Ficha El Hundimiento De La Casa Usher

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Críticas de El Hundimiento De La Casa Usher (5)




mahotsukai

  • 30 Apr 2020

9



Notable adaptación poética del clásico literario de E.A. Poe, dirigido por Jean Epstein (“Coeur fidèle”, 1923).

Roderick Usher manda a llamar a uno de sus amigos apesadumbrado por un sentimiento de incertidumbre y horror sobre él y su esposa. Obsesionado con terminar una pintura que está haciendo de ella, Usher se sumirá en una espiral de locura que le imposibilitará diferenciar ficción de realidad.

Tras los destacables dramas “Coeur fidèle” (1923) y “Mauprat” (1926) y el impresionante experimental “La Glace à trois faces” (1927), el talentoso teórico y cineasta francés Jean Epstein se embarcó en la que se convertiría en su película más destacada y uno de los films más poéticos y visualmente atractivos del horror silente europeo. Basada en la obra del legendario escritor Edgar Allan Poe, Epstein reclutaría para ello a dos de sus más importantes colaboradores en el último tiempo, el cineasta español Luis Buñuel y el actor galo Abel Gance. Buñuel, que había trabajado como asistente de dirección y actor en “Mauprat” (1926) sería clave para la estructuración del guión y para varios de los aspectos plásticos de la obra, mientras que Gance sería determinante en el aspecto interpretativo al imponer a su bella esposa Marguerite Gance como protagonista femenina. A la larga, la tensión entre Buñuel y Gance, sin embargo, determinaría el término de la colaboración entre Epstein y Buñuel en el futuro.

Para el guión, Epstein y Buñuel se basarían principalmente en el clásico literario “The Fall of House of Usher” (1839), sin embargo, y debido seguramente a la corta extensión de éste, incluirían otras aristas narrativas de otras obras del bostoniano como “The Oval Portrait” (1842) y “The Premature Burial” (1844). De esta forma, “La Chute de la Maison Usher” (1928) reunirá los aspectos narrativos claves de la literatura poeiana, a valorar la exploración de sentimientos de extrema nostalgia y depresión; algunas de las metafóras de horror más complejas desarrolladas por el genio estadounidense, como es la transposición de energía vitales que inspiraría posteriormente a Oscar Wilde a escribir “The Picture of Dorian Gray” (1890); y las temáticas asociadas a la obsesión con la muerte y el pánico al entierro prematuro, respectivamente.

Así, en términos narrativos, Epstein y Buñuel realizan una notable tarea de síntesis de la obra de Poe en un solo guión, adoptando algunos aspectos secundarios de la obra original en función de un relato esencialmente poderoso en imágenes pragmáticas. Por ejemplo, tomando como referencia el clásico expresionista “Nosferatu, eine Symphonie des Grauens” (1922) de F.W. Murnau, se introduce el elemento ominosamente maligno en torno a la Mansión Usher, a la cual los aldeanos se rehúsan a acercarse en el viaje del amigo de Roderick, que recuerda la negativa de los aldeanos de Transilvania de acercarse al castillo del Conde Orlock. Otro elemento narrativo que la dupla guionista altera es todo rastro del rasgo incestuoso de los hermanos Usher, convirtiéndolos en marido y mujer, decisión que hay que decirlo puede mermar un tanto el carácter sórdido de la relación de Roderick y Madelaine, pero que la trama termina por enfocarla en otro aspecto. Y ese aspecto no es más que la concentración del horror del entierro prematuro en la obsesión del marido por no creer en la muerte de su esposa, a diferencia de la insana tendencia psicológica de Usher de acabar con su estirpe por una cuestión de demencia.

Sin embargo, sería mezquino y ciertamente pobre desde un punto de vista analítico, limitar el enfoque artístico que Epstein logra imponer en el film a meras cuestiones narrativas o literarias. El director francés de origen polaco fue un reputado e inquieto artista asociado al impresionismo francés de los 20s, junto a otros cineastas e intelectuales como Louis Delluc (“Fièvre”, 1921), Germanin Dulac (“La Souriante Madame Beudet”, 1923) o el mismísimo Abel Gance (“Napoleon”, 1927), y para él el cine no era una mera herramienta visual y narrativa para concretar la esencia espiritual de la pintura, la escultura y la literatura, sino un tipo de arte en sí con pleno derecho y consistencia. Asimismo, Epstein se vio fuertemente influenciado por el Expresionismo Alemán imperante en la República de Weimar (Alemania) y abrazó gran parte de los preceptos canónicos de esta corriente cinematográfica, que terminaría por plasmar en sus films más ambiciosos, entre ellos “La Chute de la Maison Usher” (1928).

Así, Epstein nos cuenta la historia del pintor obsesionado con terminar el retrato de su esposa sin percatarse que mientras más vida le da al lienzo, más fuerza emocional y vital parece robarle, a partir de un viaje visual surrealista y pesadillesco que claramente sumergió al espectador de entonces, y el actual, en una verdadera vorágine de postales oníricas y que sirvió de base artística para otros clásicos silentes expresionistas posteriores. De hecho, “La Chute de la Maison Usher” (1928) regala algunas de las postales góticas más destacadas del silente europeo de la mano de los fotógrafos Georges y Jean Lucas (“Train de plaisir”, 1936) como la impresionante secuencia en que trasladan el ataúd de Madelaine a través de un bosque, un lago y finalmente la cripta familiar circundados por un bosque de velas gigantes, filmada por Buñuel y claramente inspiradora para el clásico danés “Vampyr - Der Traum des Allan Grey” (1932) de Carl Theodor Dreyer.

Otro aspecto sobresaliente es el potente lenguaje simbólico del reloj de péndulo, la invasión del viento a través de los pasillos de la Mansión Usher, la presencia continúa de velas y velos que remiten a la muerte y al espíritu fantasmagórico de Madelaine y, por supuesto, la brutal batalla que Roderick sostiene con su cordura. Sin embargo, todo estas escenas y secuencias no son meros ejemplos de la inteligencia fotográfica de la película, sino del concepto de montaje de Epstein. Tomando como base el enfoque vanguardista del montaje del cine soviético, que también podemos observar en la desconocida, pero reivindicable “A Dança dos Paroxismos” (1929) de Jorge Brum do Canto, el francés no escatima en explorar todo tipo de estrategias de edición como ralentización, sobreimpresiones, ingeniosos travellings a ras de piso, primeros planos cerrados, desenfoques a modo de distorsionados y claroscuros para construir su pesadilla gótica.

“La Chute de la Maison Usher” (1928) tiene en Jean Debucourt (“La Poison”, 1951), que interpreta a Roderick Usher, a su gran pilar interpretativo. Es cierto que puede resultar demasiado teatral, incluso para la época en que se estrenó el film, pero no cabe la menor duda que su histrionismo logra imponer un estado de nostalgia, tristeza y locura que serviría de base para la también comentada interpretación de Vincent Price en el clásico de Roger Corman “House of Usher” (1960). La escena en la que Roderick no quiere que sellen con clavos el ataúd de su esposa es un buen ejemplo de ello, su impotente y horrorizada mirada mientras ve como el médico y su amigo ponen los clavos, es sobrecogedora. También, su trabajo gestual facial es destacable, aunque sea en definitiva la técnica de contrapicado de los Lucas la que refuerce y logre transmitir la idea de locura en su personaje.

Marguerite Gance (“Napoleon”, 1927) encarnó a Madelaine Usher, que en esta versión -como dije- es la esposa de Roderick. Si bien es cierto su vínculo directo con el amigo y colaborador de Epstein, la actriz francesa demuestra ser la musa que tanto Roderick como el propio director requieren para este poema visual, siendo su descomposición emocional y sus apariciones fantasmales interesantes. Completan el reparto Charles Lamy (“Le Blanc et Le Noir”, 1931) como Allan, el amigo que visita a Roderick; Fournez -Goffard (“Le Juif Errant”, 1926) como el médico; y el mismo Abel Gance (“Napoleon”, 1927) como uno de los clientes del bar.

La película fue estrenada en París el 28 de octubre de 1928 y recibida con entusiasmo por la crítica, destacando su enfoque vanguardista. El mismo año, por otra, se estrenaba en Estados Unidos un corto de 13 homónimo dirigido por James Sibley Watson, a la cual seguirían dos versiones muy posteriores, una británica dirigida por Ivan Barnett en 1950 y la conocida versión de Roger Corman en 1960.

En resumen, una onírica y, a la vez, perturbadora, pero no por eso menos interesante y reivindicable versión del clásico literario de Poe que brilla con luces propias y que requiere con total urgencia ser descubierta por más cinéfilos.



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Parnaso

  • 30 Jul 2019

8


Como apuntan por aquí, parece que no solo adaptan el relato de El hundimiento de la casa Husher sino que también parece que introducen algo de Ligeia y El retrato oval, y es que si hubiesen creado solo el primer relato hubiera salido un cortometraje.

Al parecer mete mano Buñuel en el guión y se nota, tanto como en algunas escenas que parecen rodadas por él, y es que tiene unos efectos para la época que causan verdadero vértigo y terror. Aquella en la que el protagonista, que por cierto Jean Debucourt perpetra un personaje hipnótico excelente, queda quieto y a cámara lenta va dándole el aire moviendo su pelo me parece maravillosa, así tanto como su banda sonora renacentista que no podía ser más embriagadora, arpa y piano evocando grises sentimientos, una auténtica delicia.

La peli irradia horror, suspense, melancolía de manera exquisita, y estamos hablando de una cinta de Galia, ¿sorprendente verdad?



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ragman

  • 24 Nov 2014

6


Para su tiempo esta muy bien. Mantiene ese aura surrealista que queda como anillo al dedo para el blanco y negro. Aunque me gusta muchísimo mas la versión de corman con Vincent Price. Esta primer versión de una obra de Poe me parece aceptable.lo único criticable es la corta duracion



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bigladiesman

  • 16 Mar 2011

8


Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Acojona bastante gracias a su brillante fotografía y montaje, a las sobrias actuaciones y al los extrañísimos decorados. La [casi] ausencia de FX hace que el conjunto gane en mérito. El vanguardismo y Poe combinan bien, sin duda, pero creo que que tendría que haber sido más fiel al relato original (motivo por el cual Buñuel abandonó su puesto de director de la segunda unidad).

Os aviso para los que conozcais el cuentocon original: hay final con pequeña sorpresa!



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David

  • 5 Feb 2006

10


buf, la vi de niño y aún se me ponen los pelos de punta. esplendida



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Críticas: 5


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