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Puede que esperes ver un blockbuster épico de guerra con sus respectivos tiroteos, bombardeos y demás clichés.

Puede ocurrir y puede que no.

A pesar de los grandes efectos sonoros (vista en cine) y de la espectacular puesta en escena, la película está centrada en la tensión vivida dentro de la playa.

Enfrente el enemigo, tras de ellos el océano, y muy a lo lejos, su hogar.

La estrategia de los alemanes fue infalible para conseguir acorralar a todo aquel numeroso grupo de soldados que veían como en cada intento por huir a casa se veía truncado por los inminentes ataques germanos.

La heroicidad aquí no fue por conquistar, matar o ganar territorio en sangrientas batallas, sino de un grupo de civiles en sus pequeñas embarcaciones que, sin ser soldados, cruzaron el canal de Dunkerque para salvar a los suyos y llevarlos nuevamente a casa.

A todo ello debemos sumarle la angustiosa banda sonora muy acorde con las escenas que se experimentan. Si la tensión que se respira es asfixiante, la banda sonora consigue que el poco oxigeno que queda, se extinga. Totalmente apabullante. Una lección magistral de composición.

Aún con esas, la película no es ninguna maravilla, ni tampoco la mejor del año y mucho menos la de su género. El reparto es bastante regular, caras conocidas pero sin interpretaciones plausibles.

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