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por Javier Bocadulce
Puntos: 6
Que la realidad es un estado inmisericorde con el talante débil, resulta una evidencia indiscutible. Aunque no siempre el débil es tan fácil de discernir.
El arranque de esta novela ya nos indica que su autor no es amigo de rodeos: "Las calles ofrecÃan el espectáculo deprimente de la Humanidad cagándose en el planeta".
Detrás de su aspecto de comedia bufa con marcados tintes bizarros, se esconde la oda a un superviviente canallesco, pero carismático: Elvis Infante es un héroe al estilo de los cómics. Es un personaje oscuro con destellos de grandeza. No en vano, su creador, Haghenbeck, es un celebrado guionista de cómics en su paÃs, Méjico. El propio nombre elegido para el protagonista, Elvis, se convierte en un sÃmbolo de la mezcolanza, de la fusión de lo negro y lo blanco. Su apellido, Infante, rebosa referentes a la cultura mejicana. Los aguijonazos sociales y polÃticos en la obra no merman un ápice por ir revestidos de un fino humor que se regodea en lo chabacano. Para ello, su autor hace gala de un manejo muy fluido de diferentes registros idiomáticos, que dotan a la trama de una energÃa y un ritmo tan vivaces como los de un auténtico cómic.
El comienzo de la novela parece un auténtico disparate: Elvis Infante, chicano exconvicto y exmilitar al servicio de los EE.UU., se gana la vida como puede. ¿Y cómo es ello? Capturando demonios y entidades maléficas sobrenaturales- entre las que se incluyen ángeles caÃdos- para el mejor postor...Una vez extraÃdos de los cuerpos de las vÃctimas propiciatorias, a través de sobrecogedores sortilegios, suele atraerlos como a un burro con una zanahoria, y los deposita dentro de un frasco, cual vulgares genios de la lámpara.
A lo largo de la narración, se irán alternando el presente, ese extraño presente tan parecido al real, disfrazado de sobrenaturalismo, y un pasado reciente, que fluctúa inestablemente, mes arriba, mes abajo, cinco años atrás; el que retrata la precaria vida de Elvis como soldado, en Afganistán y cómo sus sinsabores acabaron depositándole en la actual Los Angeles. Una narrativa con "movimiento de caderas" en el tiempo, muy en consonancia con el nombre del protagonista.
El resto de personajes, con mayor o menor representatividad en la extensión del texto, aparecen magnÃficamente perfilados. Forman un grupo coral - el mundo del sacerdocio, el de la polÃtica y el del hampa, abrevando juntos en la sociedad - bastante mezclado. Sus fronteras no parecen existir, ya que el mal desconoce los lÃmites. Es, simplemente, una fábula desgarradora diseñada con un arsenal grotesco, que apuntala el verdadero rostro de la Humanidad.
El autor aprovecha el conocimiento del prejuicio existente sobre la peligrosidad de su paÃs, con una población capitalina excesivamente sobrecargada, para mostrar que la violencia no define a una sola sociedad, sino que la masa humana, el bloque racional de nuestro planeta, vive cercada por la basura que ella misma, globalmente, genera: la violencia desmesurada, la corrupción, la indefensión, la faz oculta de las instituciones más reverenciadas...aparecen como una revelación en "El diablo me obligó", una demostración de cómo Haghenbeck es consciente del sambenito que agobia al pueblo mejicano. Nos muestra que, por muy peligrosas que sean las criaturas sobrenaturales por atrapar, más miedo nos han de dar los vivos. No en vano, uno de los protagonistas es un sacerdote sin vocación y mujeriego, perteneciente a un mundo que oculta bajo el aspecto de la devoción, las actitudes más canallescas y el control de los negocios más turbios como aquél que sirve de eje central a la novela: la captura de demonios y ángeles caÃdos con el fin de enfrentarlos a muerte en combates que recuerdan a las peleas de gallo, en un ambiente de peleas ilegales.
Haghenbeck no deja tÃtere con cabeza, viniendo a decirnos que si bien Dios nos creó a partir del barro, no es menos cierto que el Hombre creó a esos dioses que nos crearon del barro. Inventamos dioses y demonios para proteger nuestras conciencias de nuestra propia esencia maligna, depositando en ellos la responsabilidad de cualquier acto nefando.
Asà pues, el tono desenfadado, distendido que, entre risas y descripciones grotescas, pone Haghenbeck al servicio del texto, no debe impedirnos captar su visión desgarrada y desanimada de la Humanidad. "El diablo me obligó" nos ofrece un sabroso repaso a la sociedad humana, tras la farsa de una historia de cacerÃas de demonios y ángeles abatidos por la perversión de las tentaciones, amparándose Haghenbeck en la rica tradición mitológica que caracteriza a la cultura mejicana. Un retrato surrealista de la sociedad bajo los engañosos matices de un corrosivo sentido del humor a juego, porque no existe un infierno más ardiente que la realidad.
Una literatura comprometida, bajo una batuta bizarra que será muy del agrado de los que disfrutan de lo escrito con mala leche y muy buena letra. Recomendable.
Egoyan94: quiero leerlo!! |
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baphomet65: dios, que mal esta haciendo internet a mi cultura, tengo una montaña de libros atrasados y todos lo que comentais, me suenan genial |
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