Ficha El Coloso de Rodas

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Críticas de El Coloso de Rodas (3)




Mad Warrior

  • 20 Apr 2023

6



¨A ti, dios del Sol! El pueblo de Rodas levanta esta estatua de bronce hasta el Cielo...¨.
La gesta épica y trágica de uno de los lugares más admirados de la Antigüedad, observada por un coloso cuya cabeza roza las columnas del Olimpo...

O tal vez debería haber empezado con un ¨A tí, Leone, Dios del cine¨, pues es a él van dirigidas mis palabras por tratarse de la primera obra de una carrera corta pero inmensa, al igual que el periodo que se sostuvo el monumento, edificado, según los escritos, allá por el 292 a.C. como culminación a la belleza de una ciudad de leyenda, Rodas, más grande que Troya y Creta, pero desgraciadamente hecha pedazos por un seísmo que también redujo el lugar. El motivo nos lo da el natural de Roma a través de una coproducción no tan suntuosa como a simple vista él y sus colaboradores quieran hacer creernos.
Con 30 años ya ha tenido tiempo de andar por los pasadizos de la industria, de asistente a director de 2.ª unidad, dejando patente su destreza en esas megaproducciones que Hollywood realiza en Cinecittà, hasta que se ve forzado a cubrir la ausencia de Mario Bonnard durante ¨Los Últimos Días de Pompeya¨, dejando a los productores un buen sabor de boca; tanto que le contratan para otra entrega de aventuras históricas, casi utilizando el mismo equipo. De ella saldrá John Derek, furioso con su inexperiencia, y entra en el último momento un as de la serie ¨B¨ de mucho carisma: Rory Calhoun. Su inclusión da otro aire a ¨El Coloso de Rodas¨.

En efecto, nos hallamos ante uno de esos habilidosos títulos de explotación de un género en pleno lustre pero al que, sin saberlo los que ponían el dinero, poco tiempo quedaba de brillo; cosa del destino que todos esos elementos confluyeran bajo la batuta de Leone, el gran desmitificador del cine. Sólo bastan los primeros minutos para apreciarlo; en época helenista, la llegada de Dario al puerto de Rodas es de expectación y ofrenda para el Coloso, sin embargo un platillo con ésta es empujado accidentalmente por el mismo rey. ¨Los dioses no están contentos¨, afirma, presagiando enormes desgracias.
Al otro lado, un protagonista que se trae el encanto de los galanes de Hollywood en reemplazo de los músculos y la parquedad de esos culturistas que han dado vida a los héroes antiguos; su papel está más emparentado con los futuros pícaros individualistas que poblarán el cine del director: Dario no repara en la suntuosidad de la estatua ni del palacio de Jerjes, sino en la belleza de Diala. También es un vaticinio amargo el que ella, seduciéndole, le deje atrapado entre los pasadizos del lugar, señal de que este hombre va a verse acorralado por diversos elementos externos.

En realidad, y pese a estorbar millones de manos en el guión, lo que asoma para Leone es un claro deseo por evitar el peligro. La influencia de Hitchcock ha hecho mucho en él. ¿Y si este Dario fuese simplemente una versión antigua del Thornhill de la reciente ¨Con la Muerte en los Talones¨? Pudiera serlo, dado que sin comerlo ni beberlo se inmiscuirá en una enrevesada intriga por culpa de los diversos bandos que vamos conociendo, los cuales le llevan de acá para allá acusándole siempre de traidor, cuando él sólo quiere volver a su tierra...
A un lado la corte del rey, celosos del poder propio; al otro los secuaces de su segundo al mando, Tireo, quien planea dar un golpe al trono; de fondo, el grupo de esclavos liderado por Peliocle, hartos de la corrupción y la maldad que se respira en Rodas. Tras la inverosimilitud argumental (cuyos instantes en los que más se aprecia son los que, extrañamente, deben mover la historia, a saber: el que los enviados de Peliocle ataquen a Dario en lugar de hablar con él; que éste siga enamorado de Diala, ya erigida malvada ¨femme fatale¨, o que el barco de los esclavos deba navegar por debajo del Coloso, exponiéndose así al peligro...) queda sobre todo eso: una mirada perversa como nunca se proyectó sobre el género.

Porque el director no hace concesiones. Tal vez pocas veces se pudo contar la Historia antigua y deslizarse por los cánones más clásicos del cine de ¨espada y sandalia¨ removiendo sus entrañas hasta hacer que otra cosa renaciera en el proceso. Proceso de desmitificación de arquetipos, de predicación de la maldad; si bien los bandos están muy determinados, con los héroes y los villanos a uno y otro lado, éstos se regodean en la traición, el engaño, la codicia y el sadismo, y la pura megalomanía es la que pulula por las calles de Rodas y la que impregna al Coloso, construido sobre esos podridos ideales.
Estarán mucho más presentes en posteriores trabajos del italiano (en el ¨western¨ proliferan mejor que en el ¨peplum¨), pero ya se dejan ver, y convierte a quienes los proyectan en auténticos monstruos desmerecedores de toda piedad (por ello es inexplicable el cambio de personalidad de Diala y la continua fijación de Dario en ella). Esta es la razón de que el argumento no pueda rematarse de otra manera que con el supuesto temblor que arrasó la estatua y la ciudad, después de todos los enfrentamientos, las torturas, las persecuciones, los duelos y las acusaciones al pobre Dario, a quien nada de esto importa. Él no es un héroe hasta el momento en que amenazan su propio cuello.

Leone maneja un desarrollo extenso, pero siempre deja que el ritmo, trepidante, y las características de sus personajes se apropien de la lógica narrativa, amén de ese punto mordaz y brutal tan peculiar. Y pese a los límites presupuestarios, el aprovechamiento de otros decorados y la disimulada economización consiguen dar un aspecto al film de auténtica superproducción hollywoodiense.
Justo cuando este tipo de fábulas iban a dejar de interesar al público el romano tomó la decisión más inteligente de su vida y abandonó el país para ir a Almería. Pero antes de eso pudo regalarnos uno de los duelos más emblemáticos de la Historia del 7.º Arte: el de Dario y los secuaces de Tireo sobre los hombros del Coloso, al más puro estilo ¨hitchcockiano¨.



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bigladiesman

  • 14 May 2013

7


Ingenioso Peplum serie B de Sergio Leone que representa al Coloso de Rodas como un enorme arma.

Cameron Mitchell está muy acertado en su papel, y dentro de la carestía de recursos, es una película muy bien hecha a todos los niveles y que se paladea con facilidad.

Como la vi antes de que Indiemoviez iniciara su andadura, estoy haciendo esta crítica de memoria, pero sigo considerando este film como uno de los mejores peplums italianos que he visto. Por su ingenio y cierta fabulación no desencajaría del todo en Abando.



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Bachman

  • 30 Jan 2011

6


Buena película de aventuras, aunque excesivamente larga. Se deja ver con algo de paciencia, ya que tiene diversos altibajos.



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Críticas: 3


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