Ficha ¿Quien Es la Dalia Negra?


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Críticas de ¿Quien Es la Dalia Negra? (1)




Mad Warrior

  • 11 Apr 2024

6



¿Quién demonios eras?, ¿por qué te gustaba pasear tanto por ahí engalanada con esos llamativos vestidos negros?, ¿por qué te apegabas a quien fuera con tal de obtener una mínima muestra de cariño?, ¿por qué esa ambición por ser alguien que no podías?
¿Qué buscabas, Elizabeth...?

Y las preguntas seguirán acumulándose por siempre jamás porque a estas alturas, después de casi ochenta años de su escabroso asesinato, nada puede ya arrojar luz sobre la verdad. La verdad murió con ella, con la vilmente apodada por la prensa sensacionalista norteamericana de entonces “Dalia Negra“ y de verdadero nombre Elizabeth Short, nativa de Massachusetts, una de las cinco hijas de un matrimonio roto por un desgraciado (Cleo) que se arruinó y fingió su muerte para luego huir a California. Todos sabemos ya las muchas historias que siguieron...
Desde el reencuentro de la chica con él a la edad de 18 años, su repentina separación, sus continuos viajes de Florida a Boston, sus malas experiencias con los hombres, curiosamente la mayoría pertenecientes al ejército o la marina, y su asentamiento en Los Angeles, donde quizás, o no, quién sabe, soñaba con ser una gran actriz. Y en algún momento del 14 de Enero de 1.947 acabó todo. Pero por desgracia estos y otros hechos clave no pudieron ser llevados con toda la precisión que los productores de la NBC hubieran querido para su proyecto de recreación televisiva “Who is the “Black Dahlia“?“, y eso que contaban con uno de los cientos de detectives asignados al caso, Harry Hansen, en calidad de asesor.

Al parecer muchas personas implicadas en el famoso crimen o relacionadas con la chica no aceptaron ser representadas en la película (quizás, de haber sido una cara producción cinematográfica, las cosas habrían cambiado...), así que la vida y los sucesos que vemos aquí se desvinculan con la realidad desde la primera secuencia, donde en lugar de ser una madre y su hija quienes descubren el cadáver de Elizabeth son un anciano y su nieto. La triste, desolada, voz de Hansen es la que conduce la historia, en realidad la del veterano de la televisión Efrem Zimbalist, famoso por sus papeles de detective en “77 Sunset Strip“ y “F.B.I.“, que le interpreta de maravilla.
Es curiosa la forma que adopta este relato, con rápidos “flashbacks“ que nos permiten conocer un poco más sobre el pasado de la protagonista, y detallándose exhaustivamente las fechas y los lugares por donde pasó. La vemos con el físico de Lucie Arnaz, la entonces jovencita hija de Lucille Ball y ya estrella gracias a sus shows televisivos, pero la personalidad divertida de la actriz se vuelve melancolía pura al ponerse en la piel de Elizabeth, con quien guarda cierta similitud extraña. Ahora la vemos en compañía de su abuela (otra veterana, Mercedes McCambridge) en lugar de su madre en Maine, y no hay mención de ninguna hermana, aunque sí se habla fielmente de su problema de asma y su amargo reencuentro con su padre.

Joseph Pevney, otrora genio artesano cultivado en multitud de géneros antes de mudarse definitivamente a la pequeña pantalla, dirige con austeridad pero aprovechando los medios de los que dispone para solo dos semanas de rodaje, mantiene un buen ritmo gracias a esa técnica constante de ir y venir en el tiempo, aunque no puede permitirse mostrar demasiada violencia física en pantalla, como es lógico. Bien mirado, por su factura humilde, pareciera que estamos viendo un episodio cualquiera de aquellos seriales protagonizados por Zimbalist años antes, pero tampoco hay que pedirle peras al olmo a un producto así.
En lo que sí peca el tan modificado guión de Robert Lenski es en victimizar demasiado a Elizabeth. Fue así tal vez, o no, yo no estuve presente, pero no se da cuartel a ningún hombre que se cruza en su camino; una soberana patada a EE.UU., cuyos militares, del ejército o la marina, son descritos como brutos e inquietantes depravados, toda una amenaza para cualquier mujer que anduviese sola por la calle. En fin, quien sabe en esos años “40. Ella, sin embargo, es una pobre vapuleada desde todas partes, demasiado soñadora, demasiado afable, demasiado solitaria, en busca de un cariño, tal vez para compensar el desprecio de su padre (antiguo marinero de la armada, para más inri, tal vez el germen de esa manía).

En realidad parece que estaba llamando a la muerte, al llevar siempre esos vestidos, como si ya fuese de luto por ella misma, deambulando así por todas partes, preparándose para abandonar pronto este mundo. Quien observe sus fotografías reales podrá ver un distintivo signo de aparente incomodidad en su rostro, de sentirse perdida estuviera donde estuviera; y por supuesto tampoco falta la mención de su anhelo de convertirse en estrella de cine, pero nunca la veremos en castings ni nada por el estilo. En el presente, Zimbalist refleja muy bien la obsesión que embargaba a Hansen...
Atrapado por el enigma insondable, el misterio irresoluble, las docenas de falsas pistas, los callejones sin salida, y al final nosotros quedamos igual de hechizados por la desoladora belleza de Elizabeth, asesinada sin razón, sin móvil, sin nada sólido para unir cabos. Un joven Ronny Cox acompaña al sargento y McCambridge logra una actuación magistral, desgarradora, al recordar ante éste los momentos en que su nieta jugaba a disfrazarse con sus prendas. Una muchacha que siempre jugó a esconderse en otra personalidad; así ella misma, sin saberlo, jugaría un papel clave para que los detalles de su muerte quedasen enterrados en la confusión...

Arnaz también resulta creíble en la piel de Elizabeth. Una lástima, aunque su historia esté tan alejada de la realidad, que esta película no tenga una versión remasterizada en DVD y que a día de hoy sólo sea posible encontrarla gracias a la magia de internet, con la consabida calidad de un telefilm de los “70.
Pero sigue siendo más interesante que esa cruel patraña de Brian DePalma, quien tuvo la desfachatez de transformar a Elizabeth en una explotada actriz porno...



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