Ficha The Ghost-cat and the Mysterious Shamisen


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Críticas de The Ghost-cat and the Mysterious Shamisen (2)




Mad Warrior

  • 23 May 2021

7



Un prometedor artista del shamisen atado a las estrictas normas de su profesión, una joven hija de un poderoso samurái que desafía las leyes de su casta por amor y una actriz de teatro celosa y sanguinaria cuyo corazón está colmado de odio.
Qué gran tragedia se avecina a partir del choque de este triángulo amoroso, una que nadie alcanza a averiguar...

Vale la pena alejarse de las producciones de “j-horror” que aún hoy día surgen tratando de imitar sin éxito la fórmula de “The Ring” y viajar a una época más fascinante, perdida en el tiempo; y es que causa gran regocijo encontrarse con piezas de arqueología las cuales creíamos enterradas, en concreto las referentes a la etapa clásica del cine japonés. Superviviente absoluta de ese periodo es “Kaibyo nazo no Shamisen”, dirigida por un Kiyohiko Ushihara cuya obra sí está perdida desgraciadamente; de carrera infatigable y agitada, fue uno de los primeros genios que despuntaron en Shochiku Kamata junto con Shimazu, Shimizu, Murata y, cómo no, Ozu.
E incluso tuvo el privilegio de viajar a EE.UU. y trabajar junto a Chaplin, pero el terremoto de Kanto y los periodos de guerra se encargaron de destruir esa carrera dejándonos hoy día sólo algunos trabajos de dudosa calidad; éste que nos ocupa sobresale en una filmografía dedicada sobre todo al drama (si bien el hombre probó otros tipos de cine en su etapa muda). También es la muestra más antigua de terror que se conserva, salido de la productora Shinko Kinema, cuya inagotable producción se extendió durante los 30 y 40 y casi todas ellas con la presencia de la estrella Sumiko Suzuki.

Ushihara, a partir del guión de Kenji Hata, se pone al frente de una historia que vuelve a un tema recurrente del género, el del gato-fantasma (o “bakeneko”), el cual traciende a siglos de folklore japonés; pero antes de que esta presencia se haga palpabe el cineasta nos sumerge entre los pliegues de un drama fatal que podría pertenecer a la obra de Mizoguchi. Drama situado en el mundo del teatro kabuki, con una feroz confrontación entre clases y el amor soñado pero irrealizable de Seijiro y Okiyo, ella de casta samurái; se quiebra la armonía familiar con la hija desobedeciendo las palabras del padre, y el protagonista aparece dotado de una sensibilidad artística y humana que en cierto modo lo feminiza.
Pero al contrario de lo que solía verse en su cine, la tragedia es impulsadas por las acciones de una mujer, una víbora desalmada y odiosa (encarnada por Suzuki) que deja por los suelos a las “femme fatale” del “noir”; Mitsue, actriz de prestigio, celosa, alcohólica y vengativa, se presenta tal como es desde el primer momento. Aquí los protagonistas carecen de un pasado, por lo que no hay nada que justifique el comportamiento terrible de esta zorra repulsiva, imagen de la traición, la ninfomanía y el cinismo, incapaz de aspirar a ningún tipo de redención (lo contrario a ese ideal femenino según el imaginario masculino en el Japón feudal).

La parte de fantasía en el relato se gesta poco a poco tras asesinar ésta al gato de Seijiro por las sospechas de infidelidad con la bella e inocente Okiyo; más tarde ella será la próxima en caer por su propia mano (secuencia terrible y dolorosa donde Ushihara se revela como un genio para generar tensión haciendo uso de los espacios cerrados y los planos largos, distanciándose así del vendaval de violencia humano que se desata en un instante). Todo podría seguir como un drama, y de ser así tendríamos ante nosotros una obra maestra del género, pero la película se escora hacia otro camino con la amenazante presencia del shamisen (y antes del gato negro).
Entonces el director deja que lo invisible penetre en el mundo real, y escenefica esta introducción de las figuras espectrales haciendo uso de una gran belleza formal, de una virtud a la composición estética, visual y atmosférica que atrapa en su juego de sombras, superposiciones y terroríficas apariciones, si bien una dulce serenidad difumina estos elementos y los eleva a otro nivel, pues este grotesco onirismo nace de un acto de venganza cuyo motor es el amor dañado por la fatalidad; Okiyo despierta nuestra compasión, aquí el monstruo es sin duda la cruel Mitsue, cuyo castigo Ushihara se demora en mostrar para hacer crecer la angustia.

Juega un papel importante la fatalidad del destino y cómo ese shamisen maldito llega a las manos de la hermana pequeña de Okiyo; predecible es sin duda lo que falta por acontecer, pero la forma de llegar hasta esa conclusión es única e inesperada, así el film nos brinda un clímax en plena función kabuki con Mitsue en el escenario y Seijiro al shamisen que es toda una lección de cine en su encadenamiento de planos y precisión del ritmo (frenético, casi enfermizo por la repentina invasión de lo fantasmal), y cuyo juego de tensión y suspense podría ser envidiado por el mismísimo Hitchcock.
Por desgracia todo el virtuosismo técnico y visual no termina de suplir muchas de las carencias que sufre la obra en su totalidad; no importan mucho las explicaciones sobre lo paranormal (¿cómo se unen el espíritu del gato y de la mujer en esa venganza conjunta?), pero sí sobresale la exagerada teatralidad de las interpretaciones y las situaciones, y la trama (cuya moralina sobre el destino, la traición femenina, la injusticia de clases y la corrupción política feudal es bien sencilla) comete el error de dejar muchos cabos sueltos, además de la gran confusión que reina a partir ese espectacular clímax (donde más bien hemos de intuir qué ha pasado y si el acto de venganza se ha cumplido tal y como deseábamos...).

La estrella de la función es esa tenebrosa Mitsue que lleva al límite los resortes de la intriga y los sentimientos de los demás personajes, y a la que no le cuesta destacar por encima de la también fantástica Kinue Utagawa y los mojigatos Mitsuko Mori y Shinpachiro Asaka (a quien algunos pueden recordar de la “mizoguchiana” “Elegía de Naniwa”).
Un tesoro para arqueólogos que influenciaría a muchas otros títulos futuros, tanto en su vertiente dramática como fantástica. Las apariciones de “Kaibyo nazo no Shamisen” provocan una sensación de terror más intensa que cualquier película actual de género con sus torpes (y ciertamente terroríficos, pero por lo repugnante) efectos digitales...



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ragman

  • 29 Jan 2021

3


filme de terror japones de los años 30s del cual esperaba un poco mas, se que no es para ponerse pretencioso respecto a un filme tan viejo pero vi algunos filmes japoneses de esas epocas mucho mejor pensados y mas logrados que este, no esta mal, no estoy tirando todo por la borda, simplemente que esperaba un mejor desarrollo y un final mas adecuado, igual la recomendaria a los degustadores del cine del ayer y el hoy.



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