Ficha No

7.23 - Total: 11

  • No la has puntuado
  • No has insertado crítica
  • No has insertado curiosidades
  • No has insertado ningun error


Críticas de No (2)




mahotsukai

  • 3 Oct 2019

7



Aceptable drama basado en la histórica y decisiva campaña publicitaria del “No”, cuyo éxito significó la derrota electoral de Augusto Pinochet en 1988 y el regreso a la democracia, tras 15 años de dictadura.

René Saavedra es un exitoso publicista, que será reclutado por grupos opositores a la dictadura de Pinochet para idear la campaña publicitaria del sector, que pueda acabar con el opresor régimen militar. Saavedra, movido por el atractivo desafío profesional y su repudio al régimen de Pinochet, deberá trabajar en secreto para que su jefe, declarado publicista pinochetista, quien por su parte trabaja en la campaña “Sí” del régimen.

Al cumplirse 15 años de la dictadura militar y enfrentando una considerable presión internacional, el Gobierno chileno conmina a la ciudadanía a que participe del Plebiscisto Nacional de 1988, para decidir si el General Augusto Pinochet debiera permanecer en el poder hasta 1997 o si debiera darse paso a una elección presidencial democrática al año siguiente. La disposición del Plebiscito estaba contenida en la propia Constitución Política de 1980 del Régimen que establecía un período transitorio, que señalaba que cumplidos los 8 años en el poder, el gobernante de turno tendría que someterse a un referéndum que lo confirmara por 8 años más o que permitiese la realización de nuevas elecciones presidenciales.

De esta forma, la oposición vería en las mismas directrices constitucionales ideadas por la dictadura para legitimarse, la posibilidad de derrotarla en las urnas y retornar a la democracia. Inmerso en un clima de extrema tensión entre ambos bandos, que reflejaban un país profundamente dividido, ambas campañas publicitarias presentarían sus propuestas durante 27 días en segmentos iguales de 15 minutos, cada una apelando a diferentes formas de persuasión para convencer a los votantes, quienes finalmente decidieron dar paso a elecciones libres, con un 54, 71% de los votos contra un 43, 01%.

Semejante evento histórico demandaba, no cabe duda, la realización de un film que relatara el proceso de (re) estructuración de la campaña publicitaria del “No”, que los historiadores y cientistas políticos catalogan, en general, como la llave que permitió a la Oposición derrotar a Pinochet en las urnas. No obstante, ese momento recién se concretaría a 24 años del hito, cuando el cineasta chileno Pablo Larraín (“El Club”, 2015; “Neruda”, 2016) se embarcará en un proyecto que retratará aquellos nostálgicos y tensos momentos previos al triunfo del “No” en el referéndum, en un clima menos evidentemente polarizado tras la muerte de Augusto Pinochet en 2005, pero que sigue dando cuenta de una sociedad profundamente dividida hasta la fecha, transcurridos casi 30 años.

Pedro Peirano (“La Nana”, 2009), co-creador de la exitosa serie infantil “31 Minutos”, fue quien se encargó del guión, basándose en la obra teatral inédita “El Plebiscito” (1988) de Antonio Skármeta, que el guionista complementó con una investigación propia y la realizada por la periodista Lorena Penjean. Respecto al guión, la crítica ha advertido más de una lectura, identificando varios elementos como su naturaleza optimisma y ciertamente épica, al retratar la mágica sintonía que publicistas y artistas, en general, construyeron para mostrar a la sociedad su verdadera realidad y proponer un futuro más auspicioso y libre. Cabe señalarse que la participación de actores, pintores, escultores, cineastas, literatos y otros artista fue fundamental para que el público empatizara también con el ideal de un país democrático, en donde el Gobierno de Pinochet mantenía una estricta y brutal censura a las artes nacionales e internacionales, por considerarlas subversivas y contrarias a su ideología política.

Una segunda lectura se asocia a aspectos más bien ideológicos, en donde se muestra como a partir de los recovecos y vacíos del aparato ideológico del adversario político y un correcto uso de la lógica publicitaria, que en el film se materializa en una reestructuración de los puntales ideológicos y su narrativa, que da mayor importancia al futuro auspicioso y a la esperanza, sin olvidar el pasado doloroso y el presente complejo. Larraín aborda este aspecto de una forma más bien sensata y de sentido común, más que de una perspectiva partidista, en donde no tiene empacho en dejar lado el origen de su propia familia, los Larraín, derechistas y pinochetistas, con un senador de extrema derecha y una ex ministra de Sebastian Piñera, por padres. El propio Larraín ha señalado a la prensa no compartir los principios políticos de su familia, pero tampoco se define como un antipinochetista acérrimo, estando su crítica más que nada orientada a la opresión hacia el arte que la dictadura de Pinochet, en complicidad con la derecha de entonces, ejerció.

Y en tercer lugar, un guión que insinúa una crítica a la conducción política post-Pinochet, sobre el evidente “triunfo” ideológico del modelo neocapitalista de Pinochet, tan criticado por sus opositores, pero que se ha mantenido prácticamente inalterado, más allá de su muerte, y que ha dejado incluso más dudas en la actualidad, 5 años después del estreno de “No”, al saberse que varios opositores políticos a Pinochet mantuvieron secretamente negocios con el yerno del fallecido general, desatando una grave crisis de confianza de la ciudadanía en sus políticos. Un modelo profundamente segregador, que paradójicamente ha puesto a Chile como la segunda economía más fuerte de Latinoamerica, sólo detrás de Brasil y por sobre México y Argentina, pero a costa de los segmentos sociales más vulnerables.

Así, desde una perspectiva más bien apolítica, aunque esté narrando cómo se gestó la cruzada publicitaria que le terminó dando el triunfo a la Oposición contra Pinochet, en la práctica Larraín está filmando cómo se gestionó el momento en que la sociedad chilena decidió vencer el miedo y abrazar el cambio que tanto añoraba y necesitaba. Y es aquí donde empieza a pesar más, en mi opinión, la tercera lectura, en donde parece ser irónicamente más crítico con quienes asumieron el poder tras la caída de Pinochet que con el mismo Régimen, principalmente por la naturaleza comercial de la campaña y por la traición a los ideales políticos.

De esta forma, Larraín no es muy explícito en ello, quizás porque no le parece prudente serlo por el contexto (incluyó a un ex presidente en la trama misma, incluso) o porque no logra salir de su propia ambigüedad respecto al tema, pero lo cierto es que desliza esta crítica -tibia si se quiere- en donde expone la dicotomía de dos realidades, la previa y la posterior al triunfo del “No”. Una campaña publicitaria híbrida que es canal de esperanza pero al mismo tiempo el vehículo que terminará siendo utilizada por los políticos de Oposición para relevar en el poder a Pinochet, y no preocuparse mucho por cumplir con la promesa del slogan de su campaña, “La alegría ya viene”, a juzgar por lo señalado en párrafos anteriores, en donde la sociedad chilena no puede sentir otra cosa que no sea defraudado y molesto.

Ahora bien, algo sucede que el film no conmueve como debería ser, sobre todo considerando que está narrando una épica que cambiaría el destino de un país sometido a la opresión en todas sus formas. Puede que ello tenga que ver más que nada con las actuaciones que con el ritmo y la intensidad, pero ciertamente la película se queda corta en relatar el verdadero drama que supone vivir bajo una dictadura (falencia que también le critiqué a “Colonia Dignidad”, 2015, de Florian Gallenberger), que reflejara el miedo, la intimidación, la opresión, la incertidumbre, la esperanza –por último- incluso en el bando contrario, en donde se mostró muy poco también de los temores del Gobierno por perder el país, que existieron, aunque se señale que existía un triunfalismo, que a mi parecer debería haber sido siempre infundado dada la intensificación de las protestas callejeras, el intento de asesinato de Pinochet y la presión de la Comunidad Internacional.

Finalmente respecto al guión, señalar que las historias paralelas que el film tiene, resultan notoriamente menos interesantes y poco bien complementarias al leitmotiv, pareciendo lamentablemente material adicional. La extraña relación que René y Verónica tienen, unidos por un hijo y por una constante ambigüedad que recurre a la nostalgia, y la ambigua lucha ideológica entre René y Luis, su superior, por cuestiones jerárquicas y políticas no están tratadas con una intensidad al menos similar a la de la trama principal, carecen de cierta profundidad y termina simplemente por no conectar nunca con el grueso del film.

Por otra parte, un acierto de Larraín fue filmar con una cinta magnética 3:4 de aquella época, ya que de esa forma logra complementar el aspecto visual con registros audovisuales históricos que son insertados en el film junto con las escenas rodadas por el director de “Jackie” (2016), logrando así que el film parezca un todo filmado en el mismo momento. Al respecto, Larraín señaló que le parecía interesante y pertinente “refrescar” la memoria de la gente con esa fotografía descuidada de las anticuadas cámaras de video de los 80s, a cargo de Sergio Armstrong, que en cierta medida con su imperfección realiza una metáfora de un contexto gris, incierto y opresivo, como el que se vivía en aquel tiempo.

El reparto fue encabezado por la estrella mexicana Gael García Bernal como René Saavedra (“Amores Perros”, 2000; “El Crimen del Padre Amaro”, 2002) quien a decir verdad no convence del todo como chileno/hijo mexicano de chilenos en exilio, pareciendo por momentos descontextualizado; el siempre efectivo Alfredo Castro (“Tony Manero”, 2008) como Luis Guzmán, jefe de publicidad y superior de rené, con quien tendrá una tensa relación cuando sospeche que trabaja para la Oposición; Luis Gnecco (“El bosque de Karadima”, 2015; “Neruda”, 2016) como José Tomás Urrutia, coordinador de la Campaña del “No”; y Antonia Zegers (“Neruda”, 2016), como Verónica, la subversiva ex pareja de René, que se mete en problemas una y otras vez con la Policía Secreta de Pinochet.

Comentar que en el film, hay cameos de ex Presidente Patricio Aylwin, primer mandatario electo democráticamente tras la dictadura; el periodista y conductor de la franja del “No”, Patricio Bañados; y las figuras mediáticas del espectáculo y deporte, Florcita Motuda y Carlos Caszely.

La música del film fue bastante ecléctica, incluyendo desde el distintivo jingle “Chile, la alegría ya viene” escrito por Sergio Bravo y Jaime de Aguirre, pasando por el clásico “Vuelvo” de Patricio Manns y Horacio Salinas con la interpretación de Inti Illimani y “No lo quiero” de Isabel Parra hasta música clásica de Johannes Brahms, Pyotr I. Tchaikovsky y Dmitri Shostakovich.

“No” (2012) fue la primera película chilena nominada al Oscar a la Mejor Película Extranjera, perdiendo frente a , además de ser nominado a los Premios Ariel a la Mejor Película Iberoamericana, aunque fue galardonada con el Art Cinema Award del Festival de Cannes y el Premio a la Mejor Película de Ficción en el Festival de La Habana.

En resumen, una película tardía sobre uno de los aspectos más interesantes del fin de la dictadura militar en Chile, que sin embargo resulta interesante tanto para aquellos que eramos unos niños en ese tiempo y para los extranjeros, que en mi opinión pudo haber sido más incisiva y profunda en el abordaje de una época que lamentablemente aún divide a los chilenos. La evalúo con un 7.5.

https://cineramica.blogspot.com/



Me gusta (0) Reportar

Miguel Arkangel

  • 12 May 2013

7


El director chileno Pablo Larrín, nos presenta en este film, su particular visión de la campaña política que llevó al triunfo a la opción del NO en el plebiscito convocado por Augusto Pinochet en 1988 y que a la postre fue el tiro de gracia que logró derrumbar su dictadura.

Larrín tiene una carrera que va en vertiginoso ascenso y con este film ha cosechado comentarios positivos en diversos festivales en todo el mundo, incluida la nominación al Oscar a mejor película extranjera en el 2012.

El guión del film está basado en la obra de teatro de Antonio Skarmeta. La original trama está repleta de ironía, humor, metáforas y una ingeniosa demostración del poder de la publicidad mercantilista puesta al servicio de una “noble causa”.

Si bien la película peca de simplificar en demasía la compleja realidad política y social chilena de esos años y las heridas que dejó la Dictadura y que continúan abiertas hasta hoy, me parece un interesante aporte al análisis y comprensión de un hecho histórico fundamental de la historia chilena y una valiosa lección de lo que es la “realpolitik”, pero desde una perspectiva moderna y amena, huyendo de dogmatismo.

Y bueno, todos sabemos cómo terminó la historia, ganó el No, Pinochet se fue a su casa con los bolsillos llenos y nunca fue juzgado por sus crímenes, Chile regresó a una seudo democracia tutelada y bipartidista, con el modelo neoliberal dejado por la Dictadura intacto y con los ricos más ricos que nunca y los pobres a la mierda.



Me gusta (0) Reportar

Críticas: 2


Escribir crítica

Tendencia de puntuaciones

0
0%
1
0%
2
0%
3
0%
4
0%
5
9%
6
18%
7
27%
8
27%
9
9%
10
9%