Prospectivas
(varios)

por Javier Bocadulce
Puntos: 9

“Neo Tokio Blues�, de José Ramón Vázquez. Una narración perfecta, en su enfoque, su estilo, su ritmo, su principio y su genial final. Una acción sin perdón para el descanso, plenamente japonesa, un homenaje al mejor manga y siguiendo los parámetros de la mejor ciencia ficción. Aparecen las típicas chicas japonesas con sus tópicas vestimentas de blusa blanca y falda tableteada, comportándose, eso sí, como mazingers sin control del futuro más presente; y con poderes mentales que subyugan al protagonista, un sufridor de la vida , un solitario al que la suerte pone en su camino a una chica algo más que joven, casi preadolescente, pero con las hormonas por las nubes; y, además, es una de esas mazingers. Chicas que son poco menos que máquinas, jovencitas a las que el pobre solitario, un cualificado profesor, habrá de adiestrar como armas de guerra letales. Sentimientos frente a la máquina. Lo que nos hace débiles, también nos fortalece y nos da estabilidad. ¿Gamberrada? Claro, pero gozosa gamberrada.

“Todo lo que un hombre puede imaginar�, de 2005, por J. Miguel Aguilera. Es un monumento poético, sensible y necesario a la figura eminente de Julio Verne, ese escritor al que tanto debe la ciencia ficción. El escritor francés se convierte en protagonista de un “mágico y espacial� regalo, de manos de un extraño que le invita a viajar por el universo sin tiempo y sin espacio abarcable, pues es infinito y bello, para que disfrute de los avances logrados, en gran parte, gracias a él. Una lectura en la que hasta los lectores nos sentimos cómplices del homenaje al egregio escritor.

“Tren�, de 2009, de Julián Díez. Formato de viaje en el tiempo que encadena en una historia un flujo de sentimientos muy emotivos – arraigados en un odioso pasado reciente para los españoles – con elementos de ficción que recuerdan en su ánimo crítico, a películas como “Perseguido�, o novelas como “Los juegos del hambre�. Un ejercicio de acercamiento al sentir más puro de sobrecogimiento absoluto por el reciente atentado del 11-M. Enfrentados, la suerte y el honor.

“El rebaño�, de 1993, de César Mallorquí. Una genialidad dentro de la ciencia ficción. Como ovejas llevadas al matadero, la sociedad humana ha perecido a costa de una plaga que se ha extendido en escaso tiempo sobre el planeta. Sólo quedan animales y vegetación. Bueno, y un satélite en el espacio, con funciones espías. Una obra que habla, pesimistamente, de la ignorancia del sentido de la vida, ambientada en un espacio distópico en el que sobrevive el absurdo diálogo de la rutina de una actividad animal sin fundamento, pero terca que, como sucede al hombre, le lleva al matadero. Un animal y un satélite, enfrentados a la desaparición del hombre, adoptan inconscientemente, actitudes humanas de superviviente ante un fatal destino. Los que tuvimos – o tienen – una mascota muy querida alguna vez, nos preguntamos qué sería de ellos si desapareciéramos de improviso. Esto ocurre a un perro pastor, que seguirá ejerciendo su labor con las ovejas, en ausencia del amo. Igualmente sucede con el satélite que, en su soledad e incapaz de evitar los parámetros exigidos, termina humanizándose. Verdaderamente, el relato constituye una experimentación literaria apasionante.

“La Estrella�, de 1991, por Elia Barceló. En un futuro indeterminado, la poesía de Elia Barceló nos coloca ante la perplejidad de los descendientes de los humanos que abandonaron la Tierra cuando se hizo imposible sobrevivir en ella, en el momento de la exploración desde el espacio, del aspecto actual del antiguo planeta, encontrándose con los efectos causados en forma de supuestas alucinaciones por seres que parecen – dada su invisibilidad poética – ocupar ahora el agostado planeta. Un canto a la esperanza en la supervivencia de la ciencia ficción como un género que merece un lugar de honor por sí mismo.

“Arcan�, de 2011, de Manuel Vilas. La historia narra un futuro en el que la fe del hombre – y de las máquinas, pues los cyborgs son casi humanos y tienen conversaciones de porteras – se va disipando, pero existen sectas como la de los “Radiantes�, que engloban a contactados, personas que reciben mensajes de seres espirituales, como Arcan, el Arcángel San Gabriel, al que esperan los humanos del futuro como adolescentes fanáticas de un grupo pop. Arcan, por supuesto, no es más que un ente extraterrestre infinito y espiritual, al que le encanta entretenerse visionando películas pornográficas de actrices muertas hace miles de años.

“La Carretera�. Es un símbolo. La carretera es como el destino: indescifrable, inevitable y cargado a la espalda quieras o no. Es también un castigo, interminable, por una acción criminal. “La Carretera� es como una cinta mecánica con pequeños cambios, pero que siempre continúa, y se encuentra ubicada en una especie de planeta – manicomio engendrado por alienígenas. Pero el Hombre siempre es curioso; ésa es la base de su Naturaleza y su absurda fe le mueve a continuar.

“Patrick Hannahan y las guerras secretas�, de E. Vaquerizo. Homenaje a Stanislaw Lem. Se trata de una ucronía simpática, no exenta de humor, aunque plagada de tecnicismos, en la que la guerra fría entre la URSS y los EEUU no se mueve alrededor de los grandes avances tecnológicos, sino partiendo de la información que se secuestraban unos a otros, partiendo de imágenes de televisión, revistas, novelas…una guerra metaliteraria.

“Dragones en el centro�, de Joaquín Revuelta, un relato paranoico sobre las posibilidades de pliegues del tiempo, haciendo que las dimensiones se aplanen, aparezcan, desaparezcan, y obligando al tiempo a repetirse, una y otra vez; todo ello contando una aventura de estética mezclada: a veces parece patibularia, tabernaria, neoficcional; por momentos, grotesca y, casi todo el tiempo en su extensión, sublime aunque muy compleja. Una historia amparada en los inaprensibles conceptos que suponen las múltiples estructuras en que se divide la realidad material. El ominoso peso de la terrible carga del eterno retorno. La inmensidad del odio del implacable tiempo. Son relatos para pensar, reflexionar sobre el mundo al que nos dirigimos, el que podemos estar creando, absolutamente deshumanizado. Un futuro, quizás jamás posible…¿o sí? Quizás nos encaminamos irreversiblemente a este tipo de sociedad, en la que la comodidad supla los ingredientes básicos, a veces duros de llevar pero necesarios, de la existencia.

La ciencia ficción se muestra como un género maleable, dúctil, que no se deja constreñir bajo una firme definición, pero que nadie duda en reconocer al instante. Con esta antología se demuestra que la ciencia ficción en general, y la española en particular, no está ni mucho menos muerta. Pero que tampoco debemos descuidarnos, y no dejarla fenecer. Entre sus practicantes, existe una heterogeneidad tal – científicos, ingenieros, filólogos, cantantes frustrados, aficionados fanáticos…- que la hacen más universal si cabe.

El futuro es ese concepto inasible que siempre se nos antoja muy alejado de nuestro punto de referencia; pero que, sin embargo, puede ser un hecho inmediato. Algo que siendo futuro, se vuelve presente y se muere en pasado.

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