Illius
(Raúl Ansola)

por Javier Bocadulce
Puntos: 4

Tiempo atrás, si una lectura cualquiera iniciada por mí, a las veinte o treinta páginas había conseguido desapasionarme, solía condenarla, ipso facto, al inmediato y perpetuo enclaustramiento de regreso a las estanterías de mi biblioteca particular. Algo parecido comenzó a sucederme con Illius, pero su ritmo anodino, plagado de expresiones y giros rayanos en la petulancia, que parecían surgidos de la duda comprensible de un escritor primerizo, temeroso de ser tomado por tal, se tornó, de repente, en la vívida recreación de una atmósfera inquietante e interesante; ésta viene propiciada, en el argumento, por el inusual hallazgo de un ticket perteneciente al encargo de revelado de un carrete en una tienda de fotografías que, extrañamente, a su dueña se le olvidó acudir a recoger; varios años después, picada por la curiosidad, se sintió empujada a concluir esa tarea, con la increíble sorpresa del hallazgo entre las fotos - pertenecientes a un fin de semana amoroso y bucólico acompañada por el que fuera, por entonces, su novio, con el que tuvo una relación tormentosa que, en el momento presente, continúa martirizando los pensamientos de la protagonista - de una instantánea muy sorprendente, por la presencia en ella de un niño que en ningún momento estuvo allí, y desconocido para la pareja.

Se trata, pues, del planteamiento de una novela de intriga con personaje fantasmal, en la que nada puede tomarse ni como verosímil ni como incierto. Los sentimientos de celos y desengaños que pululan por el texto, intercalándose de forma caótica en una lectura oscura - y oscurecida por ciertos fallos ortográficos y gramaticales, imperdonables en alguien que pretenda publicar -, se van vaciando poco a poco, dejando espacio para asemejar un simple decorado adecuado, que no entorpece el cuadro general de suspense e intriga.

No obstante, el estilo un poco fosco, oscuro, lento, falto de ritmo y, quizás algo pretencioso, arruina por momentos el nivel ajustado y sorprendente de esta novela de iniciación. Hay errores como fallos de concordancia, de puntuación, de engarces en frases con mala precisión, gramaticales, ortográficos, en la pretensión por parte de Ansola de presentar una historia, por lo demás, muy bien planteada, lo que causa no poca perplejidad: una elección culterana como manera de enfocar la trama, añadiendo un sinfín de despropósitos en un estilo que se busca poético, farragoso, en parrafadas de extensión abominable para situaciones que podrían solventarse en un cuarto de la misma.

Y no se trata de que uno se erija en dios de los críticos, faltaría más...mis reseñas son simples colaboraciones que realizo de un tiempo a esta parte como respuesta desinteresada a la sugerencia del webmaster de abandomoviez, debido a las circunstancias del compañerismo y a los lazos familiares que nos unen, y habida cuenta de mi pasión por la lectura, conocida por él. Por eso trato de ofrecer mi opinión sobre libros que, en su mayoría, son de mi propiedad y, por tanto, cuando creo percibir tomaduras de pelo al lector, me pongo fácilmente en la piel de éste; vamos, que a mí tampoco me regalan los libros. Así pues, no se trata de restregar nada sobre la calidad literaria, que para eso están las interpretaciones y siempre es algo arbitrario; pero creo que embarullar un buen texto como es éste, con fallos clamorosos de ortografía, sí hay que destacarlo, que para evitarlos están el escritor y el corrector, que sí cobran por ello.

Como ejemplos, esta nutrida representación; y, créanme, sólo son una pequeña parte:

1. Habría que aclarar a Raúl Ansola que "rallar" significa desmenuzar; por tanto, no puedes "rallar en la superstición", sino "rayar..."

2. El verbo "deparar" es muy hermoso, claro; pero se ha de utilizar en expresiones como "lo que nos depara el futuro" o similares, y no así cuando la frase connota "caer en la cuenta". Para esos casos, existe el verbo "reparar". Esto es algo que repite hasta la saciedad, luego no se trata de un error tipográfico.

3.. Los restos orgánicos son "desechos", del verbo DESECHAR. ¿Cómo repite tanto, en estas circunstancias, la palabra "deshecho"?

4.. Esta frase es alucinante: "...suspirar con fuerza el aire frío". Supongo que quiso decir "aspirar".

5." No bien se hubo girado de nuevo hacia la pista...que tres de los invitados pasaron a su lado corriendo". Esto resulta muy reiterativo. Debería saber que ese "que" no pinta nada ahí; debería sustituirlo por "cuando", evidentemente.

6." hacía inaccesible el acceso"...sin palabras.

7. "Tu cabeza aún no había tocado la almohada que ya estabas mecida por los brazos del sueño", nuevo caso de "que" erróneo.

8. "Ves a la cama", en lugar de "ve", del verbo "ir".

9. "El que me da más miedo ir a sus clases" ¡ Hombreeeee! ¿No habría quedado más decente decir: "El profesor cuyas clases me dan mas miedo" ?

10. "Las malas noticias es que no tiene...", una fórmula harto reiterativa, en lugar de "son que no tiene...".

11. "David cogió entre sus dedos la que aparecía Aurora con Marcos". Debería haber resuelto con algo así: "...la foto en la que aparecía".

Y así hasta aburrir. Cualquiera que lea estos ejemplos pensará que la novela es un disparate, y hacerse con ella, una especie de obra de caridad. La verdad es que me ha desconcertado, pues donde no surgen estos errores, Ansola muestra unas maneras muy habilidosas para la escritura. Yo le recomendaría, no obstante, que se hiciera con un buen diccionario y una apañadita gramática, y se empapara bien; porque, de lo contrario, de no solucionar tan exageradas carencias en sus próximos textos, sus novelas pueden servir como terapias para insomnes.

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