| Pokémon Edición Roja
¨Gracias a esta maravilla existe Pokémon¨
Aquí tenemos a los percusores de una franquicia que, todavía hoy, sigue en desarrollo ininterrumpido (tanto en el anime como en el sector de los videojuegos).
De no haber existido este par de gemelos, todo lo que hoy conocemos (y que algunos repudian como al PP) como la saga más rentable de la historia no llegaría a ser ni un pensamiento en la mente del chaval más adicto a los juegos de rol que se precie, y es que Rojo y Azul, además de marcar a toda una generación, crear un nuevo concepto de videojuego y dar paso a la serie animada más extensa que existe en la actualidad, se posicionaron, con una rapidez endiablada, como superventas internacionales, algo que a día de hoy siguen haciendo todas y cada una de sus entregas (aunque cada vez con más dificultad)... Ya quisieran muchas sagas creadas en los 90 mantener el liderazgo de tan brávida e inexplicable manera.
La historia nos coloca en un lugar ficticio llamado Kanto, donde nuestro personaje a manejar se embarca en su deseo de llegar a ser el mejor maestro pokémon del mundo, para lo cual debe hacerse con un amplio arsenal de criaturas exóticas cada una más peculiar que la anterior, derrotar a otros entrenadores, ganar todas las medallas de gimnasio y vencer en la liga Pokémon (y de paso, deshacerse de los ¨malos de la película¨: Un tal Team Rocket que pretende controlar el mundo mediante la esclavización de los Pokémon)
Esta misma trama (que en el juego es tan simple) se convertiría en el mantra de la serie animada que surgió allá por el año 1995, sólo que con giros constantes e interminables de guión que, a la larga, terminaría haciéndola excesivamente predecible a medida que iban saliendo sus constantes e inagotables reversiones.
A pesar de que el estilo de juego ya se vió en títulos anteriores (como el primer ¨The Legend of Zelda¨ del año 1986), en Pokémon Rojo y Azul se mejoró la calidad gráfica con la introducción de sombreados y contrastes bicromáticos (blanco y azul para la versión azul y blanco y rojo para la roja) al mismo tiempo que se dotaba al título de una trama inusual y algo compleja (aunque algo monótona, eso sí) que contenía algunas historias paralelas que la hacían muy emocionante además de algo siniestra y bizarra con algunas afirmaciones que se hacen sobre el legendario Mewtwo, la trama oscura de la Torre Pokémon y el papel de villano tan bien conseguido que le ponen a Giovanni, líder del Team Rocket.
Es, para mí, de los pocos juegos de la interminable franquicia que llega a despertar sensaciones impropias para un título infantil (el rival de nuestro protagonista, cínico y miserable, hace salir gran parte del odio que duerme en nuestro subconsciente y, lo más inquietante, la melodía que acompaña al Pueblo Lavanda, de las más famosas de todos los videojuegos, transmite depresión, mal rollo y tristeza).
Vale que, al lado de los actuales videojuegos de Pokémon, este se queda en poco más que caca de vaca en cuanto a calidad gráfica, pero como ocurre con estas cosas, resulta que el primero es siempre el mejor en varios aspectos; A medida que se sucedían las entregas se perdía cada vez más la esencia, la intriga, la emoción de la trama del juego y se priorizaron aspectos más acordes a la ética moderna (como que no está bien hacer luchas a las mascotas, que no se debe abandonarlas y que hay que mostrarles mucho afecto, cosas que en este primer par de títulos quedan relegadas a un segundo plano) y, para adecuarlo al público más infantil (y, por qué no decirlo, para diferenciarse del todo de su archienemiga, la saga Digimon), las siguientes generaciones de bichos veían su aspecto excesivamente coloreado, ñoñeado, infantilizado y degradado a un peluche mimosín con vida propia, algo que sucedió hasta con los Legendarios, que cada vez iban luciendo más ridículos y risibles.
La mejor baza de estos juegos residía en que uno debía pasarse mucho tiempo combatiendo contra otros Pokémon para aumentar el nivel de los propios para poder hacer frente a los líderes de gimnasio, a los mandamases de la Liga Pokémon y a los malos del Team Rocket, tarea ardua, pesada e interminable que, paradójicamente, suponía para muchos (entre los que me incluyo) un fantástico pasatiempo para llenar los momentos vacíos de entretenimiento de nuestras vidas (a la que se acababan los entrenadores, tocaban bichos salvajes que daban poca experiencia). En los actuales títulos, sin embargo, el entrenamiento se ha facilitado sobremanera, tanto que, en vez de entretener, aburre cosa mala... En los 90 no existían ni el buscapelea, ni el PokéNav, ni el Cavernogal Blanco (o el homólogo Rascacielos Negro), ni las guarderías, ni era tan sencillo como ahora hacerse con un Huevo Suerte para aumentar los puntos de experiencia logrados en cada batalla.
Sencillamente, si en Rojo/Azul querías tener un buen nivel y mucha vetaja te lo tenías que currar durante días e incluso semanas, buscándote la vida y luchando a mansalva para subir de nivel, algo que se ha perdido y que, en cierto modo, define a estas primeras entregas de la saga Pokémon.
Otro punto a destacar es el jugo que le sacan a estos juegos con un arsenal de 151 criaturas ficticias y una sola región para explorar; El tema daba muchísimo de si y no eran necesarios ni 700 y pico bichos (creo que ahora, con los nuevos Sol y Luna, pasan levemente de los 800), ni era necesaria una red WiFi para conectarse con el otro lado del mundo, ni se necesitaba una red inalámbrica ni tres o cuatro regiones por juego, ni tampoco se demandaban a los cuatro vientos concursos de belleza, baile o estilismo ni pruebas deportivas para las mascotas virtuales... Los actuales juegos dejan una mala sensación de vacío a pesar de estos añadidos que, a priori, buscan algo más que el simple hecho de pelear y pelear, como si no se hubiesen dado ya cuenta de que ésa era precisamente la idea original de los juegos de Pokémon
Obviamente hay algunos títulos modernos de la saga que me han impresionado muchísimo en el sentido de que se vuelve a instaurar una trama oscura y siniestra, con villanos de verdad y algunos nuevos Pokémon que vuelven a ser como los primeros, auténticos y para gente más mayor, pero Rojo y Azul siempre quedarán como los percusores, los más emocionantes y difíciles.
Destacar la aberrante idea de remasterizarlos, en el año 2005, con las versiones Rojo Fuego y Verde Hoja... Dos títulos de escaso predicamiento que no aportaron nada nuevo, si no que se desviaron muchísimo de los originales, perdiendo misterio, emoción y una buena dosis de mal rollo para orientarlos al público infantil al que estaban destinados.
Ha habido, pues, muchísimas entregas de esta serie de videojuegos, pero los más memorables siempre serán, sin lugar a dudas, el trío formado por Rojo, Azul y Amarillo; Ningun otro título posterior ha conseguido las mismas sensaciones que transmitían los primeros, y eso se nota perfectamente para los que probaron los primerísimos de la saga, como yo misma. La saga de videojuegos de Pokémon se ha convertido en puramente comercial, buscando solamente recaudar fondos sin importar que, uno de sus fuertes, siempre han sido las sensaciones arriba descritas. Una pena, porque prometía mucha guerra desde los 90... |