Ficha 100 Monsters (Yokai Monsters)

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Críticas de 100 Monsters (Yokai Monsters) (2)




ragman

  • 8 Mar 2021

7


sin lugar a dudas este filme tiene de las mejores representaciones de los yokais, esos monstruos oriundos de la cultura japonesa, la trama es simple pero funciona muy bien, sin lugar a dudas como estan llevado estos seres esta muy bien, bizarrezcos, risibles algunos como artisticos. ideal para quienes gustan del folklore japones, una cultura muy rica en leyendas.



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mahotsukai

  • 16 Jun 2020

8



Clásico del terror japonés y primera parte de la trilogía “妖怪シリーズ” (1968-1969).

El miserable y malvado mercader Tajimaya decide demoler un santuario y desalojar a todos los habitantes de una aldea para construir un burdel. Sin embargo, no contará con un anecdótico detalle en una ceremonia ritual que sellará su destino.

En el riquísimo universo de monstruos y seres sobrenaturales japoneses, podemos encontrar una compleja y detallada categorización de seres entre los que destacan los “妖怪” o Yokai, espíritus y demonios de fisonomía antropomórfica, zoomórfica o una mezcla de ambas, generalmente mucho más poderosos que los humanos y que se relacionan con fenómenos naturales. Si bien el término significa literalmente “aparición sospechosa”, varios folcloristas nipones los definen más bien como la encarnación de un sentimiento humano de horror, angustia o desconcierto relacionado a un evento sobrenatural, siendo así la deformación de algo que antes era familiar para la raza humana pero ahora ya no, una suerte de ente venerado del pasado que ya no lo es. La tradición de los “妖怪” o Yokai es milenaria y se les representó inicialmente en diversas artes como la pintura, el teatro y la literatura.

No obstante, no fue hasta el 江戸時代 o Período Edo (1603-1868) que “妖怪” o Yokai pudieron ser finalmente objeto de historias e ilustración gráficas, con la invención de la imprenta. Sería el folclorista y cronista Tpriyama Sekien quien concentraría toda la literatura e historias milenarias en una suerte de enciclopedia de estas criaturas conocida como “畫圖百鬼夜行” o “Gazu Hyakki Yagyo” (1781), traducible como “El Ilustrado Desfile Nocturno de Cientos de Monstruos”, que reúne más de 200 de estos demonios nipones con detallas descripciones y comentarios.Entre los “妖怪” o Yokai que describe, encontramos a los 幽霊 o Yurei, fantasmas de personas que tuvieron una existencia desgraciada o cometieron suicidio; los 化け物 o Bakemono, monstruos que cambian de forma; los 変化妖怪 o Hengeyokai, personas que pueden convertirse en animales o animales en humanos con consecuentes poderes sobrenaturales; los 鬼 u Oni, demonios u ogros muy similares a los de Occidente; los 付喪神 o Tsukumogami que son objetos ordinarios que cobran vida al cumplir 10 años; y los 半妖o Han’yo, criaturas que comparten ascendencia “妖怪” o Yokai y humana.

Por su parte, la legendaria compañía nipona大映映画 o Daiei, rival de la también mítica東宝 o Toho y creadora de la franquicia de “ガメラ” (“Gamera”, 1965-2006), recientemente había estrenado existosamente la trilogía “大魔神” (“Daimajin”, 1966) y concebió la expansión de su universo de films de fantasia o特撮 (Tokusatsu) con la propuesta del Tetsuro Yoshida sobre un film de “妖怪” o Yokai inspirado en la moda de la serie de animación o ゲゲゲの鬼太郎 o GeGeGe no Kitarō estrenada en enero de ese año, en donde aparecían estas criaturas a partir de la premisa de los 妖怪百物語 o Historias de los 100 Monstruos. Este espectáculo narrativo consistía en el relato de 100 historia de terror después de cada cual el narrador solicitaba a los oyentes a apagar una de las 100 velas que simbolizaban a cada uno de los monstruos que protagonizan las historias, tras lo cual se realizaba un ritual para cerrar “el portal” que pudiera traerlos hacia nuestro mundo.

Este notable transfondo cultural servirá para una trama cuyo vehículo narrativo, al igual que la trilogía de “大魔神” (“Daimajin”, 1966), será el abuso de los poderosos por sobre las clases más bajas y la correspondiente venganza que los “妖怪” o Yokai tomarán en sus manos para castigarlos duramente. Los abusos de Tajimaya se respaldan con el beneplácito del magistrado de santuarios del Japón, Buzen, e incluyen la destrucción del santuario local, el desalojo de los aldeanos y la muerte de todo aquel que se oponga a estas determinaciones, como el benefactor Jinbei y el veterano líder Gohei. De esta forma, con villanos despreciables y, por supuesto, que empezaban a volverse estereotipados como en los mencionados films del demonio de piedra, la trama explora principalmente el karma que cae sobre estos personajes realmente malvados, en este caso, en la forma de monstruos y demonios de inspiración natural o asociados a la naturaleza.

Lo anterior no resultará extraño si tenemos en cuenta que “妖怪百物” (“Yokai Monsters: 100 Monsters, 1968) fue dirigida por Kimiyoshi Yasuda, quien venía de encabezar el rodaje de la destacable primer parte de la trilogía “大魔神” (“Daimajin”, 1966). En ese sentido, no deja de ser una historia bastante simple, que gana puntos gracias a la habilidad de su director por exponer un drama de carácter histórico en una época en donde la injusticia y el abuso social eran aún parte de la vida diaria en el Japón antiguo. Sin embargo, hay una diferencia sustancial respecto a “大魔神” (“Daimajin”, 1966) y sus secuelas, y es que mientras en las entregas del gigante pétreo los aldeanos invocan su intervención para romper y acabar con los abusos, en “妖怪百物” (“Yokai Monsters: 100 Monsters, 1968) la intervención de los “妖怪” o Yokai se produce principalmente por un desliz de arrogancia de los villanos, que desestiman las advertencias del narrador.

Lo anterior, claramente, no es más que una metáfora del respeto y conservación de las tradiciones antiguas que el Japón moderno debe asumir en estos tiempos. En un Japón que se había levantado en poco más de una década tras los horrores de la guerra y las bombas atómicas, para convertirse en una de las grandes potencias mundiales, el simbolismo de los “妖怪” o Yokai surge, entonces, como un recordatorio sobre los peligros de la industrialización y el progreso, tal como la destrucción del santuario y la construcción del burdel representan la pérdida de los valores más antiguos de la sociedad japonesa, en una interesante alegoría entre estos reformadores ambiciosos e inescrupulosos y los grandes consorcios y empresas niponas que comenzaban a proliferar y expanderse en la década de los 60s y 70s.

Más allá de su trama, lo que realmente hace muy destacable y convierte a “妖怪百物” (“Yokai Monsters: 100 Monsters, 1968) en una película de culto, en especial para Occidente, así como sus secuelas que ya mencionaré más adelante, es su interesante propuesta visual y pictórica. El director Kimiyoshi Yasuda encargó al fotógrafo Fujiro Morita y el jefe de efectos especiales Yoshiyuki Kuroda, con quienes trabajó en “大魔神” (“Daimajin”, 1966), la combinación efectiva de ambas labores técnicas para dotar al film de una lograda atmósfera sugerente y sobrenatural, en la que destaca la utilización de decorados con parajes naturales y clásicos edificios y casas de la época inundados de bruma atemporal, además de un correcto uso de la luz para las escenas nocturnas y otras tan surrealistas como pesadillescas que el espectador no sabrá si son reales o no, como la procesión del ataúd.

La inclusión de las verdaderas estrellas de este drama histórico fantasma, los “妖怪” o Yokai, demandó, en muchos casos, toda la habilidad e imagenería de Kuroda para recrear a los más difíciles. Es así como, valiéndose de variadas herramientas como marionetas colgantes, disfraces, máscaras, animación y el uso de fondo azul así como de uso de actores infantiles, “妖怪百物” (“Yokai Monsters: 100 Monsters, 1968) incluirá, entre otros, al 置行堀u Oitekebori, una clase de espectro que suele aparecerse a los viajeros; el reconocido 河童 o Kappa que tiene el tamaño de un niño pero apariencia de tortuga así como el ひょうすべ o Hyosube que se asemeja a un niño viejo, peludo y calvo; la espantosaろくろ首 o Kurokubi, una mujer vampiro de cuello largo como serpiente; el 牛鬼 o Ushioni, una suerte de monstruo con forma de vaca y araña; la 火吹き婆 o Hikakibaba, una bruja lanzadora de fuego; el 油すまし o Aburasumashi, “el robador de aceite”; el enorme 土転び o Uchikorobi, “el que enrolla la tierra”, que asemeja a un oso cíclope; la 白粉婆 u Oshiroibaba, una suerte de bruja vampiro; y el simpático傘おばけ o Kasaobake, un monstruo con forma de paraguas, con un sólo ojo, larga lengua y que tiene una pierna humana para desplazarse.

En el reparto “humano”, que el acostumbrado histrionismo y ceremoniosidad nipona, nos encontramos a Takashi Kanda (“Hiroshima”, 1953) como el malvado Tajimaya y Ryutaro Gomi (“Harakiri”, 1962; “Daimajin”, 1966) como el perverso y arrogante delegado de santuarios Buzen, la dupla de villanos que abusan y aplastan a los oprimidos aldeanos. Jun Fujimaki (“Daimajin”, 1966) encarnó al héroe Yasutaro, mientras que Jun Hamamura (“El Infierno del Odio”, 1963) y Tatsuo Hanabu (“Condecoración para un gánster”, 1962) a Gohei y Jimbei. Sei Hiraizumi (“Shin Godzilla”, 2016), Miwa Takada (“Zatoichi, el fugitivo”, 1963) y Mikiko Tsubouchi (“La venganza de Zatoichi, 1965) personificaron al hijo retardado de Tajimaya, Takichi, y las féminas Okiku y Osen, respectivamente.

“妖怪百物” (“Yokai Monsters: 100 Monsters, 1968) se convirtió en un éxito rentable para la Daiei, por lo que los ejecutivos de la productora japonesa dieron luz verde a dos secuelas estrenadas inmediata y seguidamente, 妖怪大戦争o “Yokai Monsters: La Gran Guerra Yokai” estrenada en diciembre de 1968 y dirigida por el efectista especial de la primera entrega Yoshiyuki Kuroda y 東海道お化け道中 o “Yokai Monsters: El Viaje Encantado de Tokaido” estrenada en marzo de 1969 y dirigida por Yasuda y Kuroda en conjunto, conformando la llamado trilogía de “Yokai Monsters” (1968-1969).
La música de Sei Keno (Saga “Zatoichi”, 1967-1973) es realmente notable siendo meramente minimalista, antiquísima, pero con un efecto destacable con esos acordes de koto y ese lamento fantasmal que simboliza un clase viento atemporal y amenazante.

En resumen, un interesante y totalmente disfrutable film dramático de fantasmas japoneses clásicos que tiene en su inteligente inspiración sobre el riquísimo folclore nipón y el aprovechamiento de un variado uso de recursos visuales sus mejores cartas.



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