Ficha La Leyenda de los 8 Samurais


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Críticas de La Leyenda de los 8 Samurais (2)




Mad Warrior

  • 24 May 2021

9



Una maldición que pesa sobre la tierra desde hace cien años, que lo ha oscurecido todo a su paso, una maldición lanzada por maliciosas criaturas del Infierno va a ser destruida por el alma y el coraje de ocho guerreros salvadores que, tal como profetizan las escrituras, volverán a traer la luz y la paz.
¿Quién podría resistirse ante tamaña aventura?

Takizawa Okikuni fue uno de los más famosos y respetados autores del periodo Edo tardío, y gran parte de esta fama se la ganó gracias a “Nanso Satomi Hakken-den”, novela épica situada durante el periodo Muromachi (1.393-1.573) donde jugaría con la Historia feudal para crear uno de los mayores cuentos de fantasía y aventuras de todos los tiempos; nada menos que casi tres décadas de su vida empleó en ella, sin embargo, debido a su progresiva ceguera, necesitó de la ayuda de su nuera para finalizarla.
Aquella leyenda sobre ocho guerreros perdidos por el Japón feudal y unidos por el destino gracias a ocho bolas mágicas (representación de sus almas nobles) para combatir a los demonios de un feroz clan con ayuda de una joven princesa, revolucionó la lectura de ficción del momento, no sólo por su dinámica narrativa y dibujos que ilustraban el texto, sino por su sabio trato de temas sociales, espirituales, filosóficos y existenciales a partir de la fantasía. Su infuencia ha llegado a todos los medios, desde el teatro a la televisión, el cine y por supuesto la industria del manga y el anime (y el mejor ejemplo de ello es la celéberrima “Dragon Ball”).

El productor Haruki Kadokawa deseaba crear una nueva versión de la saga que Toshikazu Kono realizó en los años 50 basada en la obra de Okikuni, y aunque múltiples problemas ralentizaron el proyecto (por la empresa que se encargaría de coproducirlo, el enorme presupuesto y medios necesarios, los contratos y situación personal de los jóvenes protagonistas a los que se pretendía unir...), pudo llevarse a buen puerto bajo la dirección de un Kinji Fukasaku acostumbrado cada vez más a manejar fastuosas producciones; con su presupuesto de más de un billón de yenes, ésta desde luego lo era.
Con su habitual destreza para sacudirnos con situaciones caóticas que ponen a sus personajes al límite, el director vuelve a meternos de cabeza en un gran problema, el relativo a Shizu, que ha visto su palacio y a su familia caer bajo las fuerzas de la mujer-demonio Tamazusa; es importante adoptar este punto de vista sobre la acción, la emoción y la consecuencia, pues predominará hasta el final en la historia. Como en “La Fortaleza Escondida” el guión sigue de cerca la huida de una princesa, escoltada por un fiel sirviente (Dosetsu, homólogo del Rokurata del film de Kurosawa), cuya familia ha sido derrocada y que se ha visto lanzada a la violencia, la miseria y la injusticia del mundo real.

Una leyenda ancestral arroja algo de luz a toda la brutalidad y maldad desatada en la primera parte (y su exposición, por medio de los grabados en un pergamino y haciendo Dosetsu las veces de trovador, es una soberbia muestra de la habilidad que posee Fukasaku no sólo como narrador sino también como poeta visual). Como todo relato de fantasía medieval que se precie, una maldición es la causa de todo el desastre imperante, la que lanzó Tamazusa, presentada como una reina del Mal imponente y de eterna juventud, sobre la familia de Shizu al destruir su abuelo Satomi al clan del amante de la anterior, Sadakane, un siglo atrás.
La esperanza, como siempre, reside en las almas de ocho guerreros cuya madre espiritual fue la hija de Satomi y a los que hay buscar a través de la extensa y peligrosa región de Kanto, y se nos sirve así la aventura. Al tratarse de seres demoníacos no se hace ninguna concesión con los enemigos ni se perfilan ambivalencias, todo lo contrario al extenso catálogo de héroes que, en una certera decisión, se nos presentarán poco a poco (conforme se van encontrando con Shizu); cubrir la riqueza de los personajes del texto de Okikuni resultaría imposible en un solo film, pero Fukasaku y Toshio Kamata se esfuerzan en su caracterización construyendo a su alrededor complejas subtramas, todas de índole trágica o romántica.

Así, brindando un tramo de metraje para profundizar en cada uno de ellos (a la manera de las series de televisión, donde cada capítulo se entregaba a un protagonista en concreto), conocemos a Shino, noble samurái enamorado secretamente de su hermanastra Hanaji; Keno, una joven huérfana convertida en asesina profesional que jamás conoció el significado del amor; Sosuke y Kobungo, dos hombres pertenecientes a la raza de humanos que viven despreciados por la sociedad en las cavernas; o Genpachi, oficial de las tropas de Tamazusa iluminado por la verdad y que no podrá eludir su destino.
Y es que, también como en todo cuento épico, el destino marca las vidas de todos estos individuos, independientemente de su clase social, condición o ideales políticos, cuyo fin será encontrarse y unirse en esta aventura contra las fuerzas del Mal, que bebe de los grandes frescos históricos de Kurosawa, Hiroshi Inagaki, Eiichi Kudo o Kenji Misumi, pero cuya tradición trastoca y embellece la intromisión de lo mitológico llevándola al terreno de la espada y la brujería donde hallamos todos los elementos del género, desde demonios, maldiciones y monstruos hasta brujos, princesas valerosas, trágicos romances “shakespearianos” y batallas épicas.

Podría remitir esto, conscientemente, a obras similares que en algún momento de sus carreras realizaron Tokuzo Tanaka, Masaki Kobayashi (sin duda se aprecian los ecos de “Oe-yama Shuten-doji” y “Kwaidan”) o Nobuo Nakagawa, pero Kamata y Fukasaku sin duda apuntan al cine fantástico y de aventuras del momento, empapándose bien de las influencias que les brindan “En Busca del Arca Perdida”, “Conan”, “El Cristal Oscuro”, la nipona “The Ninja Wars” (producida también por Kadokawa) y sobre todo “Star Wars”, lo cual dejan bien patente con la construcción y descripción de la joven pareja protagonista que encabezan esta aventura.
Porque a Shizu y al alocado y arrogante Shinbei, dos chicos huérfanos, perdidos y que por las trágicas circunstancias del destino han sido condenados a caminar juntos, apoyarse entre ellos para sobrevivir e incluso enamorarse, no les separan mucha distancia de los Luke y Leia de George Lucas (atención a ese tramo donde aquélla es capturada), proponiéndose una interesante intriga familiar entre Shinbei y Tamazusa que se refleja, muy desvergonzadamente, en la de Luke y Darth Vader. Intrigas, traiciones, misterios, romances y sacrificios que tienen a bien culminar en la esperada batalla final.

Fukasaku, a quien nunca le parece suficiente el nivel de la grotesca y cruda violencia con la que vapulea a su público, no tarda en revelarse como un maestro a la hora de emplear su dominio en la escenografía de la acción, la profundidad de campo, la composición escénica, el ritmo y el movimiento, y aunque eso mismo lo demuestra durante toda la película, la larga y frenética secuencia climática del asalto al castillo, cuya estructura se plantea como la del videojuego (donde cada héroe se convierte en protagonista de un nivel que se ha de superar hasta llegar al villano final), se alza sin problemas entre lo mejor que jamás haya filmado el veterano cineasta.
A cargo de un despliegue de medios que nada envidia a cualquier producción de Hollywood, reviste su epopeya con los oropeles de los que dispone con tamaño presupuesto, conformándose la unión de la música (de lo más ochentera), los efectos especiales, la dirección artística de Tsutomu Imamura y el trabajo de fotografía de Seizo Sengen, en un espectáculo que arrolla los sentidos gracias al poder visual de sus imágenes y la belleza formal de su composición pictórica de los colores. No se queda atrás su reparto, donde encontramos a Kenji Ohba, Mari Natsuki (pérfida e repelente a más no poder), Etsuko Shihomi, Masaki Kyomoto y dos veteranos como Tatsuo Endo y Taiji Tonoyama.

Reparto de magnífico talento y muy entregado (el entrenamiento al que se sometieron para sus papeles fue bastante severo) liderado por las dos jóvenes estrellas del momento Hiroko Yakushimaru y Hiroyuki Sanada (que ya había trabajo con el director) y el gran Sonny Chiba, de quien resulta difícil apartar la mirada a pesar de la inmensa belleza juvenil de la actriz.
Como sus ocho míticos héroes, la obra venció a sus competidores, nacionales y extranjeros, y amasó millones, primero en cines y luego en su venta doméstica, convirtiéndose en uno de los mayores éxitos de las carreras de Fukasaku, Kadokawa y Toei (a cargo de la distribución). Su influencia aún sigue vigente en el cine y el anime de fantasía y aventuras y seguirá por mucho tiempo más, aunque la inmensa mayoría no sea consciente de ello. Pero los fans de este tipo de cine, y más aún los de los años 80, deben saberlo.



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DARK_PAQUIN86

  • 13 Jan 2013

7


Entretenida película de aventuras y fantasia, con un estilo típicamente ochentero que le da una magia y un toque especial. El argumento, con una historia que a día de hoy nos resultaría extravagante y excesiva; y que sólo tenía sentido en una época tan particular como fueron los 80, nos ofrece una trama emocionante llena de acción y situaciones iverosímiles. Brujería, sacrificios, monstruos, guerreros samurais, princesas aventureras viviendo múltiples situaciones peligrosas, flechazos amorosos, acción y fantasía se dan la mano en ésta película. Queda lejos de ser una obra maestra, porque podría haber sido mejor en muchos aspectos. Pero como entretenimiento es intachable, tipica película-espectáculo en la que suceden un montón de cosas y en la que los protagonistas viven mil y una aventuras; haciendo que resulte muy interesante y fácil de ver. Para fans del cine asiático, de las pelis de brujería&espada, de los 80...



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