Solo a un tipo como Jean Cocteau se le hubiera ocurrido hacer un testamento cinematográfico repleto de estrellas - no tan solo del cine, sino de la farándula y la Alta Cultura - sin acreditar (salvo él mismo) y dotarlo de un surrealismo que deja a Buñuel en Kosta-Gavras.
Esta película solo se entiende como lo que Cocteau dice al principio: su legado a los jóvenes de la nouvelle vague, que nos puede gustar más o menos, pero tenían en el veterano director un espejo en que mirarse por las innovaciones que aportó al cine europeo. Es un mensaje dirigido a ellos, y así debe entenderse: es una oda a un tipo de cine que se va para dejar pasar a otro estilo, menos poético y más realista.
Para nosotros, el publico general que gusta de divertirse, es, hablando mal y claro, una paja mental y - voy a ser hereje - una bizarrada de tres pares de gemelos del sur. Es tan delirante que en algunos momentos, a los que somos profanos en el tema del cine de autor, nos va a arrancar alguna sonrisa sin pretenderlo. Es una deconstrucción total del cuarto muro que a veces se vuelve harto montypythonesca para el espectador moderno.
Eso sí: al mismo tiempo está hecha con tal maestría que hace que el frikazo que llevo dentro pase de elegías cinematográficas y disquisiciones de ¨Cahiers du cinéma¨ y goce de lo lindo con la imaginación y belleza gráfica de muchos momentos de la peli. Y es que si el equipo artístico es envidiable, el técnico no lo es menos, empezando por el genio de Cocteau como creador de sueños oníricos plasmados en celuloide.
Sin embargo hay dos defectos de bulto que le encuentro a la película: uno la excesiva autoestima que derrocha Cocteau. Era un genio, pero aquí muestra un ego deliberadamente desmesurado que en algunos momentos me despierta cierta antipatía. Siempre me pasa en estos productos tan personales, qué queréis... Y por otro lado, un segundo acto extremedamente lento y aburrido que se pierde en disquisiciones poético-científicas en una parodia de un jucio con solo 5 intérpretes en escena (y ninguno de ellos haciendo una actuación especialmente remarcable: solo recitan sus líneas). Los hallazgos del primer y tercer acto quedan separados por una línea de puro tedio que hace que esta película esté ligeramente por debajo de su antecesora, ¨Orfeo¨, y muy por debajo de la obra maestra de Cocteau: su maravillosa adaptación de ¨La bella y la bestia¨.
Tras verla entera solo puedo decir que no la puedo calificar. Es un mindfuck total que me ha provocado sentimientos encontrados, y ello se refleja en esta abandocrítica tan extraña que me ha salido. Con vuestro permiso, me voy a ver la saga Death Wish entera de un tirón para recuperarme.
bigladiesman
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Solo a un tipo como Jean Cocteau se le hubiera ocurrido hacer un testamento cinematográfico repleto de estrellas - no tan solo del cine, sino de la farándula y la Alta Cultura - sin acreditar (salvo él mismo) y dotarlo de un surrealismo que deja a Buñuel en Kosta-Gavras.
Esta película solo se entiende como lo que Cocteau dice al principio: su legado a los jóvenes de la nouvelle vague, que nos puede gustar más o menos, pero tenían en el veterano director un espejo en que mirarse por las innovaciones que aportó al cine europeo. Es un mensaje dirigido a ellos, y así debe entenderse: es una oda a un tipo de cine que se va para dejar pasar a otro estilo, menos poético y más realista.
Para nosotros, el publico general que gusta de divertirse, es, hablando mal y claro, una paja mental y - voy a ser hereje - una bizarrada de tres pares de gemelos del sur. Es tan delirante que en algunos momentos, a los que somos profanos en el tema del cine de autor, nos va a arrancar alguna sonrisa sin pretenderlo. Es una deconstrucción total del cuarto muro que a veces se vuelve harto montypythonesca para el espectador moderno.
Eso sí: al mismo tiempo está hecha con tal maestría que hace que el frikazo que llevo dentro pase de elegías cinematográficas y disquisiciones de ¨Cahiers du cinéma¨ y goce de lo lindo con la imaginación y belleza gráfica de muchos momentos de la peli. Y es que si el equipo artístico es envidiable, el técnico no lo es menos, empezando por el genio de Cocteau como creador de sueños oníricos plasmados en celuloide.
Sin embargo hay dos defectos de bulto que le encuentro a la película: uno la excesiva autoestima que derrocha Cocteau. Era un genio, pero aquí muestra un ego deliberadamente desmesurado que en algunos momentos me despierta cierta antipatía. Siempre me pasa en estos productos tan personales, qué queréis... Y por otro lado, un segundo acto extremedamente lento y aburrido que se pierde en disquisiciones poético-científicas en una parodia de un jucio con solo 5 intérpretes en escena (y ninguno de ellos haciendo una actuación especialmente remarcable: solo recitan sus líneas). Los hallazgos del primer y tercer acto quedan separados por una línea de puro tedio que hace que esta película esté ligeramente por debajo de su antecesora, ¨Orfeo¨, y muy por debajo de la obra maestra de Cocteau: su maravillosa adaptación de ¨La bella y la bestia¨.
Tras verla entera solo puedo decir que no la puedo calificar. Es un mindfuck total que me ha provocado sentimientos encontrados, y ello se refleja en esta abandocrítica tan extraña que me ha salido. Con vuestro permiso, me voy a ver la saga Death Wish entera de un tirón para recuperarme.
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