La joven solitaria, castigada y entrenada, de delincuente agresiva a salvadora de la sociedad, una guerrera de los tiempos actuales, y se prepara para su mayor desafío justo cuando juró abandonar por siempre la violencia...
¿Realmente ha vuelto?
Así pues, anuncio que encarar un producto como ¨Sukeban Deka¨ es tarea cuando menos insatisfactoria si no se tiene algún conocimiento del tema, ya que esa chica no nace en el largometraje presente. Un Japón alternativo de empresas secretas, detectives letales, imperios del Mal, monstruos y cultos religiosos sirvió de escenario al mangaka Shinji Wada para presentar a la heroína definitiva de la generación del último cuarto de la era Showa, una chica mitad colegiala, mitad agente secreto del Gobierno, que conquistó la imaginación y el corazón de todos los jóvenes.
Y, unos años después de finalizar su publicación, en Fuji TV se propusieron lanzar la adaptación a personajes reales, que se dividiría en tres temporadas, o arcos, en el margen de 1.985 a 1.987; todo un ejercicio de pura explotación (por un lado al resucitar a un personaje de cómic tan querido, por otro al emplear a chicas hermosas que pudiesen dar el salto a ídolos de masas), resultando en unos beneficios gigantescos y un fanatismo que sería parte de la cultura popular nipona de los 80. Este film, realizado en 1.987 por Toei, se basa en seguir capitalizando la fama del personaje, y extiende la historia de la 2.ª temporada de la serie.
En ella, Yoko Minamino reemplazaba a la original Yuki Saito como la protagonista de nombre en clave ¨Saki Asamiya¨ en esa misteriosa organización gubernamental donde los agentes (preferiblemente chicas y con unas habilidades que para sí quisiera James Bond) eran menores de edad encargados de resolver problemas de seguridad nacional donde hubiesen implicados otros jóvenes. El prólogo, resuelto con efectos especiales alucinantes y una puesta en escena espectacular, hace referencia a eventos pasados, pues son los de la misma serie, quedándose Yoko en un momento de su vida en el que sólo desea regresar a la escuela y a la apacible cotidianidad...
Pero el destino se cruza en esas aspiraciones, algo que sucede antes, mientras dos muchachos huyen de unos asesinos profesionales en busca de algo importante; como en la serie, Hideo Tanaka sigue pagando su deuda con los clásicos directores de acción distinguidos con ¨la seña Toei¨, donde la violencia extrema y el montaje crudo se cruzan con instantes de humor absurdo. Entramos en materia rápidamente, pues a no mucho tardar Yoko es convencida por uno de aquellos perseguidos (Kazuo) para ayudarle en la peligrosa tarea de infiltrarse en un centro de entrenamiento para jóvenes dirigido por un chiflado (Hattori) para transformarlos en soldados y utilizarlos en un golpe de Estado ultraderechista.
¡Ni más ni menos! Quedan impresas las humildes aspiraciones de la premisa desde el principio, que no son sino complacer al público adolescente. ¿Quién mejor que esas hermosas colegialas con perspectivas de futuro, símbolo de la sociedad moderna, para derrocar a un fascista de principios de la era Showa? No se pueden buscar atisbos de sentido de común, si bien es cierto que un disparate así se recibe mejor en formato cómic/anime, al menos no dejaría al descubierto la chirriante incompetencia de sus protagonistas. Seamos sinceros, a los chavales que acudieron en masa al cine les hipnotizaba su belleza, no sus dotes de interpretación...
A las expresiones y reacciones excesivamente melodramáticas de un reparto sin ningún carisma (la única bendecida con ello es la celebérrima ¨idol¨ Haruko Sagara, y ni siquiera tiene un papel muy desarrollado) se une el puro delirio ¨exploitation¨, deleitándonos con secuencias de peleas cuerpo a cuerpo, explosiones y sangre por los aires, amén de una exótica parafernalia que mezcla uniformes escolares, potentes armas de fuego, elementos futuristas y toda suerte de utensilios que de verdad el agente 007 mataría por tener (canicas explosivas, dardos venenosos o el peculiar yo-yo metálico, que tan famoso hizo a ¨Saki¨).
Todo un imposible de la ¨teen adventure¨ ochentera, y si en el desarrollo no lo hemos flipado, sí lo haremos durante ese 3.er acto donde el grupo de colegas se cuela en el centro de Hattori cual equipo SWAT (se hace muy útil y conveniente la presencia de una amiga de familia rica (Yukino) que pueda proporcionarles armas, vehículos, refugio y víveres; ¡así cualquiera puede unirse a una aventura tan peligrosa sin pensárselo!) Masato Ibu se divierte dando vida al repulsivo villano y tiene escenas increíbles de lucha con Minamino, en un papel que ni ella misma se cree y donde intenta imitar (su físico la ayuda mucho) a la Hiroko Yakushimaru de ¨A Sailor suit & A Machine-gun¨...pero en balde, claro está.
Particularmente ridículos esos momentos en que Yoko es torturada frente a sus amigas o clama venganza contra Hattori, forzando hasta la náusea sus emociones. Un poco más lejos quedan los actores adultos, tan poco convincentes que uno se pregunta cómo fueron capaces de decir sus diálogos sin sucumbir a la carcajada a cada momento; un buen ejemplo lo tenemos en (los ya presentes en la serie) Keizo Kanie y el veterano de Nikkatsu, Hiroyuki Nagato (muy al estilo de los villanos misteriosos de los 60, oculto tras sus gafas de sol en la tranquilidad de un despacho).
¿Pero a quién le importa un pimiento todo eso? Las chicas son tan atractivas y el espectáculo tan inverosímil que uno puede dejarse arrastrar por su loco frenesí hasta ese gran clímax heredado de ¨Terminator¨ que hay que ver para creer.
Así lo hicieron millones de jóvenes y las cifras en taquilla fueron tan altas que Toei, aprovechando la emisión de la 3.ª temporada, no dudaría en dar luz verde a una secuela. ¡¿Quién no querría ver ese yo-yo de metal tan chulo rodando hacia la cámara una y otra vez?! Al sr. Wada, por cierto, lo podemos ver en un divertido cameo, vendiéndole, qué ingenioso, un yo-yo a la protagonista...
Mad Warrior
4
La joven solitaria, castigada y entrenada, de delincuente agresiva a salvadora de la sociedad, una guerrera de los tiempos actuales, y se prepara para su mayor desafío justo cuando juró abandonar por siempre la violencia...
¿Realmente ha vuelto?
Así pues, anuncio que encarar un producto como ¨Sukeban Deka¨ es tarea cuando menos insatisfactoria si no se tiene algún conocimiento del tema, ya que esa chica no nace en el largometraje presente. Un Japón alternativo de empresas secretas, detectives letales, imperios del Mal, monstruos y cultos religiosos sirvió de escenario al mangaka Shinji Wada para presentar a la heroína definitiva de la generación del último cuarto de la era Showa, una chica mitad colegiala, mitad agente secreto del Gobierno, que conquistó la imaginación y el corazón de todos los jóvenes.
Y, unos años después de finalizar su publicación, en Fuji TV se propusieron lanzar la adaptación a personajes reales, que se dividiría en tres temporadas, o arcos, en el margen de 1.985 a 1.987; todo un ejercicio de pura explotación (por un lado al resucitar a un personaje de cómic tan querido, por otro al emplear a chicas hermosas que pudiesen dar el salto a ídolos de masas), resultando en unos beneficios gigantescos y un fanatismo que sería parte de la cultura popular nipona de los 80. Este film, realizado en 1.987 por Toei, se basa en seguir capitalizando la fama del personaje, y extiende la historia de la 2.ª temporada de la serie.
En ella, Yoko Minamino reemplazaba a la original Yuki Saito como la protagonista de nombre en clave ¨Saki Asamiya¨ en esa misteriosa organización gubernamental donde los agentes (preferiblemente chicas y con unas habilidades que para sí quisiera James Bond) eran menores de edad encargados de resolver problemas de seguridad nacional donde hubiesen implicados otros jóvenes. El prólogo, resuelto con efectos especiales alucinantes y una puesta en escena espectacular, hace referencia a eventos pasados, pues son los de la misma serie, quedándose Yoko en un momento de su vida en el que sólo desea regresar a la escuela y a la apacible cotidianidad...
Pero el destino se cruza en esas aspiraciones, algo que sucede antes, mientras dos muchachos huyen de unos asesinos profesionales en busca de algo importante; como en la serie, Hideo Tanaka sigue pagando su deuda con los clásicos directores de acción distinguidos con ¨la seña Toei¨, donde la violencia extrema y el montaje crudo se cruzan con instantes de humor absurdo. Entramos en materia rápidamente, pues a no mucho tardar Yoko es convencida por uno de aquellos perseguidos (Kazuo) para ayudarle en la peligrosa tarea de infiltrarse en un centro de entrenamiento para jóvenes dirigido por un chiflado (Hattori) para transformarlos en soldados y utilizarlos en un golpe de Estado ultraderechista.
¡Ni más ni menos! Quedan impresas las humildes aspiraciones de la premisa desde el principio, que no son sino complacer al público adolescente. ¿Quién mejor que esas hermosas colegialas con perspectivas de futuro, símbolo de la sociedad moderna, para derrocar a un fascista de principios de la era Showa? No se pueden buscar atisbos de sentido de común, si bien es cierto que un disparate así se recibe mejor en formato cómic/anime, al menos no dejaría al descubierto la chirriante incompetencia de sus protagonistas. Seamos sinceros, a los chavales que acudieron en masa al cine les hipnotizaba su belleza, no sus dotes de interpretación...
A las expresiones y reacciones excesivamente melodramáticas de un reparto sin ningún carisma (la única bendecida con ello es la celebérrima ¨idol¨ Haruko Sagara, y ni siquiera tiene un papel muy desarrollado) se une el puro delirio ¨exploitation¨, deleitándonos con secuencias de peleas cuerpo a cuerpo, explosiones y sangre por los aires, amén de una exótica parafernalia que mezcla uniformes escolares, potentes armas de fuego, elementos futuristas y toda suerte de utensilios que de verdad el agente 007 mataría por tener (canicas explosivas, dardos venenosos o el peculiar yo-yo metálico, que tan famoso hizo a ¨Saki¨).
Todo un imposible de la ¨teen adventure¨ ochentera, y si en el desarrollo no lo hemos flipado, sí lo haremos durante ese 3.er acto donde el grupo de colegas se cuela en el centro de Hattori cual equipo SWAT (se hace muy útil y conveniente la presencia de una amiga de familia rica (Yukino) que pueda proporcionarles armas, vehículos, refugio y víveres; ¡así cualquiera puede unirse a una aventura tan peligrosa sin pensárselo!) Masato Ibu se divierte dando vida al repulsivo villano y tiene escenas increíbles de lucha con Minamino, en un papel que ni ella misma se cree y donde intenta imitar (su físico la ayuda mucho) a la Hiroko Yakushimaru de ¨A Sailor suit & A Machine-gun¨...pero en balde, claro está.
Particularmente ridículos esos momentos en que Yoko es torturada frente a sus amigas o clama venganza contra Hattori, forzando hasta la náusea sus emociones. Un poco más lejos quedan los actores adultos, tan poco convincentes que uno se pregunta cómo fueron capaces de decir sus diálogos sin sucumbir a la carcajada a cada momento; un buen ejemplo lo tenemos en (los ya presentes en la serie) Keizo Kanie y el veterano de Nikkatsu, Hiroyuki Nagato (muy al estilo de los villanos misteriosos de los 60, oculto tras sus gafas de sol en la tranquilidad de un despacho).
¿Pero a quién le importa un pimiento todo eso? Las chicas son tan atractivas y el espectáculo tan inverosímil que uno puede dejarse arrastrar por su loco frenesí hasta ese gran clímax heredado de ¨Terminator¨ que hay que ver para creer.
Así lo hicieron millones de jóvenes y las cifras en taquilla fueron tan altas que Toei, aprovechando la emisión de la 3.ª temporada, no dudaría en dar luz verde a una secuela. ¡¿Quién no querría ver ese yo-yo de metal tan chulo rodando hacia la cámara una y otra vez?! Al sr. Wada, por cierto, lo podemos ver en un divertido cameo, vendiéndole, qué ingenioso, un yo-yo a la protagonista...
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