Con la llegada de la nueva adaptación en acción real de "Blancanieves" por parte de Disney, el debate está servido: ¿realmente necesitamos otra versión edulcorada del cuento? Por eso hoy ponemos el foco en una película que sí se atrevió a hacer algo diferente: "Blancanieves: La Verdadera Historia" (The Grimm Brothers’ Snow White, 1997). Esta coproducción entre Estados Unidos, Alemania y la República Checa, dirigida por Michael Cohn, es una joya oscura, elegante y bastante más fiel al espíritu original de los hermanos Grimm.
Si estás cansado de princesas perfectas, animales parlantes y canciones que parecen salidas de un anuncio de colonias, esta versión te puede interesar.
¿De qué va esta verdadera historia?
Aquí no hay pajaritos que ayudan con las tareas del hogar. Esta Blancanieves apuesta por una narrativa más cruda y gótica. La historia sigue, sí, la línea del cuento clásico: la joven princesa es enviada a la muerte por su madrastra, la reina Elspeth, celosa de su belleza. Pero lo hace con una estética mucho más cercana al dark fantasy que al cine familiar.
La ambientación medieval es sucia, realista y opresiva. Los personajes no son caricaturas, sino figuras con matices y oscuridad. Y la magia —que sí está presente— no es luminosa ni adorable: es ambigua, peligrosa y profundamente humana.
Sigourney Weaver: Una reina para el recuerdo
El alma de la película es Sigourney Weaver, que se lo pasa en grande dando vida a una madrastra brutal y atormentada. Su Elspeth no es simplemente una villana celosa: es una mujer marcada por la pérdida, consumida por la obsesión y atrapada por una magia que le promete poder, belleza… y la destruye lentamente.
Weaver da una interpretación compleja, con momentos genuinamente terroríficos (como su transformación final), pero también otros de vulnerabilidad y rabia. Lejos de la maldad unidimensional, su reina tiene capas. Muchas.
La Blancanieves que no necesitaba cantar
Monica Keena interpreta a una Blancanieves mucho más sobria, más realista y menos “princesita”. Es vulnerable, sí, pero también fuerte, con un proceso de maduración mucho más claro que en otras versiones. No es una heroína de acción, pero tampoco una víctima sin agencia. Y eso, en un cuento tan adaptado y reinterpretado, ya es decir bastante.
Los enanitos, por cierto, también están aquí… pero con una personalidad más terrenal, menos cómica. Son mineros, refugiados y personajes rotos por sus propias tragedias. Es una Blancanieves para un público que ya ha dejado el parvulario.
Una estética de cuento… pero de los Grimm
Lo más interesante de "Blancanieves: La Verdadera Historia" es que no reniega del cuento, pero lo trata como una leyenda oscura. Visualmente recuerda a películas como Leyenda o La compañía de los lobos, con bosques frondosos, castillos sombríos y una luz perpetuamente crepuscular.
Los efectos prácticos y el maquillaje (ojo al espejo mágico y la escena final con la reina convertida) aportan mucho más que cualquier filtro digital. Y la música, con un tono melancólico y épico, refuerza la sensación de estar viendo una fábula sin censura.
¿Por qué deberías verla (o revisitarla)?
Porque es una adaptación valiente. Porque ofrece una visión distinta, más adulta y atmosférica, de un cuento que Disney ha endulzado desde 1937. Porque la interpretación de Sigourney Weaver está a la altura de una gran villana trágica. Y porque, al final, los cuentos de hadas nacieron para asustarnos un poco… y hacernos pensar.
"Blancanieves: La Verdadera Historia" no es una película perfecta, pero sí una de las adaptaciones más interesantes y arriesgadas del cuento original. Es hora de reivindicarla como lo que es: una versión que no necesita azúcar para ser inolvidable.
Debe ser la nostalgia que me ciega pero siento más auténtica estas películas que las actuales, ahora cuando quieren emular una época antigua como que no pega.
SanchezLorenzo
#1
Pues a mí no me gustó,me parece bastante rollete y terror...pues no.
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