Ficha El Extraño Amor De Los Vampiros

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Críticas de El Extraño Amor De Los Vampiros (1)




Andaluzz

  • 26 Sep 2014

7



Bien. Tenemos al maestro Klimowsky abordando otra vez el género de vampiros.

Empezando por el final, debo decir que casi lo consigue. Me refiero a algo que pocas veces ha sido reflejado correctamente, tanto en el cine como en la literatura. Y es plasmar al ¨verdadero¨ vampiro. Al ser enraizado en Europa central y del este.

El ser que menciono es, sencillamente, un muerto. Sale de la sepultura exclusivamente para alimentarse. Tiene determinada invulnerabilidad, pero lo que no tiene apenas es CONCIENCIA ni CAPACIDAD PARA SOCIALIZARSE.

Quienes comienzan a estropear el concepto de vampiro son -paradójicamente- los que catapultan su figura. Polidori, con su Lord Ruthven, y Bram Stoker, con el Conde Drácula. El hecho de otorgarles ese grado de conciencia y la posibilidad de ¨convivir¨ con los vivos no deja de ser una enorme traición de la figura originaria.

Pondre los pocos ejemplos que he encontrado del verdadero vampiro en la historia del cine:

Nosferatu (Murnau), aunque a medias, pues no deja de ser una versión del Conde Drácula. Pero su apariencia sí que evoca al verdadero ser de ultratumba.

Luci Westenra, en las diferentes versiones de ¨Drácula¨. Curiosamente, lo que el Conde estropea, lo arregla Lucy. Ella SÍ es una verdadera vampira, un ser incapaz de controlar sus instintos, un verdadero no muerto.

Los vampiros de ¨Salem¨s Lot¨, de Toobe Hooper. Esos son vampiros de verdad.

Y atentos, que más de uno saltará del asiento: Los difuntos de la gran ¨Noche de los muertos vivientes¨, que, para mí, son los vampiros más auténticos de la historia del cine, independientemente de que su dieta sea sólida. Ya sabemos que Romero lo que quería era tomar la esencia de ¨Soy Leyenda¨. Y en aquella novela los mostruos eran precisamente vampiros.
Porque los muertos de ¨La Noche...¨ cumplen al 100% con la descripción de las tradiciones rumanas y húngarás.

Y después de la perorata teórica, vamos con la película. Klimowsky toma un guión ecléctico, y le saca un gran partido. Yo la he visto en versión doblada al inglés, y hasta que vi a la gran Enma Cohen, pensaba que estaba viendo una de la Hammer.

La historia bebe de variadas fuentes. Sin duda, aparecen vampiros cercanos a los ¨auténticos¨. Pero de fondo, hay una versión libre de ¨Drácula¨, cambiando el nombre del Conde. Y por desgracia, se cae en el machacón error de incluir un enamoramiento entre el vampiro y la chica de turno. (Me rebelo y grito: ¡¡QUE NO, QUE UN VAMPIRO ES UN MUERTO, Y LOS MUERTOS NO SE ENAMORAN!!).

También se nota claramente la influencia de ¨El beso del vampiro¨, de la Hammer, y de la obra maestra de Polanski, el baile de los vampiros (inspirada a su vez en la que acabo de citar). Vampirismo como secta, baile incluido.

Con poco presupuesto, con una música claramente tomada de aquí y de allá, Klimowsky consigue reflejar muy bien una historia de vampiros en un entorno ideal. Una aldea asolada por la plaga.

Una auténtica pena la intromisión de la historia ¨draculesca¨ cruzada, que deja en un segundo plano los verdaderos aciertos de esta película, y sobre todo, la funesta historieta romanticoide, que tanto daño le hace, como le hizo a ¨El gran amor del Conde Drácula¨ o a ¨La Bella y la Bestia¨ de Coppola (perdón, quería decir, al Drácula del susodicho director.)



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