Obra maestra de la filmografía británica, imprescindible para los aficionados a cualquier género.
Jim Sheridan critica duramente la actuación del gobierno británico con los conocidos como “los cuatro de Guilford”, inocentes de origen norirlandés que fueron capturados y utilizados como cabezas de turco para frenar la indignación popular.
Fría denuncia que, lejos de caer en una búsqueda de la pena romántica y lacrimógena, documenta de forma emocionante esta oscura mancha en la historia de la justicia que es por desgracia repetida a diario en todo el mundo.
El actor Daniel Day-Lewis que representa al primer protagonista, Gerry Conlon y el actor Pete Postelthwaite que representa al segundo protagonista, Giussepe Conlon padre del anterior, muestran una conflictiva relación padre-hijo eje, junto al conflicto político, de toda la trama de la película.
Sus tensiones serán las de todos los espectadores durante el film y reflejarán la situación política del momento gracias a los antagónicos caracteres de ambos.
A lo largo de la película los actores van evolucionando y estrechando vínculos de una forma que sobrepasa todas las expectativas, ningún corazón se mostrará indiferente a este drama humano que nos recuerda lo vulnerables que somos todos a las decisiones de quienes ostentan el poder incluso formando parte de los privilegiados países de Europa Occidental.
La película cuenta con innumerables escenas de brutal crudeza en las que la tortura, la traición y la injusticia consiguen acribillar nuestros sentimientos. Pese a ello, una belleza literaria cargada de concienciación y de dolor inundan las más de dos horas de film. Debemos recordar que el guión de la película está basado en la novela del propio Gerry Conlon ¨Proved Inocent¨.


La realidad es que sales convencido de que los protagonistas no son meros actores sino los auténticos interpretados, sin duda gracias al talento inigualable de Daniel Day Lewis a la hora de creerse a sus personajes y meterse en su papel. Nadie podría haberlo superado en esta película. Con él sentiremos uno a uno todas las actitudes, estados y frustraciones de Gerry Conlon, desde el pasotismo pasando por la sensación de hallarse perdido en lo más oscuro de lo más profundo del infierno, al compromiso acérrimo con la causa que les ocupa y con la lucha antisistema.

Film de episodios que tiene como hilo conductor la comedia y que está narrado por Tyrone Power. De modesto y ajustado presupuesto (resulta puñetero el encasillar así un film y limitarlo en todos sus aspectos), resulta una película escandalosamente infravalorada, incluso ¡ignorada! en la magna obra fordiana, siendo como es una obra maestra incontestable, una deliciosa e imperecedera lección de cine que se puede considerar una gran película de cabo a rabo.
Los tres episodios son: 1) ¨Su majestad la ley¨, dónde un inspector de policía tiene que detener a una amigo: tratada en forma de comedia con fondo nostálgico es una lírica mirada a la pérdida de las tradiciones y el sentido de la tierra y de la integridad, del eterno sabor de las canciones; 2) ¨Un minuto de espera¨, el más cómico de los tres, pletórico de vitalidad y socarronería fordianas, riquísimo en su muestrario de tipos y costumbres; 3) ¨La salida de la luna¨, una auténtica joya, de lo mejor jámas filmado por Ford o por cualquier cineasta: narra la historia de un hombre que ha sido encarcelado por su lucha por la independencia de Irlanda, siendo posteriormente liberado; de corte expresionista, influenciado por el ¨Ser o no ser¨ de Lubitsch, es un lujo que remite al cine a su propia esencia.
Genialmente interpretada, de esplendorosa dirección artística e imperecedera puesta en escena y guión, solo cabe decir ya que más le valdría a más de uno ver o revisar este film, pues su desconocimiento lo hacen un profundo ignorante de la obra de Ford.

Un empleado de una inmobiliaria es injustamente expulsado del trabajo. Así, concibe reciclar su condición de ser honrado y bondadoso en delincuente. La tercera película de Fernán Gómez (segunda en solitario) qe toma como base la novela del genial e irrepetible fabulador/cuentista Wenceslao Fernández Flórez y sobre la que tambien Edgar Neville realizara su primera película.
Por lo tanto, una comedia de base ácida y caústica que en la pantalla se muestra ágil y divertida, pero no tan penetrante y venenosa como su magnífico argumento requería (cuestión harto justificable dado el contexto censorial de aquel entonces y la necesidad del autor de obtener éxitos dada su condición de primerizo).
Lo que sí queda de esta fábula acerca de las vicisitudes de ser bueno y el ansiado y no logrado sueño de casi todo el mundo de algún día ser recordado por nuestras fechorías, es la espléndida, derrochadora exhibición de comicidad de Fernán Gómez, muy bien secundado por Julia Caba Alba o Rafael López Somoza.

Traslación cinematográfica del libro de la investigadora Dian Fossey, quién entregó su vida a la lucha por la preservación de los gorilas en África, consiguiendo su propósito pero siendo asesinada en un caso aún sin resolver.
La película combina melodrama ecologista con amoroso/intimista, resultando un buen conjunto, adecuadamente dosificado y encomiablemente interpretado por Weaver. Ahora bien, el film no pasa de una corrección que se antoja superficial y parece no aprovechar, ni en buena medida, el espléndido material con que contaba, siendo especialmente escaso el tratamiento dado al propio trabajo en sí de la gran Fossey (sin duda lo más interesante del texto homónimo junto con la descripción costumbrista del paisanaje africano) para adentrarse más en las circunstancias personales y en el conflicto interno que la investigadora tuvo para renunciar a todo, salvo a sus gorilas.
Se trata, en fin, de una buena película, incluso notable, pero que en su afán por no molestar a nadie se queda por debajo de lo magnífico y resulta una obra impersonal del buen artesano Apted (¨Nell).

Los aburridos y explotados empleados de un banco maquinan un plan para atracar a éste. Indiscutible e irrefutablemente una de las obras maestras de la historia del cine español, un modelo de comedia a la española, pletórica de ritmo e interpretaciones, con ecos del ¨Rufufú¨ italiano de Monicelli pero superándola ampliamente incluso, supuso la cumbre de la carrera de Forqué y es un film por el que jamás pasarán los años.
¨Atraco a las tres¨ es a la comedia blanca e inofensiva lo que ¨El verdugo¨ o ¨Plácido¨ son a la negra y caústica, formando un tríptico en esos tres años (de 1960 al 62) impagable no solo en el cine español sino a nivel mundial, pues son un prodigio de ritmo y humor, con unos intérpretes inconmensurables que hacían de cualquier mala película algo semidigno al menos, demsotrando aún más su grandeza. ¨Atraco a las tres¨, esta fábula de soñadores perdedores, permanece como cine en la retina, como celuloide limpio e inborrable, que pide a gritos la unánime colocación en cúspide de nuestro séptimo arte. Un clásico eterno.

El segundo ¨spaghetti western¨ (horror y asco de palabra) realizado por Leone tras la ya estupenda ¨Por un puñado de dólares¨. ¨La muerte tenía un precio¨ es una obra mucho más arriesgada y profusa, dónde Leone demuestra de forma indiscutible ya una madurez creativa admirable.
La película cuenta con un argumento denso, de una complejidad interior muy propia de su autor: un cazarecompensas (Van Cleef) llega a un pueblo en busca de un hombre; en la ciudad de al lado, otro cazarecompensas (Eastwood) hace lo mismo. Mientras, El Indio (Volonté) logra escapar de la cárcel y planea dar un gran golpe al banco de El Paso. Los dos cazarecompensas ven ahí también su gran oportunidad y estarán condenados a entenderse.
De gran ritmo, ceremoniosa puesta en escena y, sobre todo, una intensidad muy especial, pegajosa, se trata de un western genial en muchos aspectos (sólo la presentación de los personajes debería ir en cabeza en cualquier antología del género), dónde se despliega una lírica violencia, así como una socarronería notoria. Resulta memorable, inmortal, la música de Morricone, una pieza maestra que ya forma parte de la mítica y mística del cinéfilo, una vez más el leit motiv, el corazón de la película, que a veces se solapa a secuencias geniales especialmente todo lo relativo al personaje de Gian María Volonté (lo relativo a su reloj musical).
Soberbias caracterizaciones del trío protagonista, que institucionaliza, a través de primeros planos, la barba de tres días, la suciedad interior y exterior, lo ya atisbado en ¨Por un puñado de dólares¨: la inexistencia del héroe. Esa fue, entre otra muchas, la alucinante aportación de Leone al western. CINE CON MAYÚSCULAS.

La película que colgó definitivamente a Allen del aro de la fama, el prestigio y el genio. Para muchos fanáticos suyos y para los que no lo son también, es su mejor película, la más ligera, encantadora, romántica, suave, seductora.
Allen disecciona con ¨Manhattan¨ su propia casa, la morada de sus sueños, el refugio de sus frustraciones, el alimento de su excepcional genio. Y Allen homenajea cálida y emotivamente a ese luminoso barrio neoyorquino a través de una fotografía preciosa de Gordon Willis, con un blanco y negro puro, químico, un auténtico regalo, contándonos una sencilla historia (en la superficie pues hay soterrada una vez más una telaraña de intrahistorias) de personajes que se cruzan y descruzan, que buscan alguien con quien compartir su díficil existencia, que sufren cambios de carácter e inestabilidades. Película hermosa, ligera y profunda, es todo un clásico del cine americano -basta contemplar su parte final-, dónde Allen logra su obra maestra más limpia, inmaculada, académica, diríase premeditada. Un ejemplo diáfano y descarado de éste para sus detractores, regalando al cinéfilo una hora y media de cine universal, desde el admirador del intocable Ford hasta el exégeta de Fassbinder, por ejemplo.

Un bodrio indisimulable por más que se quiera o pueda apreciar el fastuoso reparto masculino con que cuenta y lo no poco interesante de su historia (el consentido y diábolico rey Luis XIV tiene recluido a su hermano gemelo en las sucias cárceles parisinas, ocultado bajo una máscara de hierro...). Del todo hueca y archipredecible, es especialmente irrisoria y horrorosa en el guión de pacotilla y en la realización aséptica de Wallace, quién pretende rellenar la nada de lo que cuenta con una búsqueda de emoción en el espectador, logrando nada más que un folletín sentimentaloide y aborrecible, estereotipado y penoso, que desacredita semejante bodrio como adscribible al género no sólo de aventuras sino siquiera en el de capa y espada (sí, los tres legendarios mosqueteros, un poco mayorcitos ya, ayudando al hombre de la máscara de hierro a ser el verdadero rey Sol). O sea, uno para todos, todos para nada. He dicho.

Típica, tópica y mala película tan del gusto del plano, atestado y bien poco interesante público yanqui. ¨El bar Coyote¨ no es más que el consabido telefilm de sobremesa hecho película, que trata de una ingenua y mona chica de un muy patriótico (¡cómo no!) barrio que se marcha a Nueva York en busca del éxito musical, pues parece ser que su cerebro también la da para componer baladas (no así para cantarlas dado su hereditario miedo escénico, uy qué pena). O sea, algo así como un O.T. a la americana; o sea, muchísimo peor que aquí.
La película es cierto que entretiene y que da gusto ver el susodicho bar bailando a las hermosa jóvenes que forman la ficha artística pero es de tal planicie, ultraconservadurismo y comercialidad su guión, su propia estructura -estudiada para ser algo idóneamente comercial, un negocio antes que cine- que hacen de ella una película que se olvida tan pronto como se ve, un telefilm coyuntural y francamente pueril, del que poco o nada se puede sacar de positivo, pues las actrices son rigurosamente inexpresivas también.

Adaptación al largometraje de la exitosa (estos americanos...) serie de Disney, se trata de un film tedioso, plano, de típica y marcadísima ideología conservadora de esos lares, dónde la presuntamente ¨star¨, pseudocantante y, de momento, falsa actriz Miley Cirus despliega a sus anchas sus encantos, su sonrisita, sus clicheadas canciones, etc... dentro de un argumento infumable y cargante. Horrible.

Al título de esta película se le añade el dichoso latiguillo ¨de¨, a efectos de reafirmar que detrás de su elaboración no hay solo ya un simple director, sino un auténtico ¨autor¨, con todo lo negativo del término para el caso que nos ocupa.
Y es que esta Juana de Arco es de todo menos una película altamente defendible. A pesar de su prometedor arranque dónde desfilan fuerza, luminosidad y un sugestivo surrealismo, la película y la narración de un guión muy endeble se va despeñando hacia lo inequívoca y erroneámente enfático y hacia la explayación de una producción potente en medios pero tan falta de ideas como las americanas de su misma calaña. Así, este Besson (cineasta pobre pese a su riqueza de puro dinero, falto de verdadero talento e incapaz de controlar su autootorgada brillantez) nos enseña una Juana de Arco mística, extasiada y excitada, casi viril y, sobre todo, gritona, pero que muy gritona. Una santa que con sus gritos ensordece al personal y lo lleva, ya al final cuando aparece un inenarrable, desenfocado y lamentable Dustin Hoffman, al ataque de nervios.
La elección de la modelo Milla Jovovich - eso sí, entregada al papel - es más que discutible.
Je ne sais pas. Lo único que sé es que estoy deseando ver la película que Carl Theodor Dreyer realizase sobre esta misma mujer, mito histórico francés.

Forma un trío legendario de la mítica productora Ealing junto a ¨Ocho sentencias de muerte¨ y ¨Oro en barras¨. A partir de un soberbio planteamiento argumental (un quinteto de asesinos que se hacen pasar por músicos, cada uno de marcada y diferente personalidad, se instalan en la casa de una adorable y cándida viejecita con el fin de dar un gran golpe y asaltar un furgón blindado) se desarrolla una aún más soberbia película, una comedia negra, sombría y venenosa, pluscuamperfecta, ácida y caricaturesca, dónde se anteponen magistralmente la candidez de la viejecita (antológica Kate Johnson) con la maldad de los cinco villanos, comandados por un sublime Alec Guiness, con inolvidables caracterizaciones del cuarteto restante. Película también de admirable concepción estética, es una amalgama soberbia de goticismo detallista y expresionismo decadente, con poderosa simbología en los trenes, sus pitidos, la policía...
Para redondear el film, un guión superlativo de William Jones, quien acaba por lograr un film definitivo e irrepetible cuando la trama y sus circunstancias acaban por hacer que el quinteto se vaya deshaciendo. Genial.

Este film del maestro Zemeckis posee dos puntos negativos, que a mi entender le restan inevitablemente 2 puntos.

Uno es el tema de la propaganda explícita a FedEx durante todo el film. Vendría a ser un aviso publicitario de más de dos horas.

El Segundo es la falta de realismo en cuento a la cuestión biológica del organismo de Chuck Noland. Cualquier ignorante sabe que la propabilidad de subsistir bajo esas condiciones y sin ningún elemento es muy baja. Por no decir nula. Bajo este aspecto, el drama pierde mucha lógica y se le quita mérito a la luz del simple sentido común.

Salvados estos detalles, sólo quedan aspectos positivos a destacar. Y son muchos.
El trabajo sobre le cuerpo y el estado físico del actor Tom Hanks es excelente. Los kilos que debió bajar denotan la exhaustiva preparación física a la cual fue sometida la estrella.
La excelente ambientación y montaje: con un trabajo digno de mención la escenografía natural asombra por belleza y pureza.
La actuación descollante de Hanks casi sin libreto. Allí demostró todo su talento histriónico en gestos, estados de ánimo, etc.
El acompañamiento musical es a base de un soundtrack muy sobrio, casi sin destacarse. Pero todo tiene su explicación: por momentos el ruido natural de olas, viento y demás factores climáticos es el score natural que más se adapta a la narración del guión.
Sin vueltas el inmenso director va directo al grano dejando moralejas por doquier: La superficialidad del mundo civilizado.
La búsqueda de vencer al tiempo o someterlo a nuestras necesidades. La reconstrucción de una vida con la libre elección del futuro, pero siempre sujeto a lo que las contingencias del destino nos tiene asignado.
El descucubrir lo verdaderamente necesario en nuestras vidas, dándonos cuenta que tenemos nuestra escala de valores invertida. Perdemos tiempo en cosas futiles que no nos llenan y sólo nos conforman temporalmente.

Un notable drama de supervivencia pero no perfecto por los defectos que comenté al comienzo de mi crítica.

El actor y director Kenneth Branagh, logró con ésta película una vuelta de tuerca de todo lo que en las adaptaciones al cine de obras literarias se puede hacer y conseguir con éste film.
Decorados majestuosos, el guión inmejorable, y un elenco de actores y actrices, entre los que había en el momento del estreno mitos vivientes y grandes estrellas, así como los incondicionales de Kenneth en otras de sus adaptaciones de Shakespeare. La película te emociona y te engancha, tiene momentos en los que ésta emoción te puede hacer llorar incluso, ya que se logra transmitir la tragedia y la dureza de la vida, en la encarnación del Príncipe de Dinamarca en su más alto grado. En resumen una obra maestra, una adptación excelente y un film , incomparable con cualquier otro; majestuosa interpretación de Hamlet, por el director, y por supuesto de Ofelia, por una Kate Winslet, hasta entonces casi desconocida, sin olvidar al mítico Horacio compañero de Hamlet.
Imprescindible verla, y para los que no les guste Shakespeare, o no lo conozcan quizás les encienda la chispa suficiente para que empiezen a leerlo.

Ya cansa ver siempre al oriental haciendo acrobacias y coreografías de lucha. El problema es que se nota que su agilidad y sus destrezas no son las de antes, pues los años no vienen solos, sino que con ellos viaja el inexorable paso del tiempo.

El guión carece de originalidad y es demasiado plano, tratando de remarcar por momentos cuan complejo es convivir en una familia donde no hay armonía y paz. No obstante, ello se queda solamente en buenas intenciones, pues ni por asomo este film llega a transmitir dramatismo.

Los villanos parecen payasos de circo. No logran transmitir nada de convicción y sólo logran que la cinta no tenga ni un ápice de emoción en esa lucha maniquea entre mafiosos rusos y el canguro oriental. Para colmo de males, ni siquiera los gags que pasan durante los créditos con todas las equivocaciones cometidas durante el rodaje resultan divertidos.

Jackie Chan en verdad terminará trabajando de canguro si continúa involucrándose en proyectos cinematográficos tan desastrosos como éste, donde lo único que logra es desprestigiarse como actor y demostrar que no está tan ágil como acróbata en la actualidad.

Hugh Wilson acertó de pleno con esta satírica y maravillosa historia de superación personal. A través de una trama original y atrapante y de unos personajes profundos y en constante evolución personal, nos obsequió allá por el año 1984 con la mejor comedia de todos los tiempos. Las bromas son realmente divertidas, y las situaciones aparentemente absurdas que muestra el film son en realidad acertados simbolismos sobre la incompetencia real de los cuerpos de policía.

No hay un solo intérprete que no borde el Timing humorístico de su personaje, aunque tampoco sorprende que no fueran nominados a los Oscars, pues en Hollywood siempre ha imperado la penosa tendencia de premiar a artistas que no lo merecen. Una auténtica OBRA MAESTRA del humor, y por supuesto la mejor de la saga, no aceptéis imitaciones.

Anodina memez en la que el otrora gran Robert de Niro arrastra su mito por los suelos, esta vez al lado de otro acabado como es Eddie Murphy. Estúpida, del todo increíble y vista mil veces, esta sucesión de chistes manidos es, a todas luces, una tumba indigna para alguien que, en su momento, fué uno de los mejores.

Obra maestra como no, totalmente desconocida por el gran público. Deslumbra por su belleza, entusiasma por sus personajes y emociona por la historia que nos cuenta: la historia de la guerra y sus mentiras, de la lealtad a uno mismo y a los demás, del sacrificio, del honor. Si el Cine ha cometido injusticias a lo largo de su Historia, con «Gallipoli» ha sido flagrante, porque es increíble que no se la haya valorada como merece y ni siquiera el tiempo la haya puesto en el lugar de honor que le corresponde.

Todo un ejemplo de cómo hacer cine. Consigue la perfección, así de simple. Y no sólo en el final; un final antológico, magistral, puro arte, puro cine, pura emoción. Le hubiera dado el Oscar y todos los premios del mundo a Mel Gibson sólo por ese segundo, esa milésima justo antes del desenlace, en el que da ese alarido, ese grito desgarrador, como si a él mismo le estuvieran disparando. No hay palabras para describirlo. Inolvidable.

Es que también es perfecto el principio, con ese amanecer y esas palabras proféticas; la travesía por el desierto, todo símbolo e irrealidad, donde parece que anden en la misma luz; la escalada a la pirámide, la llegada a la playa entre brumas, la espera de una lejana batalla en un cementerio lleno de cruces, y tantos otros momentos que hacen de esta película épica e íntima a la vez, todo un clásico moderno.

A lo largo de la Historia del Cine, hay un gran número de películas con un prestigio realmente importante, con el favor del público y el presuntamente infalible y global de la Crítica. Pues bien, ¨El precio del poder¨ pertenece a ese grupo. Un director sobrevalorado dónde los haya, un guionista con algo que decir y siempre en el ojo del huracán y un actor/icono a sus anchas (un Pacino aquí sobreactuado, autocreído de su genio, mal llevado y dirigido). Y para rematar: es un homenaje a la legendaria y magristal ¨Scarface¨ hawskiana. Pues que aproveche, porque a mí me ha indigestado de cabo a rabo, del primer al último fotograma. Ha envejecido muy mal esta película, su celuloide huele a color sepia cerca de la caducidad. No hay absolutamente nada que me envalentone, me haga creer, me transmita vigor auténtico y fuerza suficiente en la película. Este ascenso y caída de Tony Montana está mal desarrollado, con un Al Pacino sobreactuado, abunda en secuencias largas que poco o nada dicen, De Palma coloca erróneamente la cámara un sinfín de veces, Stone se cree que por unas cuantas frases contundentes salidas de boca de Pacino ya nos tragamos que es una historia tan violenta como desesperada, además de una metáfora de la destrucción del sueño americano. Ni de coña, yo no trago. Por no gustarme, no me ha gustado ¡ni Michelle Pfeiffer! Muy sensual ella pero como actriz mejoraría notablemente en los años siguientes. El final es extremadamente inverosímil, pretencioso y a la vez maniqueo ¡¨Aguanto vuestras putas balas¨!, debería estar muerto mucho antes de que le disparen con la escopeta. Además no me trago la moraleja por que en la vida real Al Capone siguió dirigiendo su mafia desde la cárcel hasta que murió. Mediocre.

No merece este engendro muchas líneas. Baste lo que sigue: si lo que pretendía era ser, a base de hiperfidelidad e hiperealismo, la película ¨definitiva¨ sobre el personaje de Cristo (personaje que bien entendido y universalizado debiera ser admirable hasta para algún ateo), centrándose en la pasión de éste, el ultraconservador, necio y torpón Gibson nos ofrece, sin duda y lo diga el más católico o el menos católico del mundo, la obra más blasfema , gratuita y penosa que sobre Cristo se haya hecho. Esto no es hiperealismo. Esto no es fidelidad. Esto no es dignificación. Esto es una mierda (literal) dónde el personaje queda desvirtuado y desnaturalizado de forma simplista y reduccionista en cotas de encefalograma plano. Estamos, señores, ante un thriller gore en V.O.S. en hebreo (único acierto del film), de desenfocadas interpretaciones, inane fotografía y una realización, rigurosamente hablando en lo cinematográfico, absolutamente patética.
En fin, un film imperdonable e irreparable, una blasfemia que ofende o debiera ofender hasta al más ateo. ¿Y de esto se sienten tan orgullosos los ultracatólicos y la sibilina Conferencia Episcopal?. Adiós y viva Pasolini y su ¨Evangelio según San Mateo¨.

Un engendro de máximo calibre, repleto de violencia machista y fascistoide, con Mickey Rourke y Don Johnson enfrentados a unos fulanos ataviados de larguísimas gabardinas negras de cuero (¿un precedente de Matrix?) y como no podía ser de otra manera, con malísima puntería.
Execrable, vomitiva y a evitar seriamente, supone un insulto intolerable, casi delictivo, hacia la dignidad del espectador.

Estoy convencido de que esta es una de esas películas que la gente vota con 10 o 9 sólo por quedar bien y no ir a contracorriente. El film es largo y aburrido como una tarde de domingo en casa sin nada qué hacer. Empieza con un viejo afónico y termina con un miedica que se hace hombre de forma impensable. De la noche a la mañana aprende el oficio de mafioso y se hace frío como el hielo. Eso no cuela.

Le sobran así como 90 minutos de metraje. Si queréis ver cine negro de calidad hay cientos de opciones mejores.

O sea que le pegan 5 tiros al abuelo y no se muere. Y voy yo y me lo creo.

Lo mejor de la cinta es que el héroe no es simplemente un poderoso guerrero en el campo físico sino que también ha cultivado su intelecto con conocimientos en idiomas (griego, latín, inglés, holandés...) y ciencias exactas. Gibson encarna magistralmente al líder de la resistencia del país de las faldas de cuadros contra los invasores salvajes de Gran Bretaña déspotas y miserables. Si a todo lo anteriormente dicho añadimos que el factor desencadenante del levantamiento escocés es debido ni más ni menos que al dolor inherente a la pérdida de la mujer amada debido a la tiranía y crueldad de los ingleses lo que resulta es una de las mayores historias épicas de la cinematografía moderna. Al final muere pero por suerte aún así Escocia recupera su independencia, así que si bien Wallace no ayuda en la batalla final sí podemos considerar que indirectamente colaboró con su granito de arena en el recobro de la libertad de tan sublime isla. Naturalmente yo he estado allí, es un lugar hermoso que recomiendo visitar a toda costa.

Mi estupor fue mayúsculo al cerciorar horrorizado el avance inexorable del metraje y la total e inaudita falta de escenas de acción. El film de Alden Robinson es un robo en toda regla. Si no llego a ser un absoluto caballero, habríame dirigido sin dudar a la taquilla del cine en busca de un rembolso inmediato del importe que fueme exigido por hacer uso de los derechos de acceso al cine y visionado del bodrio. Una total falta de pulso en las escenas de suspense, que son pobres y burdas, sumado a una desconcertante actuación de Ben Affleck, el peor actor de todos los tiempos sin discusión alguna. Lamentable.

Arnie mata a todo aquel que se le interponga al rescate de su hija, dejando estupefactos a quienes alguna vez han estudiado guión cinematográfico. En imposible no darse cuenta de las infinidades de descuidos en detalles gruesos que hacen que esta cinta sea tomada en broma en cualquier programa de bloopers.
Muchas patadas, tiroteos, piñas desperdigadas sin el más mínimo atisbo de credibilidad, Arnold Schwarzenegger desata la tercera guerra mundial en el jardín de un terrorista.
Un mamarracho de película donde nuestro querido Arnie, con su excelente estado atlético y escultural deberá sortear al mejor estilo videojuego muchas etapas hasta enfrentarse al gordinflón fofo que le espera en la última pantalla.
Cintas como éstas deberían ser quemadas porque causan vergüenza ajena el grado de desparpajo y de desaliñe con que ha sido rodada. El cine de acción no merece esta bazofia.
Un punto por el despliegue físico de Arnie que ha transpirado la gota gorda para ser el protagonista de este impresentable producto de clase Z.