Ficha Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal

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Críticas de Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal (5)




Mad Warrior

  • 12 Mar 2023

8



Cuando Williams muestra un cuadro recién adquirido a Kelso, éste se extraña por la textura. Unos rayos X revelan que debajo ya hay otra pintura, pero el dueño no desea descubrirla.
Mucho más tarde confesará, arrogante, ¨La verdad, igual que el arte, está en los ojos de quien mira. Tú puedes creer lo que quieras...y yo creeré lo que sé...¨.

Es un instante muy significativo y sorprende la estrecha relación que tienen las cosas que se aprecian con prejuicio y no son lo que parecen y las realidades bajo todo oropel de apariencia, una verdad que nunca termina de exponerse. Clint Eastwood siempre ha gustado de descubrir la verdad tal como es pese a la maraña de hipocresías que los seres humanos tejemos en torno a ella; se tomará su tiempo pero lo consigue con creces en uno de sus más sonados fracasos de taquilla y a la vez de sus obras más atípicamente fascinantes.
Ya venía impregnada la esencia desde tiempo atrás. Esto es vital en ¨Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal¨, basada en las experiencias del periodista y autor John Berendt en la ciudad de Savannah a mitad de los 80, pues el reloj del tiempo parece completamente detenido; falta de gravedad en vaso cerrado, este rincón sureño lo tiene todo para modelar una comunidad irreal, que de puro milagro ha evitado los incendios de la Historia, un popurrí de diferentes épocas, una especie de cultivo en miniatura bajo una campana de vidrio. Fue allí donde el hombre de sociedad James Williams asesinó a punta de pistola al ¨taxi boy¨ Danny Hansford (aquí Jude Law, muy jovencito y prometedor), con quien mantenía una aventura.

El suceso, que conmocionó a toda Georgia, llevó al neoyorkino a instalarse allí y recopilar una serie de historias y confesiones que fueron la sustancia para su novela, publicada en 1.994, haciendo de él un escritor galardonado y sobre todo millonario. Eastwood llega aquí de rebote, con no mucha confianza en el guión de John Hancock (quien ya adaptó ¨Un Mundo Perfecto¨), pero su inmersión en la propia Savannah cambió sus impresiones de cabo a rabo; Berendt será transformado en Kelso, al que da vida John Cusack en su papel habitual de tipo simpático, mordaz, justo y algo escurridizo, y es a través de sus ojos con los que entramos a formar parte de la historia.
Esa extrañeza, la misma que el director y el autor debieron sentir, se palpa, se huele, se escucha, se saborea y se transmite desde absolutamente todos y cada uno de los recovecos de esa ciudad, envuelta en un manto de calidez que pareciera perpetuo, de serena majestuosidad, aceras limpias y arquitectura tan exótica como tradicional. Pero antes de esto, dos momentos de importancia: una estatua que se erige en el cementerio de la ciudad con dos platos en cada mano (representación incuestionable de la justicia, avisándonos sobre cómo se condenarán y llevarán a la verdad los actos que tendrán lugar, por mucho que las palabras quieran empañarlos de mentiras); y una extraña mujer negra que habla a una ardilla en el parque.

Y esto viene a plantearnos otra advertencia: la de que, bajo toda superficie de normalidad, pureza y luz, se esconden capas de anormalidad, corrupción y oscuridad. Savannah queda bajo el hechizo de una comunidad que une a la Brigadoon de Vicente Minnelli en la espesura de Twin Peaks, y es que hay muchos rasgos de Lynch grabados en las calles por donde pasea Kelso, quien va averiguando poco a poco los detalles de la zona. Esa siempre ha sido una de las mayores virtudes del cine de Eastwood: conceder mucho tiempo al escenario y a los personajes, dejarles espacio para moverse, hablar y dejar que se abran antes de llegar el argumento propiamente dicho del cual tendrán que, sin más remedio, formar parte.
Y aunque Berendt, de todas formas, componía un fresco humano coral donde todos tenían su peso e interaccionaban entre ellos sin estar presente el narrador, el periodista que era él mismo, cosa que no respeta Hancock en su guión (donde no sólo hace a Kelso esencial para que el espectador conozca a esa troupe de secundarios que dan vida y color a la atmósfera de Savannah, sino que toma a una gran cantidad de ellos y los elimina de la trama o los modifica para mayor comodidad), Eastwood, a sabiendas de que es imposible filmar el libro tal como está confeccionado, logra algo muy parecido.

Porque él es como es y quiso rodar donde transcurrieron los hechos, al fin y al cabo reales, con aquellos que aparecían en él...es decir, los mismos habitantes, los que vivieron el crimen de cerca, gozaron la oportunidad de convertirse en actores. Cuando esto ocurre en la historia ya nos hemos empapado de ese ambiente aunque quede mucho más por desentrañar; Kevin Spacey encarna, de la misma forma que Cusack, un tipo de rol en el que se sentía cómodo: ese personaje locuaz y atractivo, extravagante de una manera distinguida, casi inglesa, y ciertamente misterioso.
Su recreación del Williams real es brillante, y este primer arco del film le pertenece, aun rondando el periodista entrometido por ahí, a quien se le asigna el clásico interés romántico, sin aportar nada al desarrollo de la historia ni a su profundidad emocional; y es decepcionante que la elegida sea la misma hija del cineasta, Alison (a la que separan 13 años de su papel en aquella ¨En la Cuerda Floja¨, y que le sientan de maravilla (es una belleza explosiva de la cabeza a los pies) ), pues su Mandy no es aprovechada como es debido. No sucede lo mismo con otros secundarios más relevantes, encabezando la lista Minerva, ¨Chablis¨ y Sonny.

La primera, basada en la auténtica Valerie Boles e interpretada con gracia por Irma Hall, es la médium que hace de puente entre el mundo de los vivos y los muertos, cuyo punto de unión es el cementerio de Bonaventure, agujero a otra dimensión por donde los segundos se infiltran para seguir manipulando la realidad de los primeros; estas escenas en el cementerio son algunas de las más poderosas de toda la carrera de Eastwood, y en ello juega un gran papel el trabajo de su operador Jack Green.
La segunda es su contraparte, ¨Chablis¨ (o Benjamin Knox), artista de variedades transexual de la ciudad a quien se le permitió explayarse en la improvisación, y es que cuando aparece todo se vuelve imprevisible.

Está claro que en sus instantes compartidos con Cusack le roba con facilidad el protagonismo; por desgracia, tal y como sucede en el libro, aquí también se le concede mucho tiempo en pantalla, más que a Mandy, y eso ralentiza en exceso el ritmo (todo lo sucedido en el cotillón de los ciudadanos negros no sirve para nada). Mientras tanto, Jack Thompson da vida al abogado Sonny, y su papel crecerá con la investigación del homicidio hasta que, como en una transferencia de poderes otorgada por Spacey, empieza la segunda parte de la película y él se adueña de ella por entero; a partir de aquí nos regalará una actuación magistral y rica en detalles emocionales.
La mitad restante se centra en el proceso de Williams, que el guión, de los cuatro reales celebrados, reduce a uno, y todo se inscribe en el drama judicial clásico. Eastwood, muy ¨lumetiano¨, toma la cámara y el ambiente se torna sobrio, dejando que el argumento avance como si cada personaje que apareciera fuese un hilo que las agujas (el abogado, el fiscal, el juez), con sumo cuidado, deben manejar hasta enhebrar la tela completa y observar toda la superficie. Y aquí es donde se expone el verdadero rostro de la ciudad, tan recubierto por los oropeles de una falsa tolerancia, esta comunidad sigue hundida en una tradición temerosa e ignorante.

Qué importante es guardar las apariencias. Un microcosmos que refleja la realidad de EE.UU.. Es aceptable, por ejemplo, la homosexualidad de un peluquero o de un artista de variedades porque sus roles no ¨entorpecen¨ el entorno social y encajan en sus profesiones...sin embargo la opinión es distinta sobre eso mismo en un hombre de cultura, sociedad y gusto exquisito como Williams. Es un hedonismo conservador el que desean mantener en este lugar, y resulta enfermizo. El director ataca a los prejuicios, subraya la dignidad y apela a la humanidad y la justicia; pero, en una vuelta de tuerca, la maldad quiere aprovecharse de esto. Es un tema muy ligado a su filosofía.
Una prueba irrefutable para hacer cumplir la justicia llega de un personaje inocente y puro, alejado del caso, por lo tanto del círculo de corrupción y mentiras (aquí una enfermera, como por ejemplo la abuela del atracador en la posterior ¨Ejecución Inminente¨), y entonces la misma justicia se entierra, otra vez, bajo el decoro y la mentira, por mantener el exterior sin manchas, limpio de calumnias. Al estilo de ¨Rasho-mon¨, el director juega con la conciencia del periodista/espectador, al ponerle frente a un crimen ejecutado de manera distinta, en las dos confesiones que hace Williams de él.

Todo acaba siendo parte de un engaño pero, de no ser por la existencia de la segunda confesión, podríamos concederle la inocencia. Sabiendo lo que sabemos, ahora este personaje queda desmitificado, desnudo, y su interior es de una enorme fealdad, sin importar los tontos prejuicios de homosexualidad. Pero Eastwood hace su magia, de nuevo en su cine, para que, en última instancia, la justicia se personifique y castigue a quienes la desafiaron.
La clase alta suele cruzar del Bien al Mal en el jardín de la vida real, pisando a los espíritus, pero el precio que han de pagar por ello puede salir caro; en el mundo de ¨Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal¨ sucede.

Ya sea mal empleada o no la ética en esta historia, en lugar de dejarla inacabada y oscurecida por la ambigüedad, aquél no esperó ningún éxito con ella (ni siquiera amortizó el presupuesto), pero, como siempre dentro de su integridad cinematográfica, hizo la película que quiso.
Y no voy a ser yo quien se lo reproche ya que salí tan fascinado y confundido como el pobre Kelso...



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billy_lum

  • 21 Mar 2015

6



Se trata de una intriga criminal con juicio de por medio pero lo que menos interesa es su argumento. Lo que realmente destaca del film son sus extraordinarios personajes y el ambiente en el que se desenvuelve la trama. Es el Nueva Orleans de principios de los ochenta con una sociedad decadente e hipócrita más preocupada por las apariencias que por la verdad. Un acaudalado hombre de negocios homosexual es acusado de asesinar a su amante chapero. Con la ayuda de su abogado y un periodista de Nueva York, que se encuentra por trabajo en la ciudad para escribir un artículo sobre la fiesta de navidad, intentarán que el acusado salga airoso del juicio.

John Cusack, que siempre me ha caído gordo, empezó a parecerme más simpático con esta película en el papel del periodista. Kevin Spacey como siempre sublime aunque su rol sea de tipo secundario encarnando al acusado del crimen. Jack Thomson es el brillante abogado defensor, mientras que Jude Law interpreta al chapero chulo y violento víctima del asesinato. Pero la que se lleva o quizá debería decir el que se lleva la palma es Lady Chablis, un travestí lenguaraz de sorprendente femineidad que se come a cualquiera en cuanto aparece en pantalla. En el reparto también figura una de las hijas de Clint Eastwood, Alison, que realiza un breve papel como la chica que aporta el toque romántico a la historia.

En general la película obtuvo muy buenas críticas pero no cosechó ninguna nominación a los oscars y tampoco gustó al público. Quizás sea una obra menor del gran Eastwood pero no deja de ser interesante.



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Mad Warrior

  • 12 Apr 2014

6


Me cuesta creer que sea de Eastwood, porque lo cierto es que es una película rara, pero rara. ¨Brazil¨ no me parece tan rara al lado de ésta.

Quitando a los transexuales, las médiums, los abogados excéntricos y a los que pasean perros imaginarios, el grueso de la historia, lo que es el caso del asesinato en sí, sí que resulta interesante. Nada más que por eso merece la pena verla, y por los variopintos actores que contiene el reparto, claro.



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Nina Cortex

  • 26 Jun 2012

5


Una película que tiene sus momentos donde medio te engancha para saber que ocurre a continuación, pero para mí ha sido una decepción. Cuando le quedaban menos de diez minutos para terminar me había parecido una película aburrida y simple, con personajes bastante vistos, pero cuando vi el final ya fue la gota que colmó el vaso.
Si le hubieran quitado algunos toques ¨mágicos¨ como la bruja esa y el final, se hubiera quedado una película de misterio y algo más realista, incluso más interesante.
Sinceramente, la vi porque salia John Cusack (actorazo, como siempre), si no no creo que la habiera visto.



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TANO

  • 18 Aug 2010

8


Una película enrevesada y muy interesante, con un montón de personajes muy carismáticos y una historia currada.



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Críticas: 5


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