Otra joyita a reivindicar del cine fantástico mexicano, de su época de oro, Aunque hay elementos de terror, “El Escapulario”, tiene sus raíces en la tradicional fascinación de los mexicanos por lo sobrenatural, en los relatos de Juan Rulfo y en el realismo mágico. Además, la imaginería religiosa juega un papel importante en la historia, no lineal, sino con historias intercaladas a base de flashbacks, dirigida y coescrita por Servando González.
Una mujer moribunda pide la asistencia de un sacerdote a quien cuenta la historia entrecruzada de sus cuatro hijos, unidos por un escapulario mágico que brinda protección a quien lo posee, y que son historias de guerra, de drama, de amor, que en conjunto son una fábula fantástica y sobrenatural.
Es una película muy hermosa, simbólica, melancólica y con escenas estupendamente filmadas, que, centrándose en “la vida de la gente común“, también hace declaraciones políticas atemporales, proporciona una visión de la historia mexicana y tiene un final retorcido que proporciona un clímax perfecto.
Muy chula esta peli mexicana de historias cortas, 2 en total, contando también con la historia que hace de nexo principal y que es imperativa en la trama.
Los fragmentos narran los sucesos de cuatro hermanos y el escapulario que les dió su madre, y es esta misma la que cuenta sus historias en su lecho de muerte.
La primera la del fugitivo y el tren de armas.
La segunda y última la de los dos enamorados.
Este es cine mexicano del bueno, muy buenos planos secuencia, cámara en mano y planos cortos, el argumento me resultó muy interesante y entretenido ya que las historias se entrecruzan, una mujer moribunda llama a un cura y este llega a su casa, la mujer le dice que tiene 4 hijos y comienza a relatar sus historias, todas tienen que ver con un escapulario que les ha salvado la vida en varias ocasiones, las actuaciones son muy buenas y el suspenso se siente hasta el final, la recomiendo.
Interesante drama sobrenatural a cargo de Servando González (“Viento Negro”, 1964).
Una mujer mayor en su lecho de muerte llama al sacerdote del pueblo para confesarse y recibir la extremaunción. En dicha confesión le contará cómo un escapulario milagroso les salvó la vida a sus hijos y a cualquiera que lo posea.
Luego de una década especialmente fructífera y donde había espacio para todo, por una parte, con la destacable impronta gótica de obras como “La Llorona” (1960) de René Cardona, “La Maldición de Nostradamus” (1961) de Federico Curiel y “La Maldición de La Llorona” (1961) de Rafael Baledón y, por otra, el surgimiento a mediados de la década del destartalado subgénero de luchadores y monstruos con films como “Santo contra las mujeres vampiro” (1962) de Alfonso Corona, “Profanadores de Tumbas” (1964) y “El Barón Brákola” (1965) de José Díaz, el cine de terror mexicano daría cuenta de una mayor madurez narrativa y técnica a fines de los 60s, con interesantes propuestas fílmicas, entre ellas “Hasta el viento tiene miedo” (1968) de Carlos Enrique Taboada y “El Escapulario” (1968) de Servando González,
Sin embargo, si bien ambos surgen como ejemplos de un notable horror sobrenatural fantasmagórico, “Hasta el viento tiene miedo” (1968) se traduciría como una destacable mexicanización del horror gótico europeo imperante desde fines de los 50s y que mostraba ciertos desgastes a fines de los 60s, que Carlos Enrique Taboada continuaría explorando en la magnífica “El Libro de Piedra” (1969). Por su parte, “El Escapulario” (1968) lo haría desde una perspectiva endogámica, es decir recurriendo al riquísimo espectro religioso y místico de México y su larga tradición sincrética desde tiempos de la conquista y colonia. No deja de ser más interesante aún el hecho de que González contextualice esta magnífica historia de fantasmas en plena revolución mexicana, ya finalizada la época dorada del cine mexicano (1933-1964), precisamente como una forma de homenajear este periodo e insistir en el drama rural que ya había abordado en la reciente “Viento Negro” (1964).
El guión desarrollado por el director de “Los Mediocres” (1962), en conjunto con Jorge Durán Chávez y Rafael García Travesi, está estructurado como una seudo antología de tres relatos, uno principal y otros dos estrechamente relacionados al tronco narrativo, historias que involucran a los cuatro hijos de la mujer moribunda que demanda la presencia del párroco local y la aparición de un milagroso escapulario, una suerte de amuleto católico hecho de tela, que contiene una insignia o imagen religiosa objeto de devoción y que se lleva colgado del cuello como protección. De esta forma, narradas en retrospectiva a través de flashbacks, en estas dos historias González trabajará el carácter terrorífico general del film in crescendo a partir de elementos dramáticos para construir un aura especialmente inquietante y hasta maligna en torno al escapulario.
En el primer relato, el hijo mayor Julián, miltar comprometido con la causa indígena durante la Revolución Mexicana, decide desertar y sabotear un tren estatal con armas para matar a los indígenas. Esta primera historia surge a partir del concepto de identificación nacional con fuertes elementos de crítica sociohistórica, en donde González denuncia el genocidio indígena que el Gobierno Porfirista perpetró durante la Revolución Mexicana (1910-1924). El escapulario se alza, entonces, como un símbolo de protección divina para un acto de justicia social que claramente contraviene la actitud de la Iglesia Católica de aquel entonces, que se alinea con el Gobierno tiránico para abusar y desligitimar a la clase indígena, la clase más pobre y a la cual demoniza. Por tanto, predominan los elementos dramáticos y sociales por sobre aquellos sobrenaturales y, ciertamente, terroríficos.
La segunda historia, en cambio, paulatinamente comienza a introducir elementos sobreacogedores, inquietantes y, ciertamente, perturbadores. En ella, otro de los hijos de María, Pedro se enamora de una bella joven protegida por su tío, quien la pretende ocultamente, sin saber los planes que éste tiene para deshacerse de él. Si bien este segmento tiene una evidente esencia y carácter de romance dramático como muchas de las películas de la Edad de Oro del cine mexicano, en él González confiere mayor protagonismo al escapulario como objeto místico capaz de violar las reglas de la naturaleza para cumplir con su misión protectora. De esta forma, al incluir deliberadamente elementos fantasmagóricos muy propios de las leyendas mexicanas sobre “aparecidos”, la trama general comienza a mutar y se devela como un ingenioso e impactante relato de fantasmas que tendrá en el clímax de esta segunda narración y el enlace con el relato principal sus mejores momentos narrativos.
Es así como finalmente, el relato nos lleva al párroco enfrentándose a un hecho extraordinario, que supone la convergencia de la fe y lo sobrenatural, al percatarse de la naturaleza de los personajes con los que convive y que pondrán a prueba su cordura, y más su vinculación real con ellos. En este tercer relato, en consecuencia, inteligente y fuertemente nutrido por los dos anteriores, en especial el último, González ostentará toda su habilidad narrativa para dejar que la verdad se desate en todo su potencial enriqueciendo aún más un relato general en el clímax que se pasea entre lo maravilloso y lo macabro. De esta forma, dota al film de una naturaleza terrorífica bastante sútil en términos narrativos, por lo que conlleva el relato en el subtexto, contrario a otras obras cinematográficas de estilo gótico en que deliberadamente se proyecta un horror latente y abstracto que atormenta a sus protagonistas.
Sin embargo, señalar que “El Escapulario” (1968) sólo destaca por su inteligente narrativa, sería no hacerle justicia al notable trabajo del legendario fotógrafo Gabriel Figueroa (“Los Olvidados”, 1951; “Nazarín”¨, 1959), una de las figuras más destacables de la Época de Oro del cine mexicano. Figueroa introducirá una serie de recursos fotográficos totalmente innovadores en el cine local como planos subjetivos y montajes antinaturales que además de convertir e introducir al espectador como un testigo esencial, replican como formas para resaltar la sobrenaturalidad de los hechos. Por ejemplo, la secuencia de Pedro liberando al ladrón y yendo al encuentro con Rosario sin saber que se trata de una trampa, es sencillamente magistral y surrealista, una verdadera pesadilla filmada con maestría en un perfecto blanco y negro por Figueroa y que, junto al clímax, constituyen los mejores momentos del film.
De la misma forma, la cuidada fotografía de Figueroa también brilla en momentos rutinarios de la trama. La penumbra al interior de la inquietante casona en la que vive y yace María Pérez es reflejo de una oscuridad espiritual de un escenario mayor, el pueblo. Se trata de un escenario en donde convergen ladrones, asesinos, moribundos y fantasmas por igual, que dan cuenta de una sociedad decadente aferrada a tradiciones y creencias populares con amuletos de protección ante la injusticia y el desfortunio. Tanto en las secuencias en donde aparece la moribunda como aquellas en las que no, Figueroa da cuenta de la casona como un lugar lúgubre o pasadizo de esta vida hacia la otra, otorgando en muchos casos relavancia a efectos de sonido como el agua de la pileta como señal de que los personajes abandonan un plano para ingresar a otro, con la misteriosa música del prolífico Gustavo César Carrión (“El Vampiro”, 1957; “Satánico Pandemonium”, 1975).
González se las arregla para tener un reparto eficiente, encabezado de Ofelia Guilmáin (“El Ángel Exterminador”, 1962) y Enrique Lizalde (“El Monasterio de los Buitres”, 1973), como María Pérez, la madre moribunda y Pedro, uno de sus hijos. Carlos Cardán (“Rojo Amanecer”; 1989) interpreta a Julián, el hijo mayor; Eleazar García (“Viento Negro”, 1964) al mudo Tío Juan; Jorge Russek (“La Noche de los Mil Gatos”, 1972) a Don Agustín y Alicia Bonet (“Hasta el viento tiene miedo”, 1968) a la bella Rosario, interés amoroso de Pedro.
“El Escapulario” (1968) fue filmada principalmente en Tepoztlán, Morelos y Puebla, México, además del Distrito Federal. Paradojalmente, tras su estreno en enero de 1968, y luego de “El Hijo Pródigo” del mismo año, Servando González fue comisionado por la Secretaría de Gobernación, encabezada en ese entonces por Luis Echeverría Álvarez, para filmar lo que sería la matanza de estudiantes de Tlatelolco, en la Plaza de las Tres Culturas. Posteriormente, filmó la campaña presidencial del mismo Echeverría Álvarez que llegaría a Los Pinos y nombrado director general del Departamento de Cine de la Presidencia. Más tarde, el documental “Los Rollos Perdidos” (2912) de Gibrán Bazán denunció la existencia de esta filmación y el controversial silencio de González hasta su muerte en 2008.
En resumen, con una inteligente narrativa, además de una notable fotografía y factura técnica, un destacable y reivindicable film de horror gótico con fantasmas aferrándose a la fe como nosotros mismos.
Es una película que se puede disfrutar de principio a fin, el desarrollo de la trama esta bien estructurado y contado, las historias entrelazadas van delineando perfectamente el final que es lo que llega a coronar la cinta como un clásico.
Excelente película mexicana que cualquier amante del cine fantástico debe ver y comentar.
EXCELENTE PELÍCULA DE SUSPENSO, CON SABOR MUY MEXICANO, PUES SE APROVECHA EL AMBIENTE DE LA PROVINCIA PARA RECREAR ESTA HISTORIA DE APARECIDOS. LO CURIOSO ES QUE ESTE FILM NO PERTENECE A LA ÉPOCA DE ORO DEL CINE MEXICANO, PERO SE TRATA DE UNA JOYA DE NUESTRA INDUSTRIA, SIN EFECTOS GROTESCOS O MOUSTRUOS DE PACOTILLA O GALONES DE SANGRE, MANTIENE EL INTERÉS POR EL BUEN DESEMPEÑO DEL CUADRO ACTORAL. POR CIERTO, EL GUIÓN EN SU BASE PRINCIPAL, SE INSPIRA EN UNA LEYENDA COLONIAL QUE DON ARTEMIO DEL VALLE ARIZPE RECOPILÓ EN SUS LEYENDAS DE MÉXICO; ¨LA CONFESIÓN DE UNA MUERTA¨.
OJALÁ SE PUDIESEN HACER MÁS PRODUCCIONES DE ESTA FACTURA.
Excelente película en su fotografia y trama en general, a quienes se les hace lenta, pudiese ser porque estan inmersos en una cotidianidad de estres via psicosis social y les fastidia pensar. Se trata de una película que puede analizarse en diferentes perspectivas, desde el punto de vista espiritual, se hace evidente que el ser humano no esta sólo, y más allá de la ciencia, hay acontecimeintos inexplicables que desafian lo limitado de nuestro intelecto; de ahí que son los fetiches (idolos, estampas, escapularios e incluso la biblia) cual objetos de poder, o la fe que se depositas en Dios la que salva y protege al ser humano. Se trata de una madre moribunda, quien refleja el cansancio, el dolor y la enfermedad, cual sombra de la muerte que la hacecha, y a pesar de ello, aún aprecia la vida al pedirle al padre, que habra la ventana para respirar el aire del jardín, ver las flores y la fuente de donde brota el agua de la vida, una madre que ama y sufre los pesares de sus hijos, 4 hijos que son víctimas de los tiempos de revolución social en México, hijos imperfectos pero en el fondo son de buen corazón. Más allá de la vida, hay manifestaciones que en un momento determinado se materializan en entidades que pueden percibirse según la capacidad de videncia y clarividencia de una persona. Recordemos que Jesús se le aparecio a su madre y le dijo: ¨mujer por qué buscas a los vivos entre los muertos...¨, acaso no es posible que un hermano en espiritu desencarnado (el ahorcado) salve a su hermano cual espiritu encarnado de la muerte que lo espera. Acaso no es posible que una madre cual espiritu encarnado salve a su hijo sacerdote a quien lo esperan dos ladrones dispuestos a matarlo; la espiritualidad es un camino aún inexplorado por el ser humano, estamos alejados de Dios y empecinados en nuestra materialidad, sectas y religiones piensan más en lo del Cesar que en Dios. Ante ustedes, un comentario de un espiritualista Mariano Trinitario, que Dios los acompañe e ilumine su camino.
Realmente recomiendo esta película, está muy bien hecha, un orgullo mexicano. Son varias historias con puntos en comun, el escapulario y una familia. Muy interesante.
excelente pelicula llena de misterio de esa epoca
la historia es buena y sobre todo bien contada y la forma en que se entrelazan las historias
lo mejor la narracion de ofelia guilmain con esa voz gruesa y potente
recomendables terror hecho ala mexicana de lo mejor
pelicula mexicana de fines de los 60s sobre un escapulario que le salva la vida a quien lo posea, la historia esta ambientada muy bien en la epoca de la revolucion mexicana e incluso lo mejor es el final a mi gusto.
la pelicula va mostrandonos las historias de hermanos que poseen el escapulario, en las historias a mi gusto la mas flojita fue la primera, la segunda esta muy bien, pero creo que a mi parecer lo que le jugo en contra es la lentitud, aunque siendo de los 60s no podemos pretender un ritmo acelerado.
una curiosidad mas de parte del cine mexicano que recomiendo a cinefilos poco pretenciosos
En verdad que es una película muy buena en todos los sentidos, una historia que se sostiene con buen ritmo y una excelente fotografía. Además, tiene un halo de fantasía que la dota de cierta originalidad. Sin duda, entra en mi top ten de películas mexicanas de terror.
Es buena la película, si puede tornarse larga pero al final es el ritmo que se le daban en la época. Ciertamente si me gusto. Por otro lado personas que hacen criticas no se donde meten la ¨Revolución¨ con ¨el abandono español¨ si hay 100 años de diferencia al menos.
Por otra parte en la revolución fue el momento donde aparecieron nuevas historias de héroes, villanos y por supuesto historias de miedo. En la actualidad el folclore post-revolución es muy grande es donde existen mas historias de fantasmas o leyendas, que en otras etapas históricas, así que la representación de la película me parece muy bueno. Una frase que me parece inolvidable es ¨Préstame tu zarape y tu sombrero¨
Mi punto de vista, como cine mexicano de esa época, muy buena, tiene historia, yo como buena cinéfila la recomiendo al 100%, sobre todo por se mexicana
Quise verla porque la consideraba un clásico de la caspa. Pero mas que una peli de miedito es una novelita folklórica exagerada hasta la ridiculez sobre la revolución mexicana, o mas bien sobre el abandono de españa de esa colonia, según lo juzguen unos u otros. Particularmente no me aportó nada aparte de aburrimiento y un ¨pfffffffff¨ continuo desde los primeros minutos. Una pelicula para viejitas y patrioteros sesenteros. .
Pelicula mexicana de finales de los 60s.Esta pelicula es una historia de fantasmas y la revolucion mexicana,sobre un escapulario que proteje a los cuatro hijos de una mujer.La pelicula aunque bien hecha y actuada es lenta larga, pesada, lo unico que la salva un poco es el final.Si no hay mas veanla.
Excelente película de terror mexicana que incluye drama y fantasía, con un elenco muy bueno como Enrique Lizalde, Enrique Aguilar, Ofelia Guilmáin, Carlos Cardán, Federico Falcón, Alicia Bonet, Eleazar García, Jorge Russek, Jorge Lavat y José Carlos Ruiz. La fotografía es muy buena, la música es perfecta para la película, las locaciones para la película son muy buenas. La historia se desarrolla entre historias entrecruzadas, muy buenas cada una con un guión muy bueno, el final es muy tétrico. Un clásico del cine mexicano de terror.
Críticas: 17
Necromaster:
4
Después de ver las buenas críticas de esta película mexicana, me puse a verla, y... vaya una decepción. Para empezar, ¿Dónde está el terror? Pues casi no hay, todo son historias de amoríos y dramas familiares, que lo único que consiguieron fue que bostezara a más no poder, ya que se hace muy pesada y aburrida.
Solo en la parte final es cuando se ven algunas escenas sobrenaturales, y que no están nada mal, pero llegan tarde y no inquietan demasiado. Las actuaciones son correctas, pero hay un exceso de diálogos que se hacen muy espesos, y que lo único que consiguen es provocar sueño una y otra vez.
En fin, que este film es solo para fans del cine mexicano clásico, si buscáis terror olvidaos de esta pesadez.
Veredicto final : Muy floja, mediocre, e insulsa. No recomendable.
Puntuación : 4.
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