Víctor Clare (un intimidante Mike Raven) es un pintor y escultor que se siente obligado a ¨capturar¨ la belleza femina para siempre, asesinando brutalmente a sus guapas modelos indefensas y luego fundiendo en bronce sus cadáveres para que los disfrute la posteridad.

Luego, en la casa frente al mar de Víctor, conocemos a una serie de personajes bizarros: Dorothy, una mujer mayor que actúa y viste como niña; un tipo alcohólico e impotente que sufre el desprecio de su rubia esposa; Marcia, amante de Victor y bisexual; y la dulce Millie. Poco a poco comienzan a desaparecer, misteriosamente, uno por uno.

Crucible of Terror es sin duda la respuesta inglesa setentera a House of Wax (1953) de André De Toth, y no puedes dejar de recordar y comparar al personaje de Mike Raven con el Henry Jarrod de Vincent Price. Tiene escenas de persecuciones en laberínticas cuevas y minas, humor negro, acoso sexual, poca sangre en realidad, pero me gustó, es una buena dosis de grindhouse ¨a la inglesa¨.

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Apreciable gema de ese horror oscuro de los 70 que tanto fascina a muchos seguidores de la vieja guardia como el que escribe. Fue realizada en 1971 con un presupuesto indudablemente ajustado y supuso el debut como director de Ted Hooker. La película, al parecer, pasó bastante desapercibida en su momento y -lo que quizás sea peor- se ha mantenido durante años en una relativa oscuridad a pesar de algunos pases televisivos en USA en ediciones bastante lamentables -que mutilaban las escenas de los asesinatos sin miramientos- y alguna que otra salida en vídeo. Afortunadamente, en los últimos años han aparecido ya varias ediciones en DVD que nos devuelven esta pequeña joya en las condiciones que se merece.
El film cuenta una historia donde el contenido dramático no es pequeño, pero eso no quiere decir en modo alguno que nos encontremos ante un drama más que ante una cinta de horror. Algo que algunos no se han cansado de repetir. “Crucible of Terror” es una película de terror que, sin renegar de algunos elementos góticos, está sobre todo influenciada por el giallo italiano de la época, jugando de modo eficiente con el whodunit, con muertes más o menos gráficas aunque no muy sangrientas y sin embargo eficaces, e incluso sorprendiendo con el tour de forcé final.
Hay muchas más cosas que destacar en esta obra, muy representativa del cine de terror inglés de serie b, por ejemplo, esos exteriores rodados en la costa de Cornualles que acrecientan la sensación de soledad del escenario principal. O la vieja mina de estaño abandonada que sirve igualmente para hacer más siniestra la ambientación. La música es otro punto a favor que también suma para lograr una atmósfera cargada y la sensación de amenaza incierta para todos los que van a pasar el fin de semana en esa morada.
Igualmente los personajes tienen un interés manifiesto. Empezando por Victor, el extraño artista que vive como un ermitaño, siguiendo con su mujer que vive trastornada en su mundo infantil de fantasía y, no en menor medida, los otros dos habitantes habituales de la mansión: La modelo del artista, Marcia, y el viejo amigo del matrimonio, el intrigante Bill.
A ellos se suman los cuatro visitantes, el curioso matrimonio que forman Michael (hijo de Victor) y su esposa Joanna, y la pareja formada por el dueño de la galería de arte, Jack y su novia Millie.
Todos los interpretes de esos personajes cumplen de una u otra forma. Algunos brillan más como Mike Raven (“El monstruo”) en su rol de artista obsesionado. O Betty Alberge (“Disciple of Death”) como su sufrida esposa. Al igual que Mary Maude (“La residencia”) que interpreta a la joven Millie. Otros resultan más discretos, pero se debe sobre todo a que sus papeles no son tan destacados. Entre ellos está James Bolam (“Y después, sin parar hasta el final”), Ronald Lacey (“Misterio en Malta”) y la scream queen Judy Matheson (“Scream and Die”, “Lust for a Vampire”, “Las crueles”). Mientras que Bett Morris (“Las orgías de la locura”) y John Arnatt (“Hysteria”) tienen roles más secundarios con menos minutos en pantalla. Hay que destacar también la pequeña intervención de Melissa Stribling (“Drácula”).
Como pasa con otros títulos de ese estilo, el film utiliza a su favor las limitaciones de presupuesto para crear una estética sugestiva con colores apagados y opacos que captan el interés desde las primeras secuencias. Entre los mejores momentos podemos destacar el comienzo, con ese primer y cruel asesinato, y toda la parte final desde la persecución en la vieja mina hasta el desenlace.
Recomendada para fans del cine de Pete Walker, Lindsay Shonteff (especialmente de su “Night After Night”) y de las películas inglesas de José Ramón Larraz.

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