Ficha The Bird People in China

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Críticas de The Bird People in China (2)




Mad Warrior

  • 31 Mar 2021

9



Más allá de la provincia de Guangxi, estrechándose con las regiones del Tíbet y Vietnam y atravesándolo el feroz río Nu Jiang, se encuentra la provincia de Yunnan.
Un mito prevalece entre la calidez de sus vastos parajes y altísimas montañas, sobreviviento a través de las décadas...

Y el encargado de transmitírnoslo es un inopinado Takashi Miike, quien entró en 1.998 con la intención de dar un salto cualitativo en su aún temprana pero bien aprovechada carrera. En ese momento cuenta en su haber con más de veinte films, la mayoría directamente comercializados en el mercado del vídeo y casi todos con la temática yakuza y el humor como seña de identidad; aún no ha hecho “Blues Harp” ni su rompedora “Audition”. Antes de eso se prepara para madurar su cine sin títulos intermediarios gracias a la adaptación que realiza su colaborador Masa Nakamura de la críptica y espiritual novela de Makoto Shiina “Chugoku no Chojin”.
Para plasmarla fielmente el director ha de filmar fuera de su país, lo que ya ha hecho en anteriores ocasiones, pero nunca con la dedicación y pasión que le pone esta vez; ahora él y su equipo cruzan China hasta las remotas tierras de Yunnan, donde se sitúa la acción del libro (huelga decir que se trató de un rodaje muy accidentado y costoso). Que no nos engañe el prólogo con su frenético y mareante montaje; eso es típico de Miike. Amparada bajo la narración del joven ejecutivo Wada, la historia se divide en tres partes muy diferentes y empieza en Japón, con éste siendo obligado a viajar a un pueblo de China en sustitución de un compañero para reconocer la valiosa explotación de jade del lugar.

A este individuo apocado, un tanto cobarde y realmente muy poco interesante se suma la compañía de Ujie, que se inscribe en la lista de los personajes clásicos del director: el iracundo y mentalmente inestable yakuza de la vieja escuela cuyo único método de proceder es la violencia. Este dúo, a simple vista grotescamente cómico, se embarca en un viaje, arduo, complicado y peligroso, y sin ellos saberlo también será un viaje de aprendizaje, de descubrimiento vital, que ocupa el segundo tramo, donde aún hay destellos de humor negro y violencia de la más agobiante y farragosa.
El guía Shen les acompaña e instruye sobre la tierra que pisan y en la cual se adentran. El punto de inflexión lo marca el entorno y la naturaleza; la lluvia, el viento, el río, la fauna y los lugareños, todos estos elementos fuerzan a los protagonistas, como bien se esfuerza en predicar Miike, a desprenderse de las pertenencias materiales que les concedió el mundo civilizado y a aceptar los nuevos tesoros que les ofrece el natural, remoto y olvidado 3.er Mundo, mientras la agresiva distancia que en un principio les separaba se empieza a deshacer gracias a su inmersión en la extraña cultura y maneras de la gente de Yunnan, tan amable y alejada del mundo real.

El tercer y más largo tramo nace del folklore que pervive en la aldea; más anhelo existencial que leyenda propiamente dicha, y este anhelo es el que define la esencia de la historia. El deseo de volar, de alcanzar la libertad eterna, de hacer del hombre un pájaro eterno. Puede ser que este mito de Ícaro encuentre entre sus pliegues la influencia de la literatura china del ruralismo y realismo mágico, la de Henry R. Haggard y la de Izumi Kyoka, si bien no puedo evitar hallar rastros del clásico cine de aventuras de Dieterle, Walsh o Ford, aunque trascendiendo a una línea más cercana al de Annaud, Kusturica o el del Kitano más tierno.
El viaje místico que proponen Shiina, Nakamura y Miike se engarza al propósito de despojarse de los miedos triviales del ser humano en pos de alcanzar una mayor sabiduría y pureza. En este sentido el personaje de Ujie ejemplifica este cambio a la perfección, revelándose mucho más complejo de lo que pensábamos en un principio (en contraposición al de Wada). La violencia, el cinismo y la ambición se diluyen. La búsqueda del jade se abandona y se teje una conmovedora historia alrededor de la figura del abuelo de una de las aldeanas, un hombre que llegó del cielo a esa tierra perdida quizás durante la 2.ª Guerra Mundial y pasó a convertirse en el pilar de una nueva tradición.

La canción aprendida por la nieta del piloto es el modelo de esta tradición y la que empieza a abrir una brecha entre lo real y lo fantástico, Wada encarnando lo primero y Ujie dejándose arrastrar por lo segundo, causa de su creciente inestabilidad, lo que le lleva a erigirse en protector de esta comunidad virgen lejos de las amenazas del mundo civilizado; y así se acerca el film a su clímax y último tramo, muy dominado de nuevo por la paranoia y la violencia. Aun con estas salidas de tono, ya hace rato que el director abandonó los excesos y se concentró en una composición marcada por la sobriedad y la sensibilidad, aunque jamás haciendo innecesarias concesiones a lo sentimental (como sucedería de ser una película americana...).
Así que no hay bonitos romances (aunque se sugieran), ni tragedias (aunque se de pie a ellas); “The Bird People in China” es una reflexión a un tiempo mundana y trascendental, divertida y amarga, sobre la vida y la muerte, el espíritu de la tradición y de la tierra, que nos atrapa en su atmósfera cálida y cuasionírica, bien perfilada por el operador Hideo Yamamoto y Keiko Mitsumatsu. Un genial Makoto Iwamatsu que hace de guía para cruzar la delgada línea que separa lo real de lo invisible, secunda a un Masahiro Motoki un tanto insípido y a ese simplemente soberbio Renji Ishibashi en el más versátil y complejo papel de toda su carrera.

Como él, la historia es capaz de transmitir un amplio abanico de emociones. Inclasificable desde el primer minuto, de una ejecución técnica brillante y con una resolución final tan lógica como conmovedora. Miike se revela como un maestro de las emociones y su obra, aunque no conocida para el gran público, sí sería muy aplaudida en festivales internacionales.
El resto lo provoca el cine, eso que algunos llaman magia. El sentirse atrapado por una fuerza más allá de la comprensión y las enseñanzas de nuestra avanzada civilización. Como la leyenda de los hombres-pájaro. Esa fuerza que a veces te inspira a volar...



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poyolomo

  • 29 Oct 2009

8


Probablemente la mejor pelicula de miike.Sin perder un ápice de su personalidad como realizador nos ofrece una pelicula mágica.
Extrañamente y a su manera para todos los publicos, hedicho!!!



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