Adapatación de la versión de esta historia según el poeta Hector Berlioz (no tiene por tanto nada que ver con la de Goethe), cumple con lo prometido en el catálogo: hay muchas novedades. Méliès usó por primera vez distintas ¨capas¨ de decorado para crear una sensación de profundidad (efecto que sería usado sobretodo en dibujos animados), combinó dobles exposiciones con agua para lograr compsiciopnes bastante vistosas y creó una ilusión que permitía que los personajes flotaran mientras descienden a los infiernos. Además, en las escenas finales parece adelantarse al expresionismo alemán con fondos de formas geométricas y encima acaba con el trunfo del Diablo (final pesimista?! ¡Esto es nuevo!).

El gran defecto de la película es el exceso de números de baile, en concordancia con el espíritu de music-hall que Méliès imprimia a su obra.

Sin ser de sus mejores obras, contiene los suficientes elementos como para ser de visionado imprescindible.

Lo que empieza como un experimento con los planos de truca (tengamos en cuenta que los pierrots están usando una linterna mágica) acaba en una serie de aburridas secuendias de baile que no levantan el vuelo hasta que de la linterna mágica sale un espantajo que se alarga y se contrae. Flojo, pero aun así merece el aprobado.

Épica producción de 16 minutos donde Méliès usa sus mejores trucos (stop-motion, planos de truca, marionetas, transparencias, maquetas, trucos de fotografía y escenografía para crear profundidad e incluso elípsis narrativas) para crear un cuento de hadas donde la acción no decae en ningún momento gracias a un frenético ritmo narrativo (no hay intertítulos; las escenas se suceden una tras otra mediante fundidos). Además, está brillantemente - para la época - coloreada y el vestuario sigue la estela de ¨Viaje a la Luna¨ (la escolta de Poseidón en concreto es digna de mención).

Un pequeño espectáculo que tiende a ser olvidado, y que los fans de la fantasía y el cine de aventuras deberían reivindicar.

No me puedo ni imginar lo que disfrutarían los chavales de la época (y sus padres) con tal lujazo de peli. Otra de esas películas ¨redondas¨ como esa Luna de espuma de afeitar del Mago de París.

Méliès hace un poco de prestidigitación de escena en este corto por lo demás bastante discreto, donde se usan dobles exposiciones y apariciones tras llamas místicas. No hay nada nuevo que ver aquí, pero sigue estando bien y siendo gracioso.

Zeus tiene el día cachondo, así que tras aparecer en su bello trono, hace venir a los otros dioses para una juerga (no, no es de ESAS juergas de la Mitología - por desgracia, debo decir: hubiéramos visto la primera peli de porno hardcore-), pero enseguida empiezan los problemas: Hermes no para quieto, los rayos de Zeus se han estropeado. Afortunadamente, parece que aún están en grarantía: Hefesto llega prontamente para arreglarlos sin recargo. Con los rayos arreglados (y un gag bastante gracioso) llama a las musas y empiezan los trucos, esta vez sencillitos pero muy conseguidos, con cómicas ideas que sorprenden y hacen reir. Uno de los cortos más divertidos de Méliès, que está estupendo y divertidísimo como Zeus.

un miembro del equipo nos muestra al inicio de la película qun cartel que reza: ¨Efecto fotografico espiritual obtenido sin fondo negro. GRAN NOVEDAD¨. Así pues, parece que Méliès va a innovar de nuevo: Doble exposición sin fondo negro.

Y lo logra: reproduce un efecto de ¨morphing¨ mediante un plano de truca. Otro interesante experimento del cienasta francés.

Comedieta macabra donde un noble egipcio pide a un mago que resucites a su fallecida esposa. Enseguida tendrá una serie de desagradables sorpresas. Aquí priman más los trucos de escena que los de cámara, dejando como resultado un pasatiempo original y exquisito.

Atención a la mirada de incredulidad y desconfianza de la esfinge del fondo. Es una risa. El equipo de Méliès era buenísimo creando escenarios caricaturescos.

Méliès se consagró con este corto como rey de la exposición múltiple y el stop motion, perfeccionando su técnica para ofrecernos cabezas flotantes que se transforman en notas musicales en unos cables eléctricos usados como partituras. Original y divertido, este corto tiene una bonita sorpresa final, propia de gran prestidigitador.

Presentación didáctica y patriotera de diversos héroes del temible sitio de Zaragoza por parte del ejército napoleónico. La resistencia maña culminaría con la victoria francesa. Así y todo, se ordenó hacer guardia de honor a tan valientes adversarios tras su rendición (o eso dice la historia, que allí se armó un follón inimaginable, de verdad).

Un drama bélico hecho con sencillez pero de manera esmerada.

L¨Hereu de Can Pruna se quiere casar. Los Pruna son los ¨masovers¨ más ricos de la zona, o a esa conclusión llegamos cuando un grupo tremendo de pretendientes dispuestas a todo persiguen al pobre muchacho, ataviado con su traje de ¨hereu¨ con barretina incluída, en una secuencia que recuerda al Show de Benny Hill, pero 65 años antes. El pobre tipo no tiene dónde esconderse y el público lo pasa teta con sus futiles intentos de huida, especialmente los catalanes, que tenemos esa vieja tradición/institución del ¨hereu¨ y la ¨pubilla¨, vestidos con sus trajes tradicionales. Un ¨hereu¨ huyendo a cámara rápida es algo delirante e hilarante.

Fue el primer gran éxito del turolense Segundo de Chomón.

Con unos decorados sencillos pero con todo el realismo y crudeza de un buen drama policíaco, este corto nos muestra que el crimen nunca paga (en principio).

No tan solo se lo considera como la primera película políciaca; este corto contiene el primer flashback conocido, en una serie de planos de truca (especialidad de Zecca) donde se nos muestra como se hace un criminal por una vida viciosa en un sueño del malvado protagonista.

Muy, muy bueno.

Sencillo filme donde Méliès en persona realiza los clásticos ¨trucos de la caja¨ de una manera nunca vista e imposible en un espectáculo de magia de escena. Creo que flojea un tanto comparado con otros filmes del autor en la época, pero como siempre, está lleno de ideas brillantes y asegura un minuto de diversión.

Gracias al uso de maquetas, dobles exposiciones, transparencias y planos de truca, Méliès nos trae por primera vez este clásico de Jonathan Swift a la pantalla (en una adaptación extremadamente libre, cabe decir).

Coloreado con muy buen gusto, el resultado final es un corto muy sofisticado y complejo a la par que divertido

Un corto bellamente coloreado que ha llegado a nuestros días muy bien conservado y que nos muestra las hazañas de un funambulista hindú que se sube por las paredes con una facilidad pasmosa, haciendo todo tipo de equilibrios que desafían la física.

En realidad, Méliès estaba aquí poniendop en práctica un nuevo truco: Gracias a una transparencia, hecer pasar por pared lo que en realidad se ha rodado anteriormente en el suelo. Los resultados fueron espectaculares, y Méliès siguió aumentando su leyenda como gran prestidigitador cinematográfico.

Gracias a la exposición múltiple y a un truco que ya paracticó en su corto ¨La mosca humana¨ (usar como fondo lo que en realidad se ha filmado a ras de suelo), vemos como cuatro Méliès hacen unos hábiles ejercicios gimásticos.

Meritorio y sorprendente.

Otro corto mas bien discretillo de Méliès donde un choricillo de tres al cuarto pretende robarle sus tesoros al mismísimo Pedro Botero, con hilarantes consecuencias. No encontramos nada que no hayamos visto en otros cortos del gran mago, pero todos sus cortos son agradecidos de ver y altamente recomendables.

No es el mejor de los cortos de Méliès, y tiene poco de especial en comparación con otras obras suyas. Lo cual no significa que deje de ser una pequeña maravilla: se trata de un pequeño cuadro de costumbres navideñas, probablemente dirigido al público infantil, con gente prparándose para la Nochebuena, Papá Noel y sus elfos preparando los regalos, la Misa del Gallo, la vieja costumbre de sentar un pobre en la mesa en esa noche... Muy bonito, instructivo y - como siempre - bien hecho.

Delirante corto donde asistimos a una velada de combates de lucha libre donde pasan cosas que no hace ni John Cena, ni Jericho ni nadie de la WWE en una Royal Rumble de esas gracias a una serie de trucos muy creativos, ya usados antes por

Es como un corto de dibujos animados. Solo sentaos y difrutad de este Smackdown tan especial.

Méliès utiliza el zoom y la doble exposición para crear la ilusión de que su cabeza ¨clónica¨ se hincha y se deshincha.

Es una de sus obras más famosas, donde Mélies se muestra como todo un experto en hacer muecas divertidas.

Méliès era un gran prestidigitador, pero aquí nos deleitará con algunos trucos que eran impensables en la época. Como un Doraemon inisecular, se saca todo tipo de cachivaches y extraños personajes de su sombrero de copa.

Si uno no se fija bien, los FX parecen imperceptibles. Gran trabajo; chapeau, nunca mejor dicho.

El famoso cómico André Deed (cuyo renombre en la época era internacional) se disfraza de pierrot y hace algunas gracias para la mágica cámara de Méliès que gracias a la multiexposición lo desmiembra a voluntad haciéndolo aún más divertido. Como ha dicho el compañero, pura prestidigitación cinematográfica.

Coulrofóbicos abstenerse: Deed recuerda un poco a Tim Curry como Pennywise, jias, jias.

Méliès es un ciudadano normal y corriente que ha acabado su jornada laboral y se quiere ir a la piltra cuanto antes. Lo malo es que por algún motivo (o no, quién sabe), conforme se desviste - y gracias un sublime trabajo de cámara y de edición que hace que los cambios resulten casi imperceptibles - le va apareciendo más y más y más y más y más y más ropa, entrando en un bucle infinito.

Para partirse la caja, e insisto en el gran trabajo de edición. Le doy el 10 porque hasta en lo más sencillo el genio parisense podía sorprendernos y divertirnos.

El macabro cuento de Perrault es presentado aquí con Méliès como el malvado personaje. Se trata de una entretenida versión del cuento que no se ahorra ningún detalle terrorífico (en aquel momento el teatro macabro, representado por las obras de teatro splatter del Grnd-Guignol, era toda una institución en Francia. El cine no podía quedarse atrás), pero añadiendo trasgos y hadas a la acción para dar cabida a los - como siempre - excelentes FX. No está mal.

Otra película histórica de Méliès, menos atrevida pero más espectacular que la del caso Dreyfus: brillantemente coloreada a mano, con una gran variedad de escenarios (la ambientación tiene mucho de cuento de hadas), uso de planos de truca y de fundidos - en lugar de dividir la película en episodios - aparición de una considerable cantidad de animales vivos, uso de bastantes extras (aunque se usa el clásico truco mélièsiano de ¨gente que da varias vueltas al set y si se acaban, se hace un loop cambiando el vestuario¨), excelente vestuario y muchos FX para representar a los ángeles y los santos que se aparecen a la gran heroína francesa.

El maestro francés iba a mejor con cada paso que daba.

Méliès sigue haciendo exitosas pruebas con la exposición múlitple, creándose siete clones que aparecen y desaparecen limpiamente y se ponen a tocar música.

Depués hace una serie de trucos de cámara y escenario más bien discretos.

De nuevo una película absolutamente innovadora y que puede seguir sorprendiendo al espedctador que intente ver ese espectáculo con ojos del S.XIX.