Ficha Rey de Reyes

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Críticas de Rey de Reyes (1)




bigladiesman

  • 15 Nov 2014

7


En 1959, un avispado productor ruso instalado en EE.UU., sobrino del mismísimo Trotsky, Samuel Bronston, encontró un filón para el cine americano en la España franquista. Instalado en pleno desarrollismo, el Régimen ofrecía grandes ventajas y precios irrisorios a todo aquel productor extranjero que quisiera rodar por estos lares. E incluso hacía la vista gorda con el tema de las escenas de sexo y violencia (siempre que no asomaran en la versión española, claro). Bronston ya había rodado con gran éxito ¨John Paul Jones¨, un épico drama naval protagonizado por Robert Stack. Bronston decidió volverlo a intentar, esta vez con un biopic de Jesucristo hecho bajo los auspicios de una MGM en busca de más epopeyas bíblicas tras ¨Ben-Hur¨. Supongo que esos beatos que ejecutaban gente por Dios y por España se emocionaron con la idea...

Dirige Nicholas Ray, un director todoterreno que trabajó en casi todos los géneros, desde el western hasta el porno (en su última peli, de 1978). Militante izquierdista y hombre profundamente religioso, intentó dotar de personalidad a la película huyendo de la ortodoxia religiosa y buscando su base en los Evangelios Apócrifos.

El reparto tiene a un par de estrellas y montones de destacados secundarios: Jeffrey Hunter, uno de los grandes sex symbols masculinos de ese tiempo, hace el papel de Jesucristo. Considerado demasiado apuesto para el papel, hizo una buena actuación, con unos monólogos estupendos que se comen vivos a cualquier telepredicador pirado de esos; la verdadera estrella del reparto es el gran Robert Ryan como San Juan Bautista: alejado momentáneamente de sus papeles de tipo duro como el acero, hace una actuación breve, pero llena de convicción, y muestra emociones que parecen genuinas: a mí, que soy agnóstico y crítico con la religión organizada, me ha llegado a conmover en algunos momentos. La superestrella de Broadway Siobhan McKenna, que se prodigó poco en cine, es María, y su colega en los teatros neoyorquinos, Ron Randell, es el centurión Lucio, típico ¨romano simpático¨ de estas pelis; Carmen Sevilla está bellísima como María Magdalena; Frank Thring, actor australiano al que ya vimos como Poncio Pilatos en ¨Ben-Hur¨, es deliciosamente perverso como Herodes Antipas y, ya que estamos, Poncio Pilatos es aquí interpretado de manera lamentable por Hurd Hatfield, ese inolvidable Dorian Gray en la versión de 1945. Su papel de villano al uso no se corresponde ni con el mismísimo Nuevo Testamento. Sí que brillan en cambio las yanquis Rita Gam y la malograda Brigid Bazlem - que protagoniza la que quizá sea la escena más recordada de esta película: su erótica danza de los siete velos - como Herodias y Salomé, respectivamente: son dos bellas psicópatas.
Harry Guardino, eterno secundario con Clint Eastwood, es un estupendo y alocado Barrabás; Royal Dano, leyenda de la ci-fi zumbona de los 70 y los 80, es San Pedro; un jovencísimo Rip Torn, secundario de primera que los de nuestra quinta recordamos como Z, el jefe de los Men In Black, es Judas Escariote. Guy Rolfe, rey de la Empire, recién acabada la excelente ¨Mr. Sardonicus¨, y tan caracterizado como en ésta, es el sacerdote colaboracionista Caifás; la sueca Viveca Lindfors, mito del cine de terror y ci-fi de altos vuelos y ganadora de un Emmy es Claudia, la mujer pro-judía de Pilatos. Y ¨last but not least¨, el excelente actor andaluz Paco Morán, especialmente recordado con cariño en tierras catalanas, por su excelente versión teatral de ¨La extraña pareja¨ junto a Joan Pera, y por su carácter explosivo, interpreta muy brevemente al Ciego de Jericó.

El guion (basado en una idea previa de John Farrow) es de Philip ¨the Frontman¨ Yordan, oscarizado guionista y hombre de confianza de Ray - que salvó las carreras de varios compañeros durante la caza de brujas firmando como suyos diversos proyectos que de otra manera jamás se hubieran realizado, como ¨Johnny Guitar¨, del propio Ray, cuyo guion era del depurado Ben Maddow - y experto en westerns y cine negro. Contó con la ayuda anónima del gran Ray Bradbury, que realizó las partes narradas, leídas, dicho sea de paso, por otra estrella colaborando de manera anónima: nada menos que Orson Welles. Es bueno si nos ceñimos a lo meramente cinematográfico: diálogos escuetos y cargados de emoción, y bellos pasajes narrativos, además de alguna que otra concesión a la acción. Peroq si la intención era crear un retrato neutral y humanizante de Cristo, no se nota: supera lo meramente didáctico y apesta a proselitismo (y eso que es hecho probado que la peli se hizo sin injerencias ni dinero provenientes del clero). Eso sí, sin llegar a los límites de franca manipulación e insulto a otras creencias de Mel Gibson y su versión slasher de la Pasión.

Técnicamente, la película es una delicia: formato de 70 mm., grandes escenarios, un cuidado diseño de producción (me han gustado especialmente los graffitis en las mazmorras, cosa históricamente certera), buen vestuario, FX decentes, escenas de acción muy bien rodadas y una épica y memorable banda sonora de Miklós Rósza.

Buena, sin llegar ni por asomo a excelente, épica y espectacularmente realizada visión del Nuevo Testamento que sufre del eterno exceso de moralina y subjetividad que no nos gusta a los que vemos estas películas como puro cine y/o no somos especialmente religiosos.



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