Felix Feist (y también de RKO) una gran fuente de inspiración, pero también lo fueron hechos reales.

Hechos concernientes a William Cook Jr., famoso criminal de carácter pendenciero que en 1.950, a la edad de 21 años, fue presa de un arranque psicótico y, simulándose un autoestopista, asesinó a todo aquel con quien se cruzara; ejecutado en 1.952 en San Quentin, parte de su sangriento trayecto final sería plasmado por Lupino y Young, modelando los sucesos a partir del secuestro de dos cazadores, Forrest Damron y James Burke, y su urgente huida a Santa Rosalia. La escalofriante advertencia inicial nos pone sobre aviso y la tensión no tarda en aparecer, del mismo modo que la imponente silueta del asesino en la carretera, aquí rebautizado como Emmett Myers.
Tampoco se demoran las víctimas, ahora Roy Collins y Gilbert Bowen, quienes se aventuran a México para ir a pescar...para su desgracia, pues Myers les espera en el camino. Lupino, gracias al uso impactante de la fotografía de Nicholas Musuraca, nos atrapa, nos asfixia entre sombras y esconde en sus entrañas a un monstruo propio de un film de la Hammer con forma humana, blandiendo un revólver como instrumento de la muerte y prolongación de su brazo; la descripción del criminal, tanto física como psicológicamente (aunque con el acierto de no profundizar demasiado para mantener la incógnita), es soberbia.

Horrorosa apariencia, con detalles tan apabullantes como ese ojo que no se cierra del todo durante la vigilia (deformación real del propio Cook), voz viscosa y carácter explosivo y a la vez minucioso, ante todo despiadado; frente a él, Collins y Bowen doblegados, a merced de las burlas y las órdenes, representando así el perfecto opuesto de los héroes duros del cine negro. La directora también desnuda al género con su cámara como si fuese papel de lija; las calles oscuras, los bares elegantes, las luces del paisaje urbano nocturno y los muelles son reemplazados por la aspereza del desierto y el calor sofocante.
El espacio abierto como perfecto recurso claustrofóbico (nadie te escucha y en ningún sitio te puedes esconder). Lupino ha aprendido la lección de sus mentores: su relato posee la visceralidad de Siegel, el atrevimiento de Walsh y la oscuridad de Hitchcock y Siodmak, y sin muchos medios traza de manera concisa este recorrido infernal por colinas, páramos y pueblos mexicanos llenos de polvo a lo largo de unos 70 minutos escasos (si bien algo más de profundidad se agradecería), siempre haciéndonos seguir los extenuantes pasos del trío protagonista hacia un destino incierto.

Pasos como los que daba aquel desesperado Frank Bigelow en el clásico de Maté ¨Con las Horas Contadas¨ (interpretado también por OBrien). En ¨El Autoestopista¨ hay otra carrera contrarreloj por la supervivencia, salvo que aquí las vidas de las víctimas no dependen de ellos mismos, sino del monstruo que les acecha a sus espaldas; en la piel de este villano sin escrúpulos brilla la convicción del magnético William W. Talman (el coronel Parker de ¨Corea, Hora Cero¨ y más conocido como el abogado Burger en la serie ¨Perry Mason¨), capaz de helar los huesos con sólo un gesto.
Frente a él un correcto y contenido Frank Lovejoy y un Edmond OBrien desquiciado y al borde de la locura en ese último tramo intenso y facturado con oficio pero al que mucho le falta para llegar a memorable (viendo esta precipitación se podría pensar que la cineasta tuvo la intención de finiquitar la historia de un modo mucho más violento...pero que no le permitieron hacer, no se sabe). Las demás participaciones corresponden a Clark Howat y decentes actores mexicanos como José Torvay o Nacho Galindo; entre todo esto destaca la dramática música de Leith Stevens y, cómo no, el pulso y sentido del ritmo de la sra. Lupino.

Hundido en las raíces de la más pura serie ¨B¨, este film, recibido con bastante entusiasmo en su época, exhala nervio, tensión y desasosiego, y sin ser perfecto queda como una pequeña joya del suspense clásico, sin duda precursora de posteriores títulos como la japonesa ¨Ocho Horas de Terror¨, la alemana ¨El Asesino de la Autopista¨ (también basada en hechos reales) o los más modernos ¨Carretera al Infierno¨ y ¨Kalifornia¨.
A la hora de la verdad, ni Hitchcock ni Siegel habrían firmado una mejor película.



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19deMayo

  • 1 Aug 2020

7


Primer film noir dirigido por una mujer, con algunas características que lo diferencian a la norma del género (no tenemos investigadores privados ni aparece ninguna femme fatale, por ejemplo) pero con todo el lenguaje visual del mismo y un par de escenas de tensión bien logradas. La dirección de Ida Lupino y la fotografía a cargo de Nicholas Musuraca compensan el bajo presupuesto con el que fue realizado.



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  • 26 Jul 2017

7


Película bastante aceptable aunque no me pareció genial. Lo mejor es el suspenso y las locaciones (desiertos en su mayoría), todos lugares desérticos con mucha onda. Las actuaciones son brillantes para ser una película de esta época. Todas actuaciones muy sobrias y creíbles. Hasta los mexicanos están excelente (los mexicanos, al igual que los brasileros y etc, solían hacer de idiotas y sobreactuaban por estos años). Hay dos cosas que no me gustaron: es bastante repetitiva. Esperás que pase algo nuevo y no ocurre, la misma historia se podría haber contado en un cortometraje de 20 minutos y el final me pareció muy simple y cuadrado pero este punto podría perdonarse por el hecho de que el film está basado en una historia real. En fin, me gustó aunque esperaba más. Recomendable!



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Críticas: 3


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