Algo más Oscuro que la noche
(Thomas Glavinic)

por Javier Bocadulce
Puntos: 9

¿Qué puede ser más inimaginablemente horrible que amanecer un día y comprobar que no existe, aparentemente, nadie más sobre la Tierra que tú mismo, aunque el paisaje urbano permanezca inalterado? Esto sucede a Jonas, el protagonista de esta novela de Glavinic. Sufrirá en su propia piel la inutilidad de intentar ponerse en contacto con las personas de su entorno: nada funciona, ni televisión, ni radio, ni teléfonos... su búsqueda desesperada de seres vivos no le permite hallar signo alguno de violencia ni nada que haga pensar en un previsible exterminio; eso sí, en su errático deambular, de idas y venidas, comienza a vislumbrar pequeños cambios en las posiciones de objetos domésticos de su hábitat más cercano, sin una aparente justificación. Tal vez no esté solo.

Jonas va dejando mensajes por doquier: nombre, teléfono, saludos...como alguien enloquecido que no puede aceptar la realidad que le ha tocado vivir; incluso llega a depositar postales en buzones, reclamando su dosis de atención. Coloca cámaras por la ciudad para comprobar posibles cambios, en su casa, en la de su padre, en la de su adorada Marie...necesita observarse mientras duerme y cuando ejerce de vivo por las calles, en una ceremonia artificial de normalidad. Graba conversaciones consigo mismo a través del teléfono fijo, con pausas meditadas para contestarse horas después, al llamarse desde el móvil: es como si Dios, aburrido de vernos arrastrados por este sórdido planeta, hubiera chasqueado los dedos haciendo desvanecerse el aliento de todo ser vivo, excepto - como en un patético descuido - Jonas. Inexplicable, como la propia naturaleza de la existencia y sus misterios anejos: afrontar la historia de una persona sola en el mundo en 350 páginas puede echar para atrás a cualquier lector; Glavinic, sin embargo, se las apaña para mantenernos en vilo al presentar a un Jonas tranquilo y aparentemente lúcido en sus actos, pese a la terrible situación que le acorrala; de esa forma oculta al lector la realidad : ¿está solo? ¿los juegos de cámaras y conversación consigo mismo obedecen a un deseo de convivencia, son un síntoma de demencia o el medio de obtener respuestas? Los hallazgos acústicos...¿reflejan una realidad o es el propio Jonas inventándose una existencia que enfrentar a una locura inevitable?

Jonas tiene sueños raros cuyo contenido apunta escrupulosamente por si le revelan algo inquietante. El ser que es Jonas dormido es grabado en cintas por el Jonas consciente y, paulatinamente, descubre en él actitudes extrañas, en modo sonámbulo, de despegue de su auténtico yo, hasta casi convertirse en otro ser, al menos para Jonas... El durmiente, o sea, Jonas dormido o sonámbulo, mientras es grabado, a lo largo de las noches evoluciona, rebelándose: parece dejar de ser Jonas dormido para convertirse en una presencia independiente y sarcástica que aguarde con un mensaje para Jonas. Este se muestra cada vez más obsesionado con la creación de una realidad de aspecto vital, a base de recoger sus idas y venidas en coche y congelando la imagen de cualquier instante, desde los muchos ángulos que le ofrecen las diversas cámaras que , estratégicamente, va instalando a su paso por lugares predeterminados, fabricación personal de situaciones con las que juega incluso a sorprenderse, para no volverse loco.

Cuando uno está solo, únicamente puede conversar con su propio pensamiento; de inmediato, el cerebro busca su antagonista: oirá sus pasos, sus murmullos, sentirá que le persiguen...uno necesita, al menos, alguien que le odie; casi tanto como ser amado por alguien.

De la vigilancia exhaustiva de los ambientes que le rodean, Jonas va recopilando recuerdos que le vinculan emocionalmente con su propio pasado; aquellos momentos de la infancia perdidos en el olvido, cuyos contornos - ahora comprueba - fueron falseados por el paso del tiempo, y ahora se le muestran en sus reales dimensiones, para convertirse en su única y deseada compañía. Es difícil, al acceder a la sinopsis de esta novela, no sentir un déjà vu con Soy Leyenda, si bien, aunque la sensación de soledad y desamparo sean casi idénticas, el contenido de Algo más oscuro que la noche, raya más en lo filosófico, la acerca a La carretera, de McCarthy.

Todos los supuestos cambios se producirán durante el sueño, lo que dota de una atmósfera más irreal a las percepciones de Jonas. La novela se centra en la soledad como núcleo significativo esencial que puede sentirse como un foco irradiador de una diferente forma de terror, pero que se manifiesta más profundamente como un lamento intimista por la vacuidad del hombre a su paso por la Tierra.

Sin olvidar ciertos fallos, atribuibles a la traductora - pg 85, utiliza el verbo EXPIRAR en lugar de ESPIRAR, fallo reproducido en la página 155; escribe mal el verbo "azuzar" en la página 114: dice "azuzes" en lugar de "azuces". Y en la página 260, expresa: " hojeaba los mensajes del móvil"; en fin, complicado hojear unos mensajes en el móvil. Quiso decir, "ojear", lógicamente - , hay que insistir en que se trata de una novela con unas arraigadas connotaciones filosóficas, que ahonda a base de frases cortas, sincopadas, en el análisis de lo que se ha convertido en los últimos siglos, en la gran enfermedad oculta del ser humano: la soledad, un síntoma enfermizo que crece al compás del aumento en progresión aritmética, de nuestros congéneres; un padecimiento terrible que no encuentra consuelo, sino todo lo contrario, por la indiferencia de los que nos rodean.

Es un tipo de novela difícil de digerir, pues si te implicas en la historia como devoto lector, sólo caben dos opciones: identificarte con Jonas o con la presunta presencia que le observa. En ambos casos, se trata de un paso doloroso, al mimetizarse con la nada en todo momento, pero una nada "consciente" de serlo.

Inicio » Libros » Análisis » Algo más Oscuro que la noche